EL UNIVERSAL
viernes 26 de diciembre de 2014 10:03 AM
Miami.- El héroe
olímpico se hizo humano en 2014. Michael Phelps, el deportista con más
medallas olímpicas de la historia, volvió a nadar, a competir y a ganar,
pero también sufrió una detención, se sometió a terapia y se declaró
culpable de conducir ebrio.
"Estoy descubriendo mucho sobre mí mismo y estoy feliz de seguir adelante a partir de hoy. Continuaré creciendo a partir de esto y seguiré el camino para mi recuperación", dijo el 12 de diciembre a la salida del juzgado de su Baltimore natal, donde el nadador estadounidense de 29 años se declaró culpable de conducir ebrio por segunda vez en diez años, reseña DPA.
Sus abogados argumentaron que está arrepentido, que sigue en terapia y que participa en reuniones de Alcohólicos Anónimos. El juez le impuso 18 meses de libertad condicional. Phelps evitó ir a prisión, pero ya no podrá cometer más errores.
En octubre y tras ser detenido por conducir ebrio, anunció que necesitaba una pausa para hacer terapia. "Me voy a tomar un tiempo fuera (del deporte) para asistir a un programa que me ayudará a comprenderme mejor", dijo en su cuenta de twitter (@MichaelPhelps).
Y el 20 de diciembre aseguró que regresó a la piscina con "nuevos objetivos", tanto a nivel personal como deportivo. "Los últimos tres meses fueron de los peores momentos que viví y la experiencia de la que más aprendí", escribió en twitter.
¿Qué le pasa? Todo y nada. Phelps dejó a un lado al nadador para centrarse en la persona, y parece estar ya convencido de que la solución es la piscina. Si la crisis ha servido de algo es para reforzar su deseo de entrenar para competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
El 30 de septiembre Phelps fue detenido por conducir a 84 millas por hora (135 km/h) por una carretera de Baltimore en la que el límite de velocidad es de 45 millas (72 km/hora) y no superó el test de alcoholemia.
La Federación de Natación de Estados Unidos lo sancionó seis meses -hasta el 5 de marzo- y le impidió participar en el Mundial de 2015 en Rusia.
El estadounidense ya había sido detenido hace una década, cuando tenía 19 años, por conducir ebrio. Entonces, como ahora, fue condenado a 18 meses de libertad condicional.
En 2009 fue sancionado tres meses por la Federación Estadounidense por unas fotos en las que se le veía fumar de una pipa de marihuana.
Lo que entonces se vio como pecados de juventud, propios de alguien que pasó su adolescencia en el agua, preocupa más ahora, en la edad adulta.
Sereno y maduro, había anunciado que los Juegos de Londres 2012 serían el final. Tenía 27 años, 22 medallas olímpicas, 18 de ellas de oro, y toda la vida por delante. Era quizás el jubilado más joven de la historia.
Pero tras año y medio de jubilación prematura, de golf y fiestas, en abril de este año volvió al agua.
"Es bueno volver a tener un poco de orden en mi vida", dijo en julio. "Así fui siempre, es algo que necesito", agregó, ansioso de la disciplina que requiere la vida del deportista profesional, casi el único modo de vida que conoció.
"Me gustó ese año y medio en el que hice lo que quise, pero estoy feliz de volver a recuperar esto", afirmó, ilusionado con un regreso que él mismo sabía que sería complejo pese a las tres medallas de oro y dos de plata que logró en los Juegos Pan-Pacíficos de agosto.
Pero cuando todo parecía que iba bien encaminado hacia Río, llegó el incidente del 30 de septiembre.
Tras la reflexión, la terapia y de nuevo el entrenamiento sacrificado y anónimo, en marzo regresará a la piscina, su hábitat natural.
"Estoy descubriendo mucho sobre mí mismo y estoy feliz de seguir adelante a partir de hoy. Continuaré creciendo a partir de esto y seguiré el camino para mi recuperación", dijo el 12 de diciembre a la salida del juzgado de su Baltimore natal, donde el nadador estadounidense de 29 años se declaró culpable de conducir ebrio por segunda vez en diez años, reseña DPA.
Sus abogados argumentaron que está arrepentido, que sigue en terapia y que participa en reuniones de Alcohólicos Anónimos. El juez le impuso 18 meses de libertad condicional. Phelps evitó ir a prisión, pero ya no podrá cometer más errores.
En octubre y tras ser detenido por conducir ebrio, anunció que necesitaba una pausa para hacer terapia. "Me voy a tomar un tiempo fuera (del deporte) para asistir a un programa que me ayudará a comprenderme mejor", dijo en su cuenta de twitter (@MichaelPhelps).
Y el 20 de diciembre aseguró que regresó a la piscina con "nuevos objetivos", tanto a nivel personal como deportivo. "Los últimos tres meses fueron de los peores momentos que viví y la experiencia de la que más aprendí", escribió en twitter.
¿Qué le pasa? Todo y nada. Phelps dejó a un lado al nadador para centrarse en la persona, y parece estar ya convencido de que la solución es la piscina. Si la crisis ha servido de algo es para reforzar su deseo de entrenar para competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
El 30 de septiembre Phelps fue detenido por conducir a 84 millas por hora (135 km/h) por una carretera de Baltimore en la que el límite de velocidad es de 45 millas (72 km/hora) y no superó el test de alcoholemia.
La Federación de Natación de Estados Unidos lo sancionó seis meses -hasta el 5 de marzo- y le impidió participar en el Mundial de 2015 en Rusia.
El estadounidense ya había sido detenido hace una década, cuando tenía 19 años, por conducir ebrio. Entonces, como ahora, fue condenado a 18 meses de libertad condicional.
En 2009 fue sancionado tres meses por la Federación Estadounidense por unas fotos en las que se le veía fumar de una pipa de marihuana.
Lo que entonces se vio como pecados de juventud, propios de alguien que pasó su adolescencia en el agua, preocupa más ahora, en la edad adulta.
Sereno y maduro, había anunciado que los Juegos de Londres 2012 serían el final. Tenía 27 años, 22 medallas olímpicas, 18 de ellas de oro, y toda la vida por delante. Era quizás el jubilado más joven de la historia.
Pero tras año y medio de jubilación prematura, de golf y fiestas, en abril de este año volvió al agua.
"Es bueno volver a tener un poco de orden en mi vida", dijo en julio. "Así fui siempre, es algo que necesito", agregó, ansioso de la disciplina que requiere la vida del deportista profesional, casi el único modo de vida que conoció.
"Me gustó ese año y medio en el que hice lo que quise, pero estoy feliz de volver a recuperar esto", afirmó, ilusionado con un regreso que él mismo sabía que sería complejo pese a las tres medallas de oro y dos de plata que logró en los Juegos Pan-Pacíficos de agosto.
Pero cuando todo parecía que iba bien encaminado hacia Río, llegó el incidente del 30 de septiembre.
Tras la reflexión, la terapia y de nuevo el entrenamiento sacrificado y anónimo, en marzo regresará a la piscina, su hábitat natural.
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