En: http://www.eluniversal.com/opinion/141226/ya-no-somos-inocentes
SOLEDAD MORILLO BELLOSO | EL UNIVERSAL
viernes 26 de diciembre de 2014 12:00 AM
Cada diciembre, el día 28 para ser más precisos, los venezolanos prac ticábamos bromas a familiares, amigos, compañeros de estudios o trabajo. Así celebrábamos el llamado Día de los Inocentes. Los chascarrillos abun daban. Con ello hacíamos algo muy particular: nos declarábamos inocentes, por diseño.
¿En qué momento se nos murió la ingenuidad? ¿Cómo fue que dejamos de ser inocentes? Dicen que un fenómeno semejante ha ocurrido en los países que han enfrentado grandes conflictos, como guerras. Y que una de las conse cuencias de los gobiernos autocráticos y abusivos es convertir a la gente del común en personas agresivas, en defensa propia.
La inocencia, además de estar vinculada con la ingenuidad, se relaciona como concepto con la culpabilidad. ¿Somos los venezolanos inocentes de lo que nos está ocurriendo? ¿O tenemos una cuota de responsabilidad en el desastre?
En La Vita e Bella el protagonista hace lo indecible para que su hijo preserve la ingenuidad y la inocencia en medio del horror de la guerra. En Cumbres Borrascosas uno termina entendiendo qué convirtió a Heathcliff en un ser cuya vida estaba inspirada por la venganza. En la Lista de Schindler el empresario llora y dice "pude hacer más". Es quizás la frase más poderosa de toda la película.
"Pude hacer más". Deberíamos preguntarnos todos qué estamos haciendo y si podríamos hacer más. Voy a ser cruda en este texto, aun a riesgo de ser ácidamente criticada por una parte, o advertida de "eso no se dice".
Se ha convertido en lugar común el echar las culpas sobre los políticos y los periodistas. Con ello se consigue, en primer lugar, liberar al gobierno y a los poderes públicos de responsabilidad y, a seguir, lavarse las manos cual Poncio Pilatos. A lo sumo, el gobierno hace lo que le da la gana porque nosotros, los políticos y los periodistas, lo permitimos. Habrase visto.
A estas alturas del desastre, todavía hay gente que me escribe diciéndome que marchó y caminó. Lo exhiben como suerte de cartilla de indulgencia plenaria. Es el comodín de excusas para la anomia, que sólo habla de anemia ciudadana. No falta quien me escribe advirtiéndome que en tal o cual restaurante vio a líderes de oposición reunidos con dirigentes rojos rojitos. Claro, no dice nombres ni hace una denuncia seria. No se pregunta si el supuesto encuentro pudo ser, por ejemplo, un intento nada perverso por construir puentes en medio de una crisis de proporciones magnas. No. Simplemente me escribe y ya. Le respondo que cuando uno ve la comisión de un acto impropio denunciar no es una opción, es una obli gación. Se sale de la suerte apuntando que en Venezuela el denunciante termina preso. Tiene razón. Tal riesgo existe. Pero entre líneas intuyo que "eso" nos toca a los políticos y los periodistas. Porque nosotros escogimos esta profesión. Por cierto, dentro de las categorías "políti cos" y "periodistas" se incluye a dirigentes de ONGs y columnistas aunque no sean formalmente periodistas.
En fin, este escrito no es un intento catártico. Es más bien un ataque de tristeza. Llegamos al día de los inocentes de 2014 sin una pizca de inocencia. En este proceso profundamente destructivo y alienante es claro que algunos son más culpables que otros, pero aquí nada tenemos que celebrar. El país destruido nos tiene que doler a todos.
De Kennedy recuerdo su frase: "No preguntes qué va hacer el país por ti, pregúntate que vas a hacer tú por tu país". Por de pronto, el 15 pinta de elecciones. Ojalá entendamos que sólo por la vía electoral podemos ganar. A las botas se les vence con votos.
soledadmorillobelloso@gmail.com
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