Carlos Blanco
El país
está en transición hacia un nuevo modelo político. El régimen, tal como está,
no parece que pueda mantenerse sin cambio; la economía está colapsada, su base
política se ha erosionado y los ciudadanos están que no soportan, sean o no
chavistas. El de a pie tiene una pregunta: “¿Hasta cuándo?”
Desde el
punto de vista analítico no es inevitable que la transición conduzca a la
democracia. Una posibilidad es que el régimen, desasistido de las alianzas que
construyó Chávez y que Maduro desbarató, termine en los brazos de los grupos
más represivos e inclementes de las fuerzas militares, policiales y
paramilitares. La nueva “política social” consistente en los ajusticiamientos
de jóvenes puede indicar que la descomposición es mayor de lo que revelan los
miasmas de lo que quiso ser una revolución. Es posible que otros miembros del
régimen tengan esperanzas; Diosdado Cabello ha hablado de “transición al
socialismo”, que tal vez sea el nombre-código del cambio hacia algún lugar que
obviamente no es éste en el cual se encuentra el régimen.
La otra
posibilidad es la de la transición a la democracia, tal como ha sido enarbolada
en el Acuerdo para la Transición propuesto por María Corina Machado, Antonio
Ledezma y Leopoldo López, respaldado hasta la fecha por decenas de miles de
firmas. Es una propuesta que apunta hacia un entendimiento nacional y ha sido
presentada para la más amplia discusión; allí se muestra que existe un futuro
posible, y que no colide en modo alguno con la participación electoral cuando
quiera que ésta tenga lugar. Algunos han atacado con furiosa dedicación la
tesis de la transición como si el planteamiento del reemplazo constitucional de
Maduro, antes o después de las elecciones parlamentarias, y la necesidad de
debatir el tema impidiera el desarrollo de la estrategia electoral. Tal vez les
ocurre con la transición como con el llamado federal de Antonio Leocadio
Guzmán: si ellos “hubieran dicho federación, nosotros habríamos gritado
centralismo”. Si María Corina, Antonio y Leopoldo no hubieran planteado la
transición tal vez sus adversarios la habrían empuñado como bandera.
El país se encuentra en una
encrucijada. La conciencia de este hecho es lo que lleva a un debate que ya no
es entre el régimen y la oposición sino entre todas las ramas del régimen y
todas las vertientes de la oposición, incluido el chavismo que demora en sus
filas. La transición comenzó, lo más útil es canalizarla para que conduzca a la
libertad y la democracia.
Vía El Nacional
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