Afrontar
y solventar los graves desequilibrios que aquejan a la economía venezolana
exige la implementación de un complejo plan de ajuste que generará dolorosas
consecuencias a toda la población. Desgraciadamente, no hay soluciones mágicas
o sencillas para atacar eficazmente tan complejos y distorsionados problemas.
Esos
desbalances existen desde hace varios años, y se han profundizado con el
transcurrir del tiempo debido a las pobres e irresponsables políticas públicas
que se han venido aplicando, habiéndose agravado durante los últimos meses
debido al desplome de los precios petroleros. Estos descalabros están presentes
en las áreas fiscal, monetaria, financiera, cambiaria, real y petrolera,
generándose graves distorsiones económicas y sociales debido a la escasez de
divisas, a la galopante inflación que se padece, a la contracción de la
actividad productiva, al deterioro de la situación laboral, a la caída de la
capacidad de compra de los ingresos de las personas, al desmejoramiento de la
calidad de vida de la población y al repunte de la pobreza.
Para
visualizar la complejidad del plan de ajuste requerido basta con mencionar tan
solo algunos de sus principales componentes. La corrección del enorme
desequilibrio fiscal, que se manifiesta en un déficit del sector público que
equivale a cerca de 20% del PIB, exige la reducción y racionalización del gasto
público y el incremento de los ingresos, para lo cual urge la revisión de las
tarifas de los servicios públicos y el incremento de los precios de algunos
productos, el de la gasolina entre ellos. La solución del desequilibrio
monetario debido al crecimiento desproporcionado del dinero en poder del
público, exige la reducción progresiva pero decidida del financiamiento de
gasto público deficitario por parte del BCV –al que hay que devolverle su
autonomía–, suspender la transferencia de reservas internacionales al Fonden, y
eliminar el traspaso al gobierno de utilidades cambiarias ficticias del
instituto emisor, todo ello buscando un comportamiento racional de la oferta
monetaria. También es necesario aplicar correctivos en el sector financiero,
buscando la sinceración de las tasas de interés, hoy profundamente negativas en
términos reales, y el desmantelamiento progresivo de los créditos subsidiados
impuestos a los bancos, debiéndose estudiar la posibilidad de que el BCV
absorba parte de los activos de bajo rendimiento que ha adquirido la banca de
forma conminatoria.
En lo
cambiario, se impone el desmantelamiento gradual del control de cambios y su
sustitución ulterior por un sistema de libre convertibilidad, dinámico y
racional, con un tipo de cambio único y fluctuante determinado por el mercado,
que evite la sobrevaluación del bolívar. En el ínterin, por una parte, debe
legalizarse el mercado paralelo y actuar en él decididamente con el fin de que
el tipo de cambio libre tienda a niveles más realistas que los actuales y, por
la otra, ajustar y dinamizar las tasas preferenciales; con estas acciones se
buscaría una convergencia de los tipos de cambio hacia un nivel racional, al
que se pueda unificar la tasa cuando se implemente el nuevo sistema de libre
convertibilidad.
Hay que
estimular la inversión privada con el fin de diversificar y aumentar la
producción y elevar la productividad, reprivatizar empresas públicas
ineficientes, eliminar la inamovilidad laboral y los absurdos controles de
precios y de otra índole, permitiendo que las fuerzas naturales del mercado
actúen eficientemente, todo ello dentro de un marco lógico de regulación y
supervisión.
Estas, y muchas otras acciones en
áreas diversas, la petrolera entre ellas, conforman el complejo, difícil y
traumático plan de ajuste requerido, que tiene que complementarse con
eficientes programas sociales que mitiguen sus efectos dolorosos,
particularmente sobre los más pobres. Como se ve, no hay soluciones mágicas a
los graves problemas que nos aquejan.
Vía El Nacional
No comments:
Post a Comment