EDITORIAL EL
PAÍs. ESPAÑA
La
recesión se ha convertido en algo más que una amenaza lejana para América
Latina. El Banco Mundial pronostica un crecimiento del 0,4% para la zona en
2015; es decir, que varios países estarán incursos en una fase recesiva y
otros, que confiaban en salir de ella durante este ejercicio, tendrán que
esperar varios trimestres. El Banco Mundial esgrime causas genéricas: debilidad
del consumo y de la inversión, la caída de los precios de las materias primas
(en especial, del petróleo, que constituye prácticamente la única fuente de
ingresos en varios países) y la ralentización, quizá circunstancial, de Estados
Unidos y China.
La amenaza puede ser más acuciante en cuanto
Washington suba los tipos de interés. El desplazamiento de las inversiones
desde América Latina y otros países emergentes hacia áreas monetarias mejor
remuneradas puede agravar la situación en países como Brasil (la economía más
importante de Latinoamérica) o Argentina. Brasil es un caso de distorsión
estadística que merece reflexión. Las previsiones daban para este año un
crecimiento probable del 1% este año; pero se va a contraer en el 1,3%. Los
factores que influyen sobre el crecimiento brasileño (crudo, tipo de interés
del dólar) no han variado entre ambos pronósticos, salvo, quizá, la aparición
de sequías en el subcontinente.
Una recesión o un estancamiento
general en Latinoamérica tiene efectos muy destructivos. Genera aumentos
rápidos de pobreza y destrucción masiva de tejido empresarial. El FMI podría
probablemente desarrollar otro discurso y proponer para Latinoamérica cambios
que potencien la estructura fiscal de los países e inyecciones de inversión que
procuren infraestructuras y eleven el capital tecnológico. Los tibios
compromisos de inversión anunciados en la reunión de la CELAC constituyen un
esfuerzo ostensiblemente raquítico.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
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