RUBÉN
OSORIO CANALES
¿Por qué
piensa usted que decenas de ex mandatarios latino americanos y centenares
de líderes mundiales con ideologías distintas están unidos a la causa de los
presos venezolanos? La respuesta es muy sencilla, porque son demócratas.
La
democracia nunca será vencida, gobiernos autoritarios, autocráticos,
comunistas, fascistas, islamistas, fundamentalistas, podrán caerle a palos,
cortarlas en dos o más pedazos, podrán encerrarla en calabozos con nombres
macabros como la tumba, podrán raparle el pelo, y humillar a sus líderes con el
maltrato de los verdugos, podrán lanzar al vacío fotógrafos y periodistas,
meter presos a jóvenes que reclaman sus derechos, podrán descalificar,
proferir amenazas y ocupar su tiempo en sembrar violencia y miedo, podrán
llevar a cabo las mayores perversidades de la abyección que mentes enfermas
puedan imaginar, pero la democracia siempre estará viva reclamando su espacio.
Cada
latigazo, cada atropello judicial contra nuestros presos, hacen que la
democracia ruja en cada conciencia. En nuestro caso no importa si es militando
en la MUD, o en partidos y asociaciones distintas, solo basta para manifestar
su existencia y su razón de ser que exista en la conciencia democrática de cada
ciudadano y eso es lo que está saliendo a la luz en este escenario de oprobios.
Demócratas de Venezuela, uníos.
Los
últimos sucesos políticos ocurridos como fueron las votaciones de las
primarias, la convocatoria de Leopoldo López, la respuesta masiva y
extraordinaria a esa convocatoria, la decisión, esperemos que firme como signo
de renovación, que provocó en la MUD de acoplarse y luchar todos juntos
por todas las materias pendientes como son los presos políticos y la urgencia
de sus libertades respectivas, las luchas por adecentar al CNE, la exigencia de
veedores internacionales para vigilar desde ya y por tiempo indefinido el
proceso electoral, la orquestación de un plan de protestas por hechos puntuales
nos están diciendo con una claridad meridiana que todos los factores
democráticos del país decidieron unirse por encima de cualquier interés
subalterno en defensa y por la conquista de la democracia misma y con ello
devolverle al parlamento la dignidad perdida en el lenguaje soez de su actual
fraudulenta “mayoría”. Todos propósitos que tienen que unir de manera total a
todos los demócratas partiendo de un hecho real que no es otro que estar en
medio de una lucha entre al castro comunismo armado, impúdico y lleno de
malas intenciones y la democracia, sin armas y con la sola razón, , con el
agravante de que el régimen está herido en su amor propio al haber perdido, de
manera casi irreversible, el afecto popular de una inmensa masa que una
vez lo acompañó y que hoy, decidió abandonarlo, gracias a su incapacidad
de rectificar unas políticas que sencillamente están llevando a la ruina a
Venezuela.
Demasiados
abusos, violaciones, atropellos a la razón que un pueblo paciente pero digno y
con carácter, no podía aguantar por mucho tiempo. Por eso vemos que despertó
y, ya sin vendas en los ojos, reclama.
La gran
paradoja de este gobierno es que pretende enarbolar la bandera de la paz, con
un permanente discurso de guerra, sin entender que si algo despierta fatales
climas de incertidumbre, es precisamente el lenguaje de la violencia. Haber
extremado el castigo a López, Ceballos y los presos políticos al extremo que a
los agraviados no les quedó otro camino para sacudir la conciencia del
pueblo que lanzarse a una huelga de hambre que pareciera llevar el mismo
desarrollo (y esperemos que no su desenlace) de la famosa huelga del nunca
olvidado Franklin Brito, es ya motivo de alarma nacional e internacional, pero
si a eso le añadimos las amenazas de la alta cúpula comenzando por el Presidente
de la República, cuando advierte que de no triunfar la revolución, a
Venezuela le espera sangre y muerte, las que salen de la AN cuando de la
bancada oficial gritan que la única manera de tener paz es con la mayoría
parlamentaria en sus manos, o las que salen de la boca de algunos
gobernadores en cuyos territorios las agresiones, la
violencia y las amenazas se han descarrilado con el estruendo de un tren
a trescientos kilómetros por hora, llenando el espacio de paisajes
macabros, ver cómo actúan ciertos grupos tan fanatizados que
parecieran ser miembros o discípulos del ISIS al tomar alcaldías
gobernadas por la oposición, es un espectáculo que se hace más que
dantesco, cuando impulsado por el odio y el fanatismo, agreden
salvajemente a funcionarios y periodistas y hasta los lanzan al vacío sin
ningún rasgo de arrepentimiento, ver el ensañamiento contra nuestros presos
políticos, o la persecución en caliente contra la oposición más vigorosa, o
cómo ciertos jefes del gobierno declaran objetivos de guerra a líderes de la
disidencia son, como otras muchas, señales que nos
están diciendo que los tiempos que vienen son muy oscuros, y que más que nunca
se requiere de una unidad todo terreno para sobrevivir y sobreponerse
al sofoco. Que más que electoralmente, la unidad de todos los demócratas sin
importar su filiación política, es una necesidad de supervivencia de la
verdadera venezolanidad que reside en un sentimiento democrático
indestructible.
Toda
vez que la cúpula cívico militar, más militar que cívica, tomó la decisión de
pisarle el acelerador a la represión sin importarle las consecuencias, la
oposición está obligada a unificarse más cada día y a concebir estrategias que
evidencien la verdadera naturaleza del régimen para que el mundo entero vea con
una claridad cada día mayor el autoritarismo y el ensañamiento de un régimen
ofuscado, no solo por una crisis que sus propias decisiones provocaron, si no
por la crítica de la disidencia que hoy día es mayoría absoluta,
y por la desaprobación y el rechazo a sus métodos de toda la gente que
una vez los acompañó y que hoy sencillamente abandona la nave con
expresiones críticas cada vez más visibles.
Ciertamente la fiera está
despechada, herida, con el odio revuelto, el dedo en el
gatillo, más peligrosa que nunca, rumiando y vomitando propósitos
oscuros. Lo más preocupante de todo este asunto es que los verdugos no se
cansan de sembrar y recoger la cosecha de la violencia, hecho que obliga
a todos los demócratas del país, a unirnos todos para devolverle a la
democracia el sitial que le corresponde.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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