Friday, August 5, 2016

Dar de comer al hambriento

EN:
BEATRIZ DE MAJO
En el año 2050 la población de China alcanzará un pico de 1.800 millones de personas. Pero no hay que llegar hasta allí para saber que los problemas del sostenimiento de una población tan numerosa no son pocos. Hoy, por ejemplo, su deuda externa representa 3 veces el valor de su producto interno bruto, un tema que no se resuelve de la noche  la mañana. Pero, si el pobre desempeño de sus variables macroeconómicas les quita el sueño a sus líderes hay otros temas no menos graves y si más urgentes que contribuyen igualmente a sostener su insomnio. Quizá el más protuberante, inmediato y estratégico de los escollos que el país enfrenta gira en torno a la alimentación de la población. ¿Cómo dar de comer a 1350 millones de bocas en un país cuya economía retrocede cada año? Y al propio tiempo, ¿cómo dar de comer a un país que se intenta convertir en próspero, cuando la principal consecuencia de la prosperidad es el mayor consumo poblacional de alimentos y particularmente de carne?
Un solo ejemplo ilustra acerca de la dimensión del problema. A la hora actual el gran gigante de Asia consume el 50% de los puercos del mundo entero. El reto del Partido Comunista es, pues, enorme. Por ello su política agrícola y sus necesidades alimentarias van de la mano. La necesidad de proporcionar carne a una población crecientemente exigente, la imposibilidad de ser autosuficiente alimentariamente, además de los problemas de insuficiencia de áreas cultivables y la contaminación de sus aguas son hechos que han estado impulsado una relación comercial y de negocios cada día más estrecha de China con países productores de alimentos para humanos y alimentos para consumo animal. La tendencia, en los planes quinquenales de desarrollo ha sido la de privilegiar el crecimiento de la agricultura dentro del territorio chino para fortalecer la producción de alimentos para consumo humano y orientar las importaciones hacia los productos destinados a consumo animal.
Latinoamérica y el Caribe han sido unas de las áreas beneficiadas de esta interacción. Dos segmentos de críticos para la alimentación en China están siendo abastecidas parcialmente desde nuestra geografía: soya para puercos y harina de pescado para pollos.
Brasil, Argentina, Perú, Jamaica y México concentran la mayor parte del comercio. Los productos que han sido el foco son harina de soya, harina de pescado y en menor proporción azúcar y carne de puercos y, es gracias a la exponenciación de las compras de los mismos que las exportaciones agrícolas desde nuestra región hacia China se han catapultado desde 2.000 millones de dólares hasta más de 30.000 para este momento.
Lo más prometedor de esta relación es que China se ha estado orientando no solo hacia la adquisición de alimentos sino hacia su producción en la región a través de inversiones conjuntas con empresarios latinoamericanos y a la transferencia tecnológica en temas como irrigación, almacenamiento y procesamiento. La construcción de infraestructura para acercar las producciones a los puertos también ha sido un componente significativo de la relación bilateral que los latinoamericanos han comenzado a explotar con el fin de que sea una relación ganar- ganar la que impulse las nuevas etapas.
En síntesis, esta necesidad imperiosa de China de proveer el sustento de su clase media en expansión está acercando de manera notoria las dos regiones. 


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