Gustavo Coronel
¿Estaré
equivocado sobre el diálogo que se lleva a cabo en Venezuela? Al leer
lo que escriben sobre el diálogo venezolanos
tan sensatos como José V. Carrasquero, Paulina Gamus y Américo Martín, o
el editorial de Analítica sobre el tema, o lo que dice nuestro nuevo
Cardenal, Baltazar Porras (“No estamos con la oposición sino con el
pueblo”) comienzo a pensar que debo estar equivocado
en mis planteamientos sobre la inmoralidad y el error estratégico de
este diálogo. Me siento reprendido por compartir una postura crítica
frente al diálogo. Me siento como un “manager de tribuna”, afectuoso
apelativo usado por Paulina Gamus y que bien
conocemos los fanáticos al béisbol y me siento aludido como uno de los
“empantuflados”, “guerreros del teclado” y “sedientos de venganza” de
los cuales se habla como agentes de la desunión y como incitadores a la
violencia.
También
es cierto que hay otros venezolanos, igualmente respetables, cuya
postura es, como la mía, de rechazo al diálogo,
entre ellos Carlos Blanco, Antonio Sánchez García, Luis José Semprún,
Marianela Salazar y Charito Rojas. Ello me hace sentir mejor, pero
siempre me queda la duda de estar cometiendo un error y una injusticia
al criticar tan duramente al diálogo y a quienes
lo facilitan.
Pienso, por lo tanto, que debemos hacer un esfuerzo por comprendernos, quienes criticamos o defendemos el diálogo. Para ello
deseo comenzar por poner en el papel lo que todos los opositores parecemos tener en común:
1. Creo
que todos estamos de acuerdo en que el régimen que nos oprime desde
hace 18 años es inepto, corrupto y violatorio de la Constitución. Yo
también estoy convencido de que es ilegítimo, aunque no estoy seguro de
cómo piensan sobre esto último quienes defienden
al diálogo. Digamos que su ilegitimidad se deriva de su comportamiento,
para no argumentar aquí que también se deriva de su origen,
2. Creo
que todos sabemos ya que Venezuela se ha convertido en un narco estado,
dado que hasta a los niveles más altos de la burocracia civil y militar
del país hay gente involucrada en esta práctica,
3. Creo
que todos estamos de acuerdo en que el régimen ha destruido al país. No
hay índice económico o social que no esté entre los peores del planeta,
si no el peor: inflación, criminalidad, competitividad, riesgo-país,
gobernabilidad, calidad de vida, derechos humanos,
democracia. El régimen venezolano es visto en el mundo como forajido y
aliado de las dictaduras más odiosas del planeta: Siria, Libia, Corea
del Norte, Cuba, Nicaragua, Zimbabue y de organizaciones terroristas
como las FARC,
4. Creo
que todos estamos de acuerdo que el régimen lleva a cabo una política
constante e ininterrumpida de descalificación de la oposición y de la
Asamblea Nacional, la cual no ha cesado durante el período del diálogo
sino, que al contrario, parece haberse incrementado.
Como diría uno de los hampones del régimen: A dios rogando y con el
mazo dando. La prohibición de enjuiciar políticamente a Maduro y de
investigar a PDVSA se ha hecho en los últimos días,
5. Creo
que todos debemos admitir que los niveles de indignación ciudadana
estaban en su punto más alto en mucho tiempo, cuando la MUD decidió
sentarse a dialogar, desmontando las acciones políticas y de calle que
se habían proyectado, las cuales contaban con la aprobación
casi unánime de los venezolanos opositores, hoy en día en clara
mayoría.
Además de estos puntos arriba mencionados, en los cuales todos los opositores parecemos estar
esencialmente de acuerdo, hay otros en los cuales existen diferencias de criterio pero que igualmente debemos mencionar:
1. La
MUD es la organización de oposición que actúa hoy en nombre de todos
los venezolanos pero no ha hecho ningún esfuerzo conocido para ampliar
la base de representación y llevarla, de lo puramente político a la
integración de un Gran Frente Nacional que incluya
a toda la Sociedad Civil.
2. La
MUD es la conductora de nuestro vehículo oposicionista, un vehículo en
el cual todos los venezolanos dignos somos pasajeros. Ello lo hace
objeto natural de elogios y de críticas de quienes son pasajeros del
vehículo. El derecho de todos los pasajeros a opinar
sobre la velocidad, las maniobras, la destreza del conductor no puede
ser negado por otros pasajeros. Todos los venezolanos, estemos donde
estemos, tenemos derecho a opinar, sin ser descalificados por hacerlo,
3. La
MUD y los actores externos a la MUD quienes propician el diálogo han
impuesto una premisa que parecería incorrecta: Diálogo o Sangre. O nos
sentamos a dialogar con el régimen, dicen, o habrá una guerra civil. O
dialogamos o rompemos la sagrada unidad. Aunque
ese riesgo siempre existe, creo que se ha magnificado de manera
desmesurada. Al imponer lo que en mi opinión es un falso dilema, quienes
nos empujan a la mesa de diálogo están ejerciendo, sin quererlo o
queriéndolo, una especie de chantaje psicológico sobre
los venezolanos. Le están restando al país una alternativa que no ha
sido desarrollada, es decir, la protesta masiva de la Sociedad Civil,
incluyendo una huelga general, combinada con la desobediencia civil,
4. Para
desmontar la posibilidad de esta alternativa se usan los más variados
argumentos: el país no está organizado para eso, se dice, Bueno,
organícese. Eso requiere mucha planificación. Se ha hecho en otros
países. Incita a la violencia. La violencia no nos ha
abandonado desde que el régimen está en el poder, está allí todos los
días y ha llevado a 300.000 muertes. El Vaticano nos pidió que no
llevemos a cabo las marchas. El Vaticano no es infalible, al menos en
materia política.
5. Pienso
que la alternativa de la protesta masiva, de la desobediencia civil,
merece una oportunidad y que su puesta en marcha no tiene por qué
conducir a una guerra civil. La violencia, ya se sabe, viene
exclusivamente del régimen. SI el régimen se decide por la violencia
la probabilidad será alta de una intervención de la Fuerza Armada en
contra de quienes apliquen la violencia (es decir, en contra de la
fracción que apoya al régimen porque ella forma parte del régimen) y/o
una intervención internacional en contra de la aplicación
de esa violencia. En cualquier caso, no será posible para el régimen
ejercer esa violencia por mucho tiempo y no habrá guerra civil, definida
como un conflicto armado de larga duración.
6. Una
represión provocada por el régimen sería, en mi opinión, de corta
duración, ya que este es un régimen agonizante en materia financiera y
política. Creo que es un tigre de papel pero cuyos rugidos han hecho
temblar a muchos de manera exagerada y sin real fundamento.
En
resumen, creo que hemos elegido el peor de los caminos, un diálogo que
oxigena al régimen,
que le concede una legitimidad que no tiene, que le permite ir
corriendo la arruga día tras día, mientras el país continúa
desangrándose y mientras ellos continúan insultando a los venezolanos
con su manera cínica, burlona y cursi de abusar del poder.
Después de haber hecho estas consideraciones, hago la última, la que en mi opinión representa
la esencia de mi argumento. Todo lo que he dicho arriba es de naturaleza estratégica y se refiere a como actuamos
para sacar al régimen del poder. Cuando hablamos de diálogo o de
protesta masiva estamos hablando de estrategias. El ingrediente más
importante
de una estrategia es que sea fiel a nuestros principios. Creo que la
estrategia del diálogo con el régimen que conocemos no es fiel a los
principios y valores que deben animar a los venezolanos. Me apena
decirlo pero no puedo dejar de hacerlo. Creo que desde
los más altos niveles del Vaticano hasta quienes de buena fe en
nuestro país se abrazan al diálogo parecen haber olvidado que el simple
hecho de dialogar y negociar (porque eso es inevitable) con un régimen
que todos vemos como dictatorial, corrupto , inepto
y empeñado en prostituir a toda una Nación, nos coloca inevitablemente
a su nivel. Que, al hacerlo, estamos vendiendo nuestra alma. Que
estamos abandonando nuestra dignidad. Que al sentarnos a negociar con
esta pandilla de desalmados echamos por la borda
nuestras esperanzas de reconquistar los principios y valores que hemos
ido perdiendo como pueblo. Que al negociar con el régimen les estamos
diciendo no solo que se pueden quedar un tiempo más en el poder, sino
que pueden irse tranquilos y que mañana o pasado
pueden regresar al poder, confiados en que serán recibidos por gente
dispuesta a negociar con ellos. Cuando nos sentamos a dialogar y
negociar con quienes representan principios opuestos a los nuestros le
estamos diciendo que el crimen si paga. Vamos insensiblemente
adoptando su lenguaje, aceptando hoy lo que era inaceptable ayer y
cediendo milímetro a milímetro nuestros principios, sobre todo si
quienes nos representan en la mesa no son los más íntegros.
Deseo terminar estas reflexiones con las palabras del Papa Francisco, dichas el 13 de mayo de
2013 en Roma, ver: https://www.aciprensa.com/noticias/con-el-diablo-no-se-puede-dialogar-asegura-el-papa-99029/ :
“No
puede haber diálogo con el príncipe de este mundo [el Diablo] , que
esté claro… el diálogo proviene de la caridad, del amor. Pero con ese
príncipe es imposible dialogar:
uno solo puede responder con la Palabra de Dios, que nos defiende. Así
como [el diablo] hizo con Jesús, así hará con nosotros. Solo mira, dirá,
solo haz este pequeño fraude… es un asunto pequeño, realmente nada, y
así él comienza a llevarnos por un camino
que es ligeramente desviado”.
Francisco nos advertía entonces
que quien cede en lo pequeño termina cediendo en lo grande. Esa es una
idea que siempre me ha acompañado y por ello creo que debemos ser
irreductibles.
Por
ello digo: levantémonos de esa mesa indigna y pongámonos de pie como
Nación. Seamos fieles
a nuestros principios y valores. Y ojalá, Cardenal Porras, la Iglesia
esté en la vanguardia de esa rebelión, en el nombre de todo lo que la
anima.
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