Aura Marina Palermo y Federico Boccanera.
JUNIO 15TH, 2016
LA CAÍDA DE LA CASA VENEZUELA
La
creciente volatilidad política, económica y social de Venezuela, exige
para su debido análisis, el reconocer que la posibilidad de comprender
este contexto de extrema incertidumbre, ya no depende exclusivamente de
la aparente claridad de los hechos, ni de la cantidad de la información
que se reciba por medios periodísticos o ciudadanos, sino que depende,
hoy más que nunca, de nuestra capacidad para activar la atención en el
presente, crear nuevas perspectivas, integrar nuevas experiencias y
promover nuevas formas de acción.
Cualquier
persona que interpreta el chavismo sólo como un movimiento político,
demuestra no saber casi nada sobre él. En este caso lo que no sabemos,
demuestra ser mucho más importante que lo que sabemos o creemos saber. A
menudo, lo racional es lo irrelevante, y nos distrae de entender que,
en lo aparentemente irracional, subyacen los verdaderos elementos
determinantes que impactan la realidad.
Necesitamos
con urgencia identificar y denunciar que lo que está pasando en medio
del caos, busca no solo materializar sino consolidar, el denominado
“punto de no retorno” del comunismo castrista en Venezuela, y su
expansión hacia Hispanoamérica y España, mediante el plan denominado
“Plan Nacional Simón Bolívar”, ejecutado primero de la mano de Hugo
Chávez Frías, en su rol de “mesías”, y luego por Nicolás Maduro en su
rol de apóstol.
Contrario
a lo que muchos piensan, aquí y en el exterior, lo que le ha pasado a
Venezuela no es el resultado de las políticas fracasadas de malos
gobiernos: ha sido la ejecutoria de unos gobiernos del mal, si, así como
lo está leyendo.
De
entrada, se debe anunciar en rigor, que esos gobiernos del mal no
obedecieron solamente al dueto de marras, de hecho, son la obra de una
trilogía en la que se debe incluir a Fidel Castro, más bien debería
comenzar por él: el autor original, el verbo, el padre del redentor, y
protector del apóstol.
Todo
comenzó, o más bien terminó de empezar, con la difícil situación
económica que se venía gestando en Venezuela desde la década de los
ochenta, que culminó en la amenaza a las elites por parte de Carlos
Andrés Pérez en su segundo período presidencial (1989-1993), de comenzar
a desmontar el petroestado rentista que había terminado por servir sólo
al poder y nunca a la nación, eso le ofreció la tan deseada oportunidad
a Fidel Castro, de intervenir y actuar con una eficacia que no había
podido ni siquiera soñar, en los años iniciales de su conspiración, en
los años sesenta y setenta.
La
incursión estelar de Fidel Castro en el terreno político nacional, se
visibiliza finalmente con su recibimiento entusiasta por parte de la
intelectualidad y medios, en la cumbre inaugural del segundo gobierno de
Carlos Andrés Pérez en febrero de 1989, la cual precede en apenas 25
días, al estallido social nacional del “Caracazo”, del cual mucho se
duda acerca de su espontaneidad, al menos en su fase de desarrollo
inicial.
El previsor Fidel Castro de 1989, ya había sido advertido por la mismísima Perestroika,
de que la isla “debería defenderse sola” (1986), es el Fidel que en
medio de la festividad intelectual con la que es saludado y recibido,
inicia la fase mediática, expuesta, de su intervención en Venezuela y
hablamos de “fase mediática”, porque la investigación histórica da
cuenta de que venía preparando y entrenando sus cuadros civiles y
militares en el país, desde mucho tiempo atrás, casi desde el mismo
inicio de la democracia civil (1958), la cual coincide casi que
exactamente en tiempos, con la revolución cubana (1959).
Luego
de aquella oportuna incursión triunfante de Fidel por tierra
venezolana, a los pocos días estallaría el sacudón del Caracazo, y pocos
meses después, vendría la caída del muro de Berlín, ese mismo año de
1989, y al año siguiente, la disolución de la Unión Soviética, la cual
obligaría a Cuba a entrar en el “periodo especial”, sin duda alguna, la
más grave crisis jamás vivida por el régimen castrista.
Y en 1992, se intenta el primer golpe, y aparece Chávez.
Y en 1993, se logra por fin derrocar a Carlos Andrés Pérez.
Y en 1994, Chávez es sobreseído de su juicio militar en marzo, y en diciembre aparece en La Habana.
Mientras tanto en el mundo, se festejaba la derrota del comunismo y se anunciaba el “fin de la historia” …
LA INVITACIÓN ES A NO SUBESTIMAR NADA, NI AYER, NI HOY, NI NUNCA.
El
éxito electoral del Chavismo-Castrismo se logró gracias a las elites
que fueron las que apoyaron y fortalecieron el nacimiento del “Fenómeno
Chávez” en las clases medias y populares. Chávez contó con el apoyo y
financiamiento de importantes grupos y personalidades de la industria,
las finanzas, los medios y la academia. Nunca en la historia electoral
venezolana, candidato alguno había podido disponer de tantos recursos, y
de un apoyo intelectual, mediático y económico de tal magnitud.
Han
pasado 17 años, y ese imperdonable error inicial, de subestimación del
personaje, y de lo que él representaba como líder mesiánico de un
proyecto de conquista, dominación y secuestro totalitario de la sociedad
venezolana, está lejos de experimentar algún tipo de rectificación,
pues ese error, en todo sentido, se sigue cometiendo en forma ya
trágica, como si fuese la expresión de una fatalidad inexorable.
Lo
que no se sospecha y se sigue sin sospechar, es de la existencia de un
diseño preciso que ha guiado y ordenado todo lo que han sido estos años
de chavismo y madurismo, diseño de matriz castrista contenido en el
Proyecto Nacional Simón Bolívar, ya mencionado, y que no ha dejado de
ejecutarse nunca, ni siquiera en medio de la “crisis provocada” de 2002,
y con la desaparición física de Chávez. Plan integral, exhaustivo, que
encuentra en una crisis inducida por años contra toda una nación, su
herramienta de mayor eficacia para su avance y consolidación, sin haber
encontrado hasta ahora una verdadera oposición capaz de comprenderlo,
enfrentarlo y detenerlo.
UNA IMPROVISACION PLANIFICADA AL DETALLE
El
Proyecto Nacional Simón Bolívar no es un simple plan de gobierno para
un período presidencial, es la planificación a veinte años de cómo
transformar al país con reservas de petróleo entre las mayores del
mundo, en un estado totalitario Castro comunista, el cual inicia su
camino con la constituyente de 1999, en donde se diseña desde Cuba, un
instrumento de transición gradual para regir toda una etapa de
revolución pasiva al comunismo. De allí que cada vez que uno observa a
los “líderes” opositores, aferrarse a la constitución bolivariana, se
debe soportar la grima de ver con que gusto se entregan a consagrar, la
primera muestra triunfante de la conquista chavista del poder. Pues la
primera trampa caza bobos de la revolución, fue y sigue siendo, la
Constitución del 99.
De
allí en adelante, se ha ido avanzando sin prisa, pero sin pausa,
mediante leyes habilitantes, y un sin fin de reformas jurídicas,
promulgadas casi siempre en medio de situaciones críticas creadas al
efecto para justificar las acciones, culpando y acusando de paso al
viejo modelo y sus actores. Con la aplicación de ese infalible método
fascista de conquista, se ha logrado imponer el proyecto (el proceso)
sin experimentar resbalón alguno, salvo el “accidental” de 2002, y se ha
ido acorralando cada vez más al país, incluyendo esas elites y sus
estamentos culturales, económicos y políticos, que han debido ser, el
grupo que opusiese la mayor resistencia.
La inmensa mayoría de analistas y opinion leaders del
statu quo, que han etiquetado en forma displicente al régimen como la
“maquinita de imprimir gacetas…” llenas de medidas “absurdas e
improvisadas…” jamás se tomaron la molestia de armar el rompecabezas,
cuya estructura le ha permitido la destrucción paulatina de la base
económica del país, de la producción y el mercado, para avanzar hacia
una estatización esencialmente comunista, en donde por un lado se
preserva el reparto mercantilista que permite ese “capitalismo para los
amigos”, que sólo crea riqueza para una minoría selecta, y por el otro y
para abastecer en lo básico a esa mayoría de la población condenada a
la necesaria pobreza y miseria, se ha ido creando un circuito de
importación/distribución de subsistencia/asistencia, por vía de una
extensa red de mercados, abastos y misiones estatales, que ahora en
estos días ha saltado a la palestra informativa con la creación de los
comités locales de abastecimiento y producción (CLAP) medida de
respuesta a la “guerra económica” a la cual seguirá la tarjeta de
“abastecimiento” seguro” de próxima aparición, y todas las misiones y
grandes misiones del futuro estado comunal/estado de misiones.
El
cambio en el rol del Estado, que se viene gestando desde 1999, tiene
como objetivo el lograr que el proceso acumulativo se oriente en medio
de un caos “controlado”, hasta lograr la “ruptura histórica” para asa
poder dar el “salto adelante” en un momento determinado, a la
“revolución socialista”, la implicará la colectivización de la
producción social, de la propiedad y de la sociedad que se fundirán en
el futuro estado comunal.
Es
ya un hecho público y notorio desde hace un buen tiempo, que esta
“caotización”, va siempre de la mano de otros anuncios que parecieran
aumentar la falsa entropía del falso desorden del régimen, cuando en
realidad es lo contrario, y así en apariencia lo son los “conglomerados
productivos”, las empresas de producción social, el plan de siembra
urbana, el “plan 50” y los “9 motores de desarrollo económico”, la
producción comunal, las capta huellas en los comercios privados y
públicos, el “casa por casa”, y ahora los CLAP, todos episodios que son
reiteradamente tomados a burla por los forjadores de opinión pública,
cuando lo que en realidad está en desarrollo es la construcción
paulatina e imparable, de la estructura operativa de lo que ellos prevén
como la era “pos capitalista”.
Paradójicamente
quienes se burlan y reducen todo análisis y explicación de este estado
de cosas a la consabida rebatiña de una confederación de ladrones,
corruptos e ineptos de primera categoría (cuya existencia desde luego no
puede negarse), pertenecen al mismo estamento que se encuentra
íntimamente relacionado con esos empresarios que, en vez de pedir y
luchar por el fin de los controles y la injerencia del estado en la
economía, se han reducido ellos también, a volverse tan sumisamente
dependientes del estado y tan pedigüeños, como la población sometida (a
la que en el fondo desprecian). Son los que piden que se le afloje un
poco la soga al cuello, y que, con su entrega cohabitante cuando no
colaboracionista con el estado chavista, terminan por facilitarle su
avance.
Son
quienes pretenden a su vez financiar a medios, periodistas,
encuestadores, analistas, políticos y partidos pseudo opositores, para
que la forja de la opinión pública siempre apunte en la dirección
errada: no hay dictadura sino “democracia deficitaria”, no hay régimen
sino “mal gobierno”, no hay planes totalitarios ni comunistas, sino
corrupción e ineptitud, en fin, fíjense que para este conjunto social,
cosa curiosa, la libertad nunca es una prioridad en su discurso -ni
siquiera aparece en las consignas- y para ello hay una explicación:
ellos son los primeros en saber que, en verdadera democracia y libre
mercado, ellos desaparecerían tan arrasados, como los propios chavistas.
Frente
a esto, se hace muy cuesta arriba, exponer y denunciar que todo lo
siniestro, lo irracional, lo impensable, es posible, cuando nos
enfrentamos a un poder que pretende consolidarse AL COSTO QUE SEA y que
no les importa nada ni la falta de comida, o la muerte de seres humanos
por la escasez de medicinas, ni el hampa desbordada, ni la ruina
económica, en otras palabras, la destrucción del país.
Para
ello, una vez más insistimos en que el caos -y el conflicto- le resulta
indispensable al régimen y por eso deben fomentarlo, de la misma forma
como el mal capitaliza su fuerza, realimentándose de las miserias del
ser humano, reduciéndolo a solo ocuparse de sus necesidades básicas para
garantizar su supervivencia, en unos casos, y haciéndolo esclavo de la
codicia y los resentimientos, en otros casos. Esto permite distraer al
colectivo -al final a toda la sociedad- y avanzar en la construcción del
socialismo del siglo XXI, es decir el comunismo, mediante la aplicación
de una estrategia llamada de “injerto socialista”, que determina una
etapa en donde conviven el capitalismo, especialmente en su variante de
degeneración mercantilista, con el socialismo, mientras se construye y
avanza con un nuevo marco jurídico, y se generan las condiciones
objetivas y subjetivas de crisis orgánica, tendientes a provocar la
“ruptura histórica” y así dar el siguiente paso a la fase superior: el
socialismo revolucionario.
LA MENTE MAESTRA DEL MAL
Si
siempre fue y sigue siendo un terrible error histórico, subestimar
primero a Chávez y ahora Maduro, peor aún lo es, el de subestimar a las
mentes siniestras de los hermanos Castro, en especial la de Fidel, que
tiene décadas preparando la expansión de sus tentáculos a Latinoamérica
(incluyendo Brasil), desde la base estratégica que para ellos siempre ha
estado representada en Venezuela.
Esto
que debería ser argumento desgastado por el uso, toca repetirlo,
volverlo a proponer y volverlo a machacar, como si un impedimento
“cultural”, impidiese su asimilación definitiva por parte no solo de la
gente común, sino de la intelectualidad, la dirigencia y los liderazgos,
supuestamente llamados a orientar y dirigir su destino.
En
1993 el bloque histórico constituido a partir de la degeneración
rentista, se rebelaría contra Carlos Andrés Pérez, para así superar la
amenaza inadmisible de un estado despojándose de prerrogativas y
privilegios, ampliando su democracia y superando su devenir estatista e
intervencionista, hacia el libre mercado.
En
1994, ese mismo bloque histórico coloca a Chávez en posición anotadora
para hacerse con el poder, creyéndolo maleable y manejable a gusto y
conveniencia, y en realidad si lo era, sólo que alguien se les adelantó
en el modelado de la figura: Fidel Castro, el incuestionable consentido
de muchas elites venezolanas, latinoamericanas y europeas, ayer, ahora y
siempre.
Hoy,
ese mismo bloque histórico amenaza con ser a su vez superado por un
quiebre que nos llevara a un comunismo de conveniente doble modelo, con
estado comunal para el pueblo y clases medias derrotadas, y
rentismo/mercantilismo/capital ismo, confinado a determinadas zonas
económicas especiales, abiertas a la inversión internacional y de
burguesías nacionales debidamente conformadas desde el poder, siguiendo
un modelo semejante al chino, que Cuba también transitará junto a
Venezuela, en oportuno paralelismo de metrópolis/colonia, y bajo
aprobación continental, “imperial” y vaticana.
Y
esto podría ocurrir, bien sea mediante ruptura histórica, o por
intermedio de un período transicional de régimen consensual, disfraz de
democracia, dialogado/pactado de mutua conveniencia, entre estamentos de
poder locales y “hemisféricos” (USA/Cuba/UNASUR/España/Vatica
no/Rusia/China/Irán).
(USA lo aprobará tanto con la “liberal” Clinton, como con el populista Trump, no se ilusionen)
“Todo sea por el diálogo y la paz”.
Luego vendrá Colombia, ya bajo asedio sofocante. Y si se descuidan, también España.
Pero
nadie debería sentirse a salvo en el fondo, porque el desprestigio casi
ecuménico de las clases gobernantes y sus elites asociadas, podría
crear puntos vulnerables a la infección progresista/autoritaria/social
ista casi que en cualquier parte, usando para abrirse paso ese populismo
demagógico, que parece estar viviendo una nueva primavera, incluso en
el primer mundo, populismo que por ser la patología política oportunista
por excelencia, resulta ser también el instrumento de arado más eficaz,
para preparar el campo a la siembra del mal.
LO QUE TOCA
Toca
antes que nada adquirir plena consciencia de la amenaza del castrismo y
su vigencia plena, incluso en vías de reforzarse y expandirse.
Toca
identificar esta amenaza en forma inequívoca, sin eufemismos ni
expedientes lingüísticos de corrección política. Hay que rescatar y
reconstruir el lenguaje para poder volver a llamar a las cosas por su
nombre. La amenaza es contra la Libertad y la Democracia en América, y
desde hace casi un siglo, esa amenaza ha sido y seguirá siendo el
comunismo, cuya punta de lanza excelsa es el castrismo, el cual ahora
podría contar con un aliado estratégico, en el populismo de primer mundo
(y también en cierto populismo ecuménico que el vaticano pareciera
estar abrazando).
Toca
denunciar esta amenaza y difundirla, y exponer a sus encubridores,
incluso a los encubridores inconscientes. A estas alturas, hasta los
beneficios de la duda han de considerarse pecados de ingenuidad, de
omisión, o más directamente de colaboración.
Toca
trabajar para orientar y construir alternativas. Solo con nuevas
organizaciones, civiles y políticas, con nuevos equipos formadores de
opinión y liderazgo, se podrá enfrentar el expansionismo castrista y sus
extensos estamentos colaboradores, enquistados en las élites de muchos
países iberoamericanos, comenzando por la misma España.
Si
no la hacemos, corremos el peligro de perder toda soberanía y por lo
tanto la capacidad de autodeterminarnos, tal como trágicamente, le ha
estado pasando a Venezuela.
Aura Marina Palermo y Federico Boccanera.
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