Sigue el mandamás de AD en el ruedo de la política exhibiendo todas las marrullerías del oficio. Embriagado de socarronería por sus cuatro gobernadores electos, los dejó en libertad –de la boca para afuera– para que doblaran la cerviz frente a la presidente de la espuria asamblea nacional constituyente y se subordinaran ante el régimen; así pretendió salvarse de la incineradora de la opinión pública que lo reconoce como el verdadero artífice del contubernio con la dictadura y con la ANC, a la que él mismo, en una de sus feroces incontinencias verbales, bautizó como la “prostituyente”.
El lamentable capítulo de juramentación de la banda de los cuatro peripatéticos se inscribe en el submundo de la pornografía política y puede entenderse en toda su dimensión en la figura de “la podredumbre” a la que se refería el comandante eterno cuando denigraba de la cuarta república y especialmente cuando quería insultar a los adecos.
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