Mucho me gustaría repetir de manera sincera, el popular deseo de un “Feliz y Próspero Año 2018”, pero hacerlo sería una mentira descarada. Si ya las “Navidades” de 2017 fueron una absoluta catástrofe, sin precedentes en la memoria colectiva de los venezolanos, ¿qué se puede esperar de 2018? Si ya 2017 fue peor que 2016 –lo cual parecía imposible, y 2016 fue peor que 2015, y así hacia atrás durante varios años, ¿qué nos queda para 2018?
Si no hubiera un cambio político de fondo, lo que queda es la profundización y extensión de la crisis humanitaria, ya convertida en catástrofe humanitaria, y el recrudecimiento del despotismo y la violación de los derechos humanos, por parte de la hegemonía, para tratar de continuar en el poder. Y claro, no hace falta tener una bola de cristal para darse cuenta de ello.
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