La decisión de la oposición democrática venezolana de no acudir a las elecciones convocadas por el régimen chavista para el próximo 22 de abril está más que justificada. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición de los partidos de la oposición, no quiere ser una comparsa de una farsa electoral cuyo único objetivo es dotar de apariencia de legitimidad a la perpetuación de Nicolás Maduro en poder.
La convocatoria electoral no puede ser considerada seriamente como una verdadera elección presidencial. Se trata de un proceso en el que no se dan las mínimas garantías ni de igualdad de condiciones ni de transparencia. Se produce además con la vergonzosa existencia de presos políticos o bajo arresto domiciliario y con decenas de miles de venezolanos en el exilio.
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