Para las tribus de las tierras poco fértiles del África sub-sahariana, una planta, llamada Baobab, es apreciada como su árbol de la vida: los alimenta, les da energía, los cura, les da techo. De modo parecido, para los venezolanos, ese soberbio flujo de agua que desciende del Tepuy Kukenan hasta dormirse en el Orinoco, el Caroní, es nuestro río de la luz. Pero hoy deja de serlo porque la indolencia, el latrocinio y la ignorancia envilecieron la fuerza de sus aguas.....
EN: https://www.lapatilla.com/2019/03/31/ramon-pena-caroni/
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