A lo mejor es que seguimos pensando en la democracia aquella, como si ella continuara existiendo en definitiva primavera, impávida eternidad de nuestro orgullo. Y lamentablemente esa ilusión es con la que estamos atados a un patrón de anhelos y conductas que es ficticio e implica que el resultado de frustración, relación entre aspiraciones y logros, esté asegurado.
Esta romántica y perversa concepción ya dicha, trae como consecuencia que la decepción colectiva e individual con sus consabidas respuestas de indiferencia, abulia, evasión, desesperanza, fragilidad anímica y rechazo, individual y social, sea el mercado más próspero para los socios que invierten concienzudamente en tal negocio, el de la dictadura digo, que son sin duda el gobierno y sus aliados, a los que tendríamos que sumar, paradójicamente, algunos que deambulan guasones por los pasillos de la oposición.....
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