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Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Zanahoria y garrote
En plena imposición de una navidad en octubre, los esbirros de Maduro secuestraron al alcalde de Maracaibo y a varios de sus colaboradores.
Una política del terror que va indicándonos de qué se trata la oferta de “normalización” de Maduro. El jefe de una pandilla que, por un lado, le ordena al Sebin encarcelar a un alcalde electo por voluntad popular pero, por el otro, hace ofertas de diálogo a los partidos para hablar de reformas a leyes electorales y de los comicios regionales.
El camino correcto
La represión generalizada y la virulenta reacción de la dictadura de Maduro contra el canciller de Colombia, quien solo repitió ante el senado de su país el mismo mensaje de Gustavo Petro en Nueva York, (que sin actas no hay paraíso), nos indica que el camino de defender y hacer valer los resultados del 28-0J es el correcto. A mayor urticaria madurista, más confesión del daño recibido.
No sabemos qué molestó más al régimen: si la respuesta desafiante de María Corina, o la declaración franca del canciller Murillo. Imaginamos, además, que Maduro y sus secuaces deben ser la comidilla del chismorreo que circula en el “progresismo” latinoamericano, ese que antes le tendía la alfombra roja al “galáctico”.
En todo caso, valga la ocasión para apuntar que aquellos que andan en lo del “pase de página” no solo están vulnerando la voluntad popular tanto como lo ha hecho el propio Maduro, sino que es cuchillo para sus gargantas a futuro, además de servirle en bandeja de plata la receta para disminuir el costo del arrebato electoral. Un “pase de página” además inútil, ante una política de represión ante la que nadie está a salvo por los caprichos de Miraflores.
Jorge Rodríguez ha lanzado un caramelo de cianuro: el diálogo para las reformas de las leyes electorales. El anuncio debe ser entendido como la invitación a un acomodo forzado con Maduro para las regionales y parlamentarias, en las que, obviamente, solo podría participar todo aquél que se “deslinde” de María Corina y Edmundo, aunque el hacerlo tampoco es garantía de nada.
Por eso, hay que insistir tantas veces como sea necesario en la condición ilegítima e ilegal de la proclamación de Maduro, en la monumental elección de Edmundo como presidente electo y en el trabajo interno y externo que tenemos por delante, hasta lograr el objetivo trazado: el cambio.
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