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Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Pacto pragmático
Más petróleo, menos migrantes. Según The Wall Street Journal, ésa es la fórmula que algunos pretenden venderle a Trump, para que acuerde con Maduro un pacto pragmático, en el que la democracia no tendrá prioridad, sino el petróleo y la migración.
Según la fórmula expuesta en TWSJ, si en lugar de desalojar a Maduro se le levantan las sanciones y se le ayuda a quedarse en el poder, entonces el número de migrantes venezolanos hacia Estados Unidos disminuirá… como por arte de magia.
Seguramente, a quienes han pensado en este paquete (¿chileno?) se les pasó por alto el hecho, repetido unas cuantas veces, de que Maduro jamás cumple con los acuerdos que suscribe. Se les olvidó que Biden le liberó a los sobrinos, le indultó a Saab, le levantó las sanciones, todas ellas, y, sin embargo, no cumplió con los acuerdos de Doha y Barbados. Maduro le prometió a sus amigos, Petro y Lula, entregarles las actas del 28-J “en 48 horas”, y todavía las están esperando.
Aún está fresca aquella declaración de Juan González, ex funcionario de Biden, en la que aseguró que, tras el canje de rehenes, Maduro se comprometió a no volver a encarcelar a estadounidenses.
¿Y qué pasó después? ¿Cuántos rehenes norteamericanos tiene Maduro hoy en El Helicoide?
La cosa es al revés
Las estadísticas de las agencias especializadas desmienten la base de la propuesta que pretende ser presentada a la Casa Blanca: en la medida en que Maduro se ha atornillado en el poder, y la esperanza de cambio se desvanece, en esa misma medida la migración ha crecido a niveles abrumadores.
Maduro, todo el mundo lo sabe, es sinónimo de destrucción y estampida humana. No es con su atornillamiento como se va a resolver la oleada migratoria. ¿A quién se pretende engañar? Solo con un cambio político se transformará el modelo económico y habrá incentivos para el retorno de los migrantes, el eje del plan de gobierno de Edmundo y María Corina.
Libertad en EEUU, cárcel en Venezuela
Según la nota periodística, inversores y lobistas viajaron a Caracas para hablar con Maduro: bebieron whisky, comieron carne en un club campestre y caminaron tranquilazos por calles recién pavimentadas.
Se fueron contentos por la “publicidad engañosa” que les mostraron, obviamente lejos de los hospitales sin insumos, lejos de los predios del Wilexis en Petare, lejos del centro de torturas de El Helicoide y, mucho más lejos de la provincia de los apagones y la escasez de combustible.
Uno no sabe qué respuesta tendrán los proponentes que, probablemente, disfrutan, como debe ser, de la libertad plena que les concede el sistema democrático y liberal estadounidense, pero que ¡vaya paradoja!, terminan arrimando el mingo a la Venezuela tiranizada por Maduro.
Aguardamos por la reacción de los senadores Marco Rubio y Mike Waltz, desde sus nuevas posiciones en el futuro gobierno de Trump, así como de los amigos Rick Scott y María Elvira Salazar, entre muchos otros en el Congreso estadounidense. Estaremos atentos.
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