El mundo y especialmente la región latinoamericana amaneció conmovido con la gratísima noticia del rescate de los mineros chilenos, luego de un largo período sepultados en vida en la profundidad de las entrañas de la tierra. Nos unimos a este regocijo, no sólo por el hecho mismo de su regreso sanos y salvos a la superficie, sino por la lección que han dado Chile y sus mineros a latinoamérica y el mundo. Este último aspecto inscribirá indeleblemente este episodio en la historia, con mejores letras de las que mereció el aterrizaje forzoso de un avión en las montañas sureñas hace varios años, gesto también heroico pero que parece haber estado salpicado por manifestaciones de canibalismo...
Lo primero que revela el espisodio de los mineros es el gesto de solidaridad que brindó toda la sociedad chilena sin distingos de ninguna clase, para codo a codo, gobierno y pueblo, lograr un rescate que lucía prácticamente imposible a primera vista. A esta solidaridad se une como otra cara de la moneda, el temple demostrado por los mineros, quienes soportaron con paciencia y entereza largos días sometidos a una situación de penalidades, encierro e incertidumbre, sin perder la fe y esperanza en la llegada del momento del rescate y reencuentro con su familia y allegados.
Sin duda, una muestra del coraje de la gente chilena, expresión genuina de la capacidad de resistencia de los pueblos latinoamericanos frente a la adversidad y de la perseverancia en la búsqsueda de caminos para mejorar su destino...Saludos, jotabe.
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