Monday, April 21, 2014

Un año de Maduro

En: Recibido por email

Andrés Oppenheimer


Ahora que el presidente venezolano Nicolás Maduro ha cumplido su
primer año en el poder, es un buen momento para hacer una evaluación
desapasionada de lo que ha pasado en Venezuela desde que asumió la
presidencia el 19 de abril de 2013, y tratar de anticipar lo que
vendrá.

Veamos los hechos concretos:

• El índice anual de inflación de Venezuela ha aumentado desde el 27.6
por ciento en 2012 hasta el 56.7 por ciento —el más alto del mundo— en
2013, según las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela. La
inflación ha aumentado más, hasta el 57.3 por ciento, en febrero de
este año, según el ente emisor.

La previsión de inflación anual del FMI calcula que el índice subirá
al 75 por ciento a fines de este año, según el director de la división
del Hemisferio Occidental de esa institución, Alejandro Werner.

• La economía venezolana creció sólo un 0.7 por ciento en 2013 —el
índice de crecimiento más bajo de Latinoamérica— y se calcula que se
contraerá un 0.5 por ciento en 2014, según el Banco Mundial. Una vez
más Venezuela será el país latinoamericano de peor desempeño este año,
según los cálculos de esa institución multilateral.

• La escasez de alimentos ha aumentado desde el 15.9 por ciento de
alimentos esenciales en 2012 hasta un 35.2 por ciento en 2013, según
un estudio de Datanalisis publicado por el diario venezolano El
Universal el 17 de marzo. En los primeros dos meses de 2014, la
escasez de alimentos ha aumentado al 47.7 por ciento de los alimentos
esenciales, según el informe.

Entre otros alimentos esenciales, hay escasez de leche, queso, harina,
azúcar, carne, pollo, papel higiénico y otros productos sujetos a los
controles de precio del gobierno. Desde primera hora de la mañana,
muchos venezolanos tienen que formar largas filas en las afueras de
los supermercados que disponen de esos productos.

• El índice de homicidios de Venezuela aumentó de 73 muertes por cada
100,000 habitantes en 2012 hasta 79 muertes por cada 100,000 personas
en 2013, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), un grupo
independiente. En ausencia de cifras oficiales confiables, con los
datos del OVV se estima que la tasa de homicidios se ha cuadruplicado
desde hace 15 años cuando el fallecido presidente Hugo Chávez asumió
la presidencia.

• La violencia política ha dejado un saldo de 41 muertes y cientos de
heridos desde que comenzaron las protestas estudiantiles contra Maduro
el 12 de febrero, según cifras oficiales.

El gobierno de Maduro ha aumentado la represión, los arrestos
arbitrarios, la censura a los medios y otras violaciones de las
libertades básicas, según grupos internacionales de defensa de los
derechos humanos. Las fuerzas del gobierno “han empleado una fuerza
excesiva e ilegal contra los manifestantes”, incluyendo “golpizas a
los detenidos y disparos contra multitudes de personas desarmadas”,
dijo Human Rights Watch. El gobierno de Maduro también sacó del aire
al canal internacional de Colombia NTN24, y ha amenazado con censurar
Twitter y cerrar CNN en el país.

• Maduro dice que es víctima de una conspiración del “imperio” para
asesinarlo, derrocar a su gobierno y apoderarse del petróleo
venezolano, pero nunca ha dado pruebas concretas de la presunta
conspiración de Washington. Los opositores dicen que Maduro, al igual
que Chávez antes que él, inventan supuestas conspiraciones a diario
para justificar sus abusos de poder.

Mi opinión: el mayor problema de Venezuela —y la clave para resolver
su actual crisis política— es el tema no resuelto de la legitimidad de
Maduro.

Maduro fue proclamado presidente por apenas un 1.4 por ciento del voto
tras un cuestionado proceso electoral en 2013, en que no permitió un
tribunal electoral independiente, ni observadores internacionales que
no fueran de países amigos, ni igual tiempo de televisión para su
rival. Si las elecciones venezolanas hubieran sido más creíbles, gran
parte del actual derramamiento de sangre podría haberse evitado.

Ahora, con la economía en ruinas, Maduro se encuentra en un aprieto.
El FMI y la mayoría de los economistas coinciden en que ningún país
puede mantener durante varios años índices de inflación de más del 50
por ciento sin caer en la hiperinflación, o adoptar medidas de
austeridad draconianas que logren bajar la inflación.

En otras palabras, Maduro está ante la alternativa de encaminarse
hacia la hiperinflación, que usualmente lleva al caos político y a
revoluciones, o adoptar un paquete de austeridad como los que
recomienda el FMI, lo que significaría desmantelar su “revolución
socialista” en Venezuela.

Por su propio bien, Maduro debería aprovechar el actual diálogo con la
oposición —supervisado por el Vaticano y la UNASUR— y crear un
tribunal electoral neutral que sea creíble para todos los sectores,
que se encargue de supervisar las próximas elecciones. Esa es la clave
para devolverle a Venezuela un poco de paz social, y de esperanza.

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