Editorial de www.analítica.com
Lunes, 21 de abril de 2014
Una de las condiciones fundamentales para que un diálogo, entre
visiones disímiles, logre algo es que las partes estén dispuestas a dar
concesiones y modificar sus posiciones extremas.
Hasta ahora, como ya pudimos constatar en el 2002/03, el régimen no ha
cambiado ni un ápice en su conducta, a pesar de haberse comprometido,
frente al entonces Secretario de la OEA, a grandes propósitos de orden
democrático.Mucho tememos que ahora el Gobierno pretenda lo mismo: aparentar un diálogo o una voluntad de cambio con la íntima convicción de que, cuando retorne la calma, proseguir su hoja de ruta de imponer el “castrocomunismo” en nuestro país.
Si no perdemos de vista cuál ha sido el comportamiento de este régimen cuando tiene el agua al cuello y nos confiamos en la posibilidad remota de su redención, nos ocurrirá lo mismo que en el pasado.
Por eso hay que ser como Santo Tomás: ver para creer. Eso pasa necesariamente por la liberación inmediata de los presos políticos antes de proseguir dialogando. Lo demás, que es igualmente importante, podrá ser objeto de las verdaderas conversaciones de paz.
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