J.F. IRIBARREN| EL UNIVERSAL
viernes 6 de junio de 2014 12:00 AM
Quizás el mayor bastión geoestratégico alcanzado por los soviéticos durante la Guerra Fría fue Cuba, ubicada en medio de un mundo geopolítico preñado de pobreza, por un lado, y a noventa millas del epicentro de la resistencia del mundo libre, como lo era y lo es EEUU, por el otro. Todavía, en algo, ese valor como punto geoestratégico lo sigue teniendo. Veamos.
Las creencias del Che
Cuando se inició la revolución cubana, simultáneamente a la democracia en Venezuela, tanto el Che como Fidel, pensaron que, por ser ambos regímenes contrarios a las dictaduras militares apoyadas por los norteamericanos, serían objeto de ataques a fin de reinstaurar los gobiernos de fuerzas tradicionales favorables a sus intereses.
Pensaban, asimismo, que la democracia venezolana tomaría el camino de la izquierda, habida cuenta de las consignas antiimperialistas y socialistoides evidenciadas hasta en la letra del himno de AD como partido de gobierno entonces. Ello fue tan claro para el Che, que en su libro, La Guerra de Guerrillas, en una tirada cubana de 1960, expresó que, quizás, la primera agresión norteamericana sería contra el gobierno constitucional de Venezuela, pero tras la victoria de éste, la completa liberación de América, y tras su derrota, la más lóbrega tiranía.
En el primer tomo de las memorias del Dr. Enrique Tejera París, Gobierno en Mano, editado por Libros Marcados, Caracas, encontramos la conversación que él sostuvo, primero en La Habana, con el Che, y luego en Caracas con Betancourt como jefe del Estado venezolano. El Che rechazó de plano la vía electoral sugerida por Tejera y le confesó la alianza a fondo de Cuba con la URSS para evitar una invasión norteamericana a la isla, mientras Betancourt, ampliamente experimentado en esos avatares, le advirtió a Tejera, una vez de regreso a Caracas, que se olvidara de Cuba como hermana latinoamericana, pues veía con claridad que el problema no iría a ser para Washington la democracia en el continente, sino la penetración soviética en plena Guerra Fría. Es seguro que Betancourt intuía que el arma contra el comunismo no eran las dictaduras castrenses, sino la democracia como sistema de libertades públicas. Y no se equivocó.
Las agresiones fracasadas
Lo cierto fue que la primera agresión, como dijo el Che, fue contra Venezuela por su posición geopolítica y geoestratégica, pero no de parte de los norteamericanos, sino precisamente de Cuba cuando atisbaron que el enemigo metódico era la democracia. La evidencia que hoy existe es que fue el Che quien apuntó hacia Venezuela como factor clave por su emplazamiento continental y su riqueza para expandir una revolución acelerada al resto del hemisferio. En vano fueron los intentos. Más tarde, hurgaron en África por cuenta de los soviéticos, y el Che, con mayor visión, y algo díscolo para Moscú, se embarcó en Bolivia como centro geográfico con acceso fronterizo a 5 países del Cono Sur americano.
El sueño tardío pero cumplido
Fracasadas todas esas tentativas, y pasados los años, sin reventar un tiro, cuando menos se lo esperaban en Cuba sobreviviendo a la posguerra fría, aislados luego de intentonas en Centroamérica y Grenada, pero aún ardorosa la vocación rebelde, no para instaurar el comunismo, de suyo antihistórico, y Fidel ya lo sabía más que nadie, sino para usarlo bajo la imagen del socialismo del SXXI, del pobrecismo como causa revolucionaria, tomaron posesión de Venezuela. El botín o bastión fue tan grande que, suponemos, estamos seguros, mejor, que Castro se separó del Gobierno, no solo para remozar en algo la dureza del régimen, sino para manejar los complicados hilos que aterrizarían en La Habana y en sus manos como el páter familia de los venezolanos en revolución.
La índole de Fidel no es para abdicar al poder, ni aún en la ancianidad, así sea a favor de su hermano gemelo, que no lo es Raúl. Lo movió la nueva y gigantesca empresa que significaba y significa Venezuela para sobrevivir de nuevo al costo que sea.
La ignorancia engatusada
Lo más lógico suponer es que engatusó a su anonadado pupilo criollo con el internacionalismo comunista. Tanto sería el embeleso, que hasta se le ocurrió al jefe llanero constituir una sola república, cosa que torearían los cubanos, pero jamás lo aceptarían. Así comenzó la penetración sistemática y bien pagada absurdamente en sectores vitales del país. Una vez establecida la pirámide dentro de Venezuela, su vértice no podía ser otro que el gabinete cubano oculto de subsistencia presidido por Fidel, orientado en la nueva línea de Moscú. Y es en La Habana donde se instrumentan meticulosamente las políticas de Venezuela harto conocidas, y la expansión hacia otras latitudes, que ahora llega hasta las Islas Canarias. ¿Están plenamente conscientes los revolucionarios vernáculos del Gobierno de segundo piso y oculto que tienen encima y lo que ello significa? ¿Tontos útiles o qué? Habrá que pensarlo.
Las creencias del Che
Cuando se inició la revolución cubana, simultáneamente a la democracia en Venezuela, tanto el Che como Fidel, pensaron que, por ser ambos regímenes contrarios a las dictaduras militares apoyadas por los norteamericanos, serían objeto de ataques a fin de reinstaurar los gobiernos de fuerzas tradicionales favorables a sus intereses.
Pensaban, asimismo, que la democracia venezolana tomaría el camino de la izquierda, habida cuenta de las consignas antiimperialistas y socialistoides evidenciadas hasta en la letra del himno de AD como partido de gobierno entonces. Ello fue tan claro para el Che, que en su libro, La Guerra de Guerrillas, en una tirada cubana de 1960, expresó que, quizás, la primera agresión norteamericana sería contra el gobierno constitucional de Venezuela, pero tras la victoria de éste, la completa liberación de América, y tras su derrota, la más lóbrega tiranía.
En el primer tomo de las memorias del Dr. Enrique Tejera París, Gobierno en Mano, editado por Libros Marcados, Caracas, encontramos la conversación que él sostuvo, primero en La Habana, con el Che, y luego en Caracas con Betancourt como jefe del Estado venezolano. El Che rechazó de plano la vía electoral sugerida por Tejera y le confesó la alianza a fondo de Cuba con la URSS para evitar una invasión norteamericana a la isla, mientras Betancourt, ampliamente experimentado en esos avatares, le advirtió a Tejera, una vez de regreso a Caracas, que se olvidara de Cuba como hermana latinoamericana, pues veía con claridad que el problema no iría a ser para Washington la democracia en el continente, sino la penetración soviética en plena Guerra Fría. Es seguro que Betancourt intuía que el arma contra el comunismo no eran las dictaduras castrenses, sino la democracia como sistema de libertades públicas. Y no se equivocó.
Las agresiones fracasadas
Lo cierto fue que la primera agresión, como dijo el Che, fue contra Venezuela por su posición geopolítica y geoestratégica, pero no de parte de los norteamericanos, sino precisamente de Cuba cuando atisbaron que el enemigo metódico era la democracia. La evidencia que hoy existe es que fue el Che quien apuntó hacia Venezuela como factor clave por su emplazamiento continental y su riqueza para expandir una revolución acelerada al resto del hemisferio. En vano fueron los intentos. Más tarde, hurgaron en África por cuenta de los soviéticos, y el Che, con mayor visión, y algo díscolo para Moscú, se embarcó en Bolivia como centro geográfico con acceso fronterizo a 5 países del Cono Sur americano.
El sueño tardío pero cumplido
Fracasadas todas esas tentativas, y pasados los años, sin reventar un tiro, cuando menos se lo esperaban en Cuba sobreviviendo a la posguerra fría, aislados luego de intentonas en Centroamérica y Grenada, pero aún ardorosa la vocación rebelde, no para instaurar el comunismo, de suyo antihistórico, y Fidel ya lo sabía más que nadie, sino para usarlo bajo la imagen del socialismo del SXXI, del pobrecismo como causa revolucionaria, tomaron posesión de Venezuela. El botín o bastión fue tan grande que, suponemos, estamos seguros, mejor, que Castro se separó del Gobierno, no solo para remozar en algo la dureza del régimen, sino para manejar los complicados hilos que aterrizarían en La Habana y en sus manos como el páter familia de los venezolanos en revolución.
La índole de Fidel no es para abdicar al poder, ni aún en la ancianidad, así sea a favor de su hermano gemelo, que no lo es Raúl. Lo movió la nueva y gigantesca empresa que significaba y significa Venezuela para sobrevivir de nuevo al costo que sea.
La ignorancia engatusada
Lo más lógico suponer es que engatusó a su anonadado pupilo criollo con el internacionalismo comunista. Tanto sería el embeleso, que hasta se le ocurrió al jefe llanero constituir una sola república, cosa que torearían los cubanos, pero jamás lo aceptarían. Así comenzó la penetración sistemática y bien pagada absurdamente en sectores vitales del país. Una vez establecida la pirámide dentro de Venezuela, su vértice no podía ser otro que el gabinete cubano oculto de subsistencia presidido por Fidel, orientado en la nueva línea de Moscú. Y es en La Habana donde se instrumentan meticulosamente las políticas de Venezuela harto conocidas, y la expansión hacia otras latitudes, que ahora llega hasta las Islas Canarias. ¿Están plenamente conscientes los revolucionarios vernáculos del Gobierno de segundo piso y oculto que tienen encima y lo que ello significa? ¿Tontos útiles o qué? Habrá que pensarlo.
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