ARGELIA RÍOS| EL UNIVERSAL
viernes 6 de junio de 2014 12:00 AM
Es un temor cervical, una inquietud insoportable. Lo que el madurismo experimenta va alcanzando rasgos patológicos. Las covachas de la revolución son un hervidero de intrigas. Una de las últimas maquinaciones gira alrededor de la familia Chávez y del terremoto político que podría generar su eventual salto a las arenas públicas. Una sola crítica de cualquiera de sus miembros más connotados pulverizaría la posibilidad de que Maduro consiguiera el respeto que aún no ha logrado dentro de las filas del oficialismo. Las versiones acerca de ese catastrófico imponderable, serpentean entre los muros impenetrables de la revolución, desde donde siguen brotando señales inequívocas del escalamiento que viene sufriendo el conflicto interno...
Una reciente reunión realizada en Barinas habría desencadenado la tormenta: el desastre en que ha devenido el país sería la causa del encuentro de los dolientes directos del comandante, cuyos ecos todavía estarían tronando en Miraflores y en los rincones del PSUV... La opinión de la "familia real" cuenta demasiado en esta historia, en la cual también hay líneas que corresponderían a un nutrido grupo de gobernadores militares, unidos en torno a un diagnóstico común acerca del caos ocasionado por Maduro. El tema, por cierto, no sólo ocupa la atención de Dieterich: también es ritornello entre los anillos cercanos al "heredero", donde se esfuerzan en deshilvanar las puntadas, para intentar abortar cualquier emboscada en ciernes.
Todos los registros narran un penetrante malestar, en el que no sólo están contabilizados los trapicheos de Cabello y de los grupos de la izquierda más radical: a juzgar por el enjundioso cotilleo bolivariano, "el heredero" encara una descomunal componenda endógena, que se nutre de su lánguido average popular y, desde luego, de la impaciencia causada por una crisis cuyo calibre, en este momento, beneficiaría la emergencia sorpresiva de "cualquier cosa"... Los rudos desencuentros internos de la revolución constituyen el marco en medio del cual se ha formulado la denuncia sobre los preparativos de un supuesto golpe de Estado: una acusación basada en el presupuesto de que todas las condiciones -políticas, sociales y económicas- estarían dadas para que ocurriera una insurgencia contra Maduro, que no necesariamente contra toda "la sucesión".
La obsesiva vocación por el disimulo ha colocado a la "derecha fascista" en el eje único de la denuncia. Maduro no se atreve a señalarlo, pero los indicios están hablando de una conjura de procedencia revolucionaria. También los rojos hablan sobre la renuncia; también ellos se pasean por esa opción: por eso el temor a la familia Chávez y por eso los mendrugos para ella.
Una reciente reunión realizada en Barinas habría desencadenado la tormenta: el desastre en que ha devenido el país sería la causa del encuentro de los dolientes directos del comandante, cuyos ecos todavía estarían tronando en Miraflores y en los rincones del PSUV... La opinión de la "familia real" cuenta demasiado en esta historia, en la cual también hay líneas que corresponderían a un nutrido grupo de gobernadores militares, unidos en torno a un diagnóstico común acerca del caos ocasionado por Maduro. El tema, por cierto, no sólo ocupa la atención de Dieterich: también es ritornello entre los anillos cercanos al "heredero", donde se esfuerzan en deshilvanar las puntadas, para intentar abortar cualquier emboscada en ciernes.
Todos los registros narran un penetrante malestar, en el que no sólo están contabilizados los trapicheos de Cabello y de los grupos de la izquierda más radical: a juzgar por el enjundioso cotilleo bolivariano, "el heredero" encara una descomunal componenda endógena, que se nutre de su lánguido average popular y, desde luego, de la impaciencia causada por una crisis cuyo calibre, en este momento, beneficiaría la emergencia sorpresiva de "cualquier cosa"... Los rudos desencuentros internos de la revolución constituyen el marco en medio del cual se ha formulado la denuncia sobre los preparativos de un supuesto golpe de Estado: una acusación basada en el presupuesto de que todas las condiciones -políticas, sociales y económicas- estarían dadas para que ocurriera una insurgencia contra Maduro, que no necesariamente contra toda "la sucesión".
La obsesiva vocación por el disimulo ha colocado a la "derecha fascista" en el eje único de la denuncia. Maduro no se atreve a señalarlo, pero los indicios están hablando de una conjura de procedencia revolucionaria. También los rojos hablan sobre la renuncia; también ellos se pasean por esa opción: por eso el temor a la familia Chávez y por eso los mendrugos para ella.
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