RUBENS YANES| EL UNIVERSAL
miércoles 11 de junio de 2014 12:00 AM
Para Diosdado Cabello la voluntad popular está supeditada a la memoria de Chávez y a la madurez del sistema socialista. Así lo dejó claro en sus intervenciones de la semana pasada, a propósito del cuestionamiento que hiciese el Frente Nacional de Colectivos Revolucionarios "Sergio Rodríguez" a la directiva del PSUV.
El reclamo de las bases rojas simplemente pide que se respeten los estatutos del partido, pero la respuesta de Diosdado es digna de un dirigente del cogollo de un partido cuartorepublicano.
Palabras más palabras menos, el razonamiento de Cabello indica que los dirigentes actuales fueron designados por Chávez y que nadie puede poner en duda la palabra del Comandante Eterno.
Pero además, si hiciese falta renovar los cuadros superiores, deben olvidarse los chavistas de las fórmulas burguesas-capitalistas de elección directa en primer grado. En un sistema socialista maduro, bastará con que un comité de iluminatti elija las autoridades.
Este giro de Diosdado es brutalmente contradictorio con el pensamiento chavista de la democracia participativa y directa, así como con la técnica de la legitimación por la vía electoral que le ha servido a los rojos para mantenerse en el poder interrumpidamente estos últimos quince años.
Pero es muy cónsono con su prontuario en contra de la tolerancia y la diversidad. Desde que dirige la Asamblea Nacional, ha dirigido trompadas contra la oposición, ha controlado los micrófonos y las cámaras de TV para borrarlos del espectro radioeléctrico y hasta despidió a la diputada María Corina Machado por su posición disidente.
¿Será la postura de Diosdado la que asumirá oficialmente el PSUV? ¿Ahora que la popularidad de Maduro cae y la crisis de liderazgo comienza a sentirse, los rojos asumirán oficialmente esta postura que evita se produzca ningún cambio por la vía electoral?
Así sucede en Cuba y en los países donde quienes gobiernan prefieren decir: "Como voy a perder, mejor que no haya elecciones", o que las haya a su medida.
El reclamo de las bases rojas simplemente pide que se respeten los estatutos del partido, pero la respuesta de Diosdado es digna de un dirigente del cogollo de un partido cuartorepublicano.
Palabras más palabras menos, el razonamiento de Cabello indica que los dirigentes actuales fueron designados por Chávez y que nadie puede poner en duda la palabra del Comandante Eterno.
Pero además, si hiciese falta renovar los cuadros superiores, deben olvidarse los chavistas de las fórmulas burguesas-capitalistas de elección directa en primer grado. En un sistema socialista maduro, bastará con que un comité de iluminatti elija las autoridades.
Este giro de Diosdado es brutalmente contradictorio con el pensamiento chavista de la democracia participativa y directa, así como con la técnica de la legitimación por la vía electoral que le ha servido a los rojos para mantenerse en el poder interrumpidamente estos últimos quince años.
Pero es muy cónsono con su prontuario en contra de la tolerancia y la diversidad. Desde que dirige la Asamblea Nacional, ha dirigido trompadas contra la oposición, ha controlado los micrófonos y las cámaras de TV para borrarlos del espectro radioeléctrico y hasta despidió a la diputada María Corina Machado por su posición disidente.
¿Será la postura de Diosdado la que asumirá oficialmente el PSUV? ¿Ahora que la popularidad de Maduro cae y la crisis de liderazgo comienza a sentirse, los rojos asumirán oficialmente esta postura que evita se produzca ningún cambio por la vía electoral?
Así sucede en Cuba y en los países donde quienes gobiernan prefieren decir: "Como voy a perder, mejor que no haya elecciones", o que las haya a su medida.
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