MIGUEL BAHACHILLE M.
| EL UNIVERSAL
lunes 24 de noviembre de 2014 12:00 AM
A partir del 2000 la nación
entró en un período de nihilismo hedonista y frenesí colectivo
estimulado por un populista que creyó "ganarse el mundo" con la riqueza
provenida del incremento de los precios del petróleo. Se crearon
programas inorgánicos (Misiones) que ahora se revelan como sosiegos
engañosos y utópicos. Chávez se valió del "buen viento político" para
modificar mediante un dudoso referéndum (2009) la todavía nueva
Constitución, por cierto suscitada por él, que en nada favoreció lo
sustancial de nuestra sociedad. Por el contrario el cambio fue para
instituir lo peor: la reelección presidencial indefinida.
Comienza así la debacle. "De repente" un número creciente de trabajadores y aprendices de intelectuales se descubrieron enemigos de la economía de mercado de la cual habían usufructuado desde su nacimiento para inscribirse en un hosco proceso cuyo epílogo es la decadencia del país. Por otra parte, también "de repente", casi todos los medios soslayadamente se "hermanaron" con la revelación revolucionaria, pero eso sí, sin descuidar el llenado de sus busacas.
Gobierno y medios, en conjunción, generaron o reforzaron mensajes promovedores de la nueva mentalidad revolucionaria para convencer al pueblo de la vacuidad y naturaleza destructiva de los valores del capitalismo; que los jóvenes de origen humilde estaban en mejor condición para juzgar lo que ofrece el socialismo contra la "pútrida sociedad de consumo". Miles de millones en publicidad se destinaron y siguen destinándose para desfigurar el ímpetu de jóvenes inconformes en vez de promover su progreso.
El epilogo de esa utopía, una vez agotados los recursos semánticos aunque no del todo los financieros, es la más rotunda frustración colectiva tanto en lo social como en lo económico. El intervencionismo trajo consigo incertidumbre e incremento de los conflictos. ¿Soporta el país la continuidad de los edictos que rezan?
1-Aceptar que la inflación del 2014 de 75% (según Fedecámaras) se prolongue como patrón de consumo para los años sucesivos. La revolución se mueve por sus propias motivaciones. La carestía será atendida combatiendo "la guerra económica".
2-Resignarse ante la violencia de grupos parapoliciales (Colectivos). Estimular la manumisión humanista de condenados por crímenes, así sean atroces, que logren dominar 4 idiomas. Seguir obviando la anarquía incontrolada de motorizados que crean un clima de miedo comparable al de los países en conflagración.
3-Desestimar las condiciones arruinadoras de la infraestructura vial y desaplicación de las leyes de tránsito ante los frecuentes accidentes de transportes masivos con saldos mortales.
4-Obviar los factores de corrupción sobre cualquier gestión rutinaria ante entidades con potestad de otorgar documentos públicos; o al adquirir bienes de consumo ordinarios controlados por el Estado como cemento y cabilla.
5-Estimular la huida de jóvenes que buscan referentes en países desarrollados y premiar a aquellos que permanezcan en el país obviando la carencia de profesores en Matemáticas, Física y Química. ¡La revolución no los necesita para su designio igualitario!
6- Derogar la "mala costumbre" de médicos venezolanos que insisten formarse en las prestigiosas Escuelas de Medicina tradicionales e inscribirse en el auge yerbatero traído de Cuba. Los medicamentos patentados están en revisión pues sólo sirven para enriquecer a corporaciones extranjeras usureras. ¡Fuera esos médicos!
No, no se trata de ironías sino de una latente realidad. El país vive un clima general de miedo y angustia en el cual la gente consagra su ingenio para protegerse del ambiente hostil y no para producir ideas constructivas. El Gobierno insiste con diatribas para minimizar opiniones divergentes como prolegómeno para que el pueblo asimile "en paz" el plan oficial pleno de incoherencias. La pregunta es si esto va a continuar así. La decisión está en el pueblo. El año entrante es una ocasión real para optar por el cambio. "Elecciones legislativas".
Comienza así la debacle. "De repente" un número creciente de trabajadores y aprendices de intelectuales se descubrieron enemigos de la economía de mercado de la cual habían usufructuado desde su nacimiento para inscribirse en un hosco proceso cuyo epílogo es la decadencia del país. Por otra parte, también "de repente", casi todos los medios soslayadamente se "hermanaron" con la revelación revolucionaria, pero eso sí, sin descuidar el llenado de sus busacas.
Gobierno y medios, en conjunción, generaron o reforzaron mensajes promovedores de la nueva mentalidad revolucionaria para convencer al pueblo de la vacuidad y naturaleza destructiva de los valores del capitalismo; que los jóvenes de origen humilde estaban en mejor condición para juzgar lo que ofrece el socialismo contra la "pútrida sociedad de consumo". Miles de millones en publicidad se destinaron y siguen destinándose para desfigurar el ímpetu de jóvenes inconformes en vez de promover su progreso.
El epilogo de esa utopía, una vez agotados los recursos semánticos aunque no del todo los financieros, es la más rotunda frustración colectiva tanto en lo social como en lo económico. El intervencionismo trajo consigo incertidumbre e incremento de los conflictos. ¿Soporta el país la continuidad de los edictos que rezan?
1-Aceptar que la inflación del 2014 de 75% (según Fedecámaras) se prolongue como patrón de consumo para los años sucesivos. La revolución se mueve por sus propias motivaciones. La carestía será atendida combatiendo "la guerra económica".
2-Resignarse ante la violencia de grupos parapoliciales (Colectivos). Estimular la manumisión humanista de condenados por crímenes, así sean atroces, que logren dominar 4 idiomas. Seguir obviando la anarquía incontrolada de motorizados que crean un clima de miedo comparable al de los países en conflagración.
3-Desestimar las condiciones arruinadoras de la infraestructura vial y desaplicación de las leyes de tránsito ante los frecuentes accidentes de transportes masivos con saldos mortales.
4-Obviar los factores de corrupción sobre cualquier gestión rutinaria ante entidades con potestad de otorgar documentos públicos; o al adquirir bienes de consumo ordinarios controlados por el Estado como cemento y cabilla.
5-Estimular la huida de jóvenes que buscan referentes en países desarrollados y premiar a aquellos que permanezcan en el país obviando la carencia de profesores en Matemáticas, Física y Química. ¡La revolución no los necesita para su designio igualitario!
6- Derogar la "mala costumbre" de médicos venezolanos que insisten formarse en las prestigiosas Escuelas de Medicina tradicionales e inscribirse en el auge yerbatero traído de Cuba. Los medicamentos patentados están en revisión pues sólo sirven para enriquecer a corporaciones extranjeras usureras. ¡Fuera esos médicos!
No, no se trata de ironías sino de una latente realidad. El país vive un clima general de miedo y angustia en el cual la gente consagra su ingenio para protegerse del ambiente hostil y no para producir ideas constructivas. El Gobierno insiste con diatribas para minimizar opiniones divergentes como prolegómeno para que el pueblo asimile "en paz" el plan oficial pleno de incoherencias. La pregunta es si esto va a continuar así. La decisión está en el pueblo. El año entrante es una ocasión real para optar por el cambio. "Elecciones legislativas".
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