Editorial de El Nacional
Y un
claro objetivo
Los ciudadanos excepcionales
aparecen en el momento conveniente, cuando hacen más falta, cuando las cosas
pasan de castaño a oscuro, cuando la oscuridad se hace más pesada y los necesita
la gente. No han faltado jamás a sus compromisos, han hecho del bien común una
causa permanente, se la han jugado por la patria desde que tuvieron uso de
razón, pero no están en la palestra todos los días, ni buscan las cámaras ni
los micrófonos a cada rato porque no viven de ellos sino de lo que sienten por
la república en la cual se formaron y de la cual provienen. Su asunto no es
figurar, sino servir en la hora oportuna.
Luis Miquilena, Pompeyo Márquez,
Enrique Aristeguieta y Enrique Tejera París encarnan un compromiso con la
democracia, que remonta a diferentes circunstancias y procesos históricos. Cada
uno de ellos ha pensado como ha querido, pero ha dado la cara ante el llamado
de las circunstancias más exigentes. Han tenido diferencias, a veces profundas,
sobre la administración pública y sobre las formas de gobierno en una república
como la nuestra, pero se han convertido en una sólida coincidencia cuando se
está frente a la hora de la verdad, cuando se debe levantar el estoque para
hacer la suerte suprema.
Han sufrido cárceles,
persecuciones y tormentos por luchar cada uno por su causa, por su partido
político, por sus líderes y por las ideas que profesan, pero descartan las
diferencias cuando una causa superior los convoca y los hace amalgama
indisoluble.
Ayer lo demostraron. Suscribieron
un comunicado, que no es otra cosa que un desafío frente al autoritarismo que
impera en Venezuela. Se reunieron para redactar un texto en el cual apoyan sin
reservas la propuesta que se ha usado como excusa para encerrar al alcalde
Antonio Ledezma en la cárcel. Consideran al unísono que, hoy más que nunca,
hace falta un acuerdo plural que conduzca a una administración de transición
que saque a Venezuela del agujero en el cual se encuentra sumida. Consideran que
nadie está preparando un golpe de Estado, cuando, movido por la desesperación,
anhela un cambio de gobierno.
Consideran que los ciudadanos se
pueden expresar libremente sobre los asuntos públicos, sobre los problemas que
incumben a todos, sin que se les persiga por hacerlo. Consideran, en suma, que
se ha cometido una tropelía contra el alcalde Ledezma, pero también contra toda
la sociedad que se siente agobiada por el mal gobierno y tiene la necesidad de
expresar su malestar sin que nadie se lo reproche.
¿El autoritarismo va a proceder
contra estos cuatro eminentes y valientes ciudadanos como procedió contra el
alcalde Ledezma? Si piensan y escriben exactamente como el más reciente de los
perseguidos, como el más cercano de los encarcelados, ¿no merecen un destino
idéntico? Ese es el desafío en el cual colocan al autoritarismo unos luchadores
venerables.
Hoy Miquilena, Márquez,
Aristeguieta y Tejera, venezolanos dignos de admiración, vanguardia de la
democracia a través del tiempo, nos conminan con su valerosa conducta.
Vía El Nacional
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