EN: http://www.elnacional.com/carlos_blanco/misterio-Diosdado_0_631136996.html
Carlos Blanco
Es extraño que un político se busque tantos
enemigos así tenga poder suficiente para enviarlos
al infierno de la justicia venezolana. Diosdado no
tenía esa fuerza mientras Chávez estaba en la
antesala de la eternidad. Entonces, ascendía y
descendía, como Nicolás Maduro y otros, de
ministro a gobernador, de gobernador a diputado,
de diputado a candidato, hasta ser rescatado de
nuevo. Ahora es diferente, él es un poder; pero,
¿por qué es una máquina de ganar enemigos?
Con Chávez no había lugar sino para un líder. Los pares mordieron el
polvo temprano. Pero, como vislumbran los humanos, los vegetales y
los minerales, Maduro no es Chávez y ocupa una jerarquía heredada
que no quiere compartir y que se le escurre entre los dedos. Sus
pares en el PSUV lo saben, no le obedecen y lo demuestran.
Esa certeza de la ausencia de líder único ha permeado la estructura
del partido y del gobierno. Unos tienen como referencia a Cabello y
otros a Maduro, después de las desapariciones forzadas de Rafael
Ramírez y demás estrellas tan voraces como fugaces. Los pesos
pesados ahora son Cabello y Maduro, por lo que hay reyertas, algunas
agrias, a pesar de que los respectivos jefes se abracen en público. Se
han convertido en cabecillas de fracciones, aún más allá de sus
voluntades; sus partidarios los obligan a disputar el poder en su
nombre y cada grupo controla un pedazo del Estado y sus recursos.
Algún contenido ideológico se puede estar colando en la disputa.
Maduro, como cabeza del régimen, representa una situación de ruina
masiva para el país y Diosdado, solidario como ha sido del proceso
pero sin encabezarlo, pudiera estar en la idea de un viraje que aquel
no puede dar porque no se atreve ante las presiones, entre otros del
propio Diosdado.
El presidente de la AN se ha dedicado a crearle situaciones de hecho
a Maduro. Una de estas es el juicio contra El Nacional, La Patilla y Tal
Cual, emblemas de las luchas democráticas de hoy. No demanda a
ABC de Madrid, no demanda al capitán Leamsy Salazar y no se
apersona en el Juzgado de Nueva York. Es más bien una acción de
política doméstica en la cual muestra su poder, no se defiende de las
acusaciones y convierte su caso en un escándalo internacional en
contra de la libertad de expresión; pero, a pesar del costo, parece
hacerlo como una indirecta prueba de fuerza con Maduro: “Yo tengo
poder; ¡cálatelo!”.
En la eventualidad de la renuncia de Maduro, ¿querría Cabello
sustituirlo? ¿Con tantos enemigos buscados a ciencia y paciencia
tendría fuerza política y militar para lograrlo? ¿Es la publicación del
The Wall Street Journal un mazazo que lo hace irrecuperable?
@carlosblancogdo de Nueva York.
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