DANIEL PARDO
“La democracia en Venezuela está viva.
Acosada, pero viva”, sostiene Teodoro Petkoff tras la entrega del Premio Ortega
y Gasset de Periodismo, a cuya ceremonia en Madrid no asistió por tener
prohibición de salida del país debido a dos demandas interpuestas por el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello
“La
democracia en Venezuela está viva. Acosada, pero viva”, sostiene Teodoro
Petkoff en víspera de la entrega del premio Ortega y Gasset 2015 de periodismo,
a cuya ceremonia en Madrid no podrá asistir por tener prohibición de salida del
país debido a dos demandas por injuria y calumnia interpuestas por el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Una
enfermedad le impedía salir de su casa el año pasado. Y el cierre parcial en
febrero de su periódico, TalCual, no ayudó. Petkoff, de 83 años de edad, no
podrá asistir este miércoles en Madrid a la ceremonia de premiación, porque
sobre él recaen dos demandas por injuria y calumnia interpuestas por el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, que le prohíben salir de
Venezuela.
“No
le voy a pedir permiso a Diosdado para salir del país”, dice Petkoff, quien fue
militante de izquierda y guerrillero. Hoy es uno de los periodistas que más ha
criticado al gobierno socialista que lleva 16 años en el poder en Venezuela.
Durante
esa década y media TalCual ha recibido –y perdido– decenas de demandas por
cientos de miles de dólares. Ha tenido problemas por publicidad, por falta de
papel, por bajos ingresos. “Pero no nos han podido callar”, señala Petkoff.
En
su oficina vacía, en vísperas de mudarse a un espacio más pequeño, el
galardonado periodista habló con BBC Mundo.
–¿Lo
animó el premio?
–Claro,
las buenas noticias a todo el mundo le alegran. Sobre todo si es un premio
periodístico y político.
–¿Político?
¿En qué sentido?
–Porque
es un premio a una trayectoria. Y yo siempre he sido un político. Sigo siendo
un político, un activista. Pensar que el premio no tiene significación política
es ver lo que no es.
–Pero
¿y no se supone que el periodista no debe tener militancia política?
–Eso
es cuestión de gustos. Yo nunca he querido ser objetivo. Siempre he tenido una
posición política basada en valores y principios. Y tengo mi derecho. Que un
político ejerza el periodismo no es un crimen. Criminales fueron los
periodistas de Der Stürmer, el semanario de Hitler.
–¿Por
qué terminó haciendo periodismo?
–Es
algo que nunca me imaginé, mucho menos que me fuera a apasionar tanto y que
fuera a descubrir esa vocación tardía. El periodismo es una manera de estar
vivo, de comprender el país, de luchar por los valores que uno considera
vitales y esenciales, sobre todo cuando sientes que se están violando. El
periodismo es una entrega al país que amas.
–El
Ortega y Gasset lo va a recibir por usted el expresidente español Felipe
González, quien ha manifestado, como otros expresidentes, su intención de
mediar entre la oposición y el gobierno venezolano. ¿De qué sirven estas
iniciativas?
–En
el mundo de hoy, globalizado, ningún país puede pretender que sus fronteras
están cerradas a cal y canto y que nadie tiene derecho a opinar sobre la
política de ese país. Pero el presidente Nicolás Maduro insiste en que esta
iniciativas son parte de un plan intervencionista. El gobierno parece
radicalizarse más cada vez que se opina desde afuera.
–¿Esas
iniciativas no tienen un efecto contraproducente?
–Claro,
esa es una posibilidad. Pero el gobierno sabe que eso tiene un costo que puede
erosionarlo, no solo internacional sino nacionalmente. A la gente, incluso en
las bases del chavismo, le preocupa que el gobierno que defienden, que su
gobierno, no tenga buena reputación en el exterior.
–Venezuela
está pasando por tiempos difíciles. ¿Cómo va a salir de esta?
–Hemos
estado mucho peor y salimos de esas. En los años 50, por ejemplo, vivimos 10
años de una dictadura, la de (Marcos) Pérez Jiménez, que fue militar y
criminal. Hubo miles de presos y unas cuantas decenas de muertos. Esta vez las
instituciones democráticas han resistido al gobierno y el desenlace de esta
situación será democrático.
–Entonces
para usted sí hay democracia en Venezuela…
–Sí,
la democracia está viva. Acosada. Pero viva.
–Pero
ahora también hay presos y decenas de muertos que para muchos son
responsabilidad del gobierno. Para mucha gente no hay diferencia entre el
gobierno de Maduro y una dictadura. ¿Cuál es entonces la diferencia?
–La
diferencia es que tú y yo estemos acá sentados hablando. Que vayas a publicar
esta entrevista y a la salida no te esté esperando un policía. Esa es una
diferencia. Este es un gobierno autoritario, pero no dictatorial. Si vamos a
llamar a cualquier gobierno dictadura, ¿qué expresión vamos a usar para hablar
de (Augusto) Pinochet o de (Marcos) Pérez Jiménez? Que las libertades
democráticas se respeten a medias (en Venezuela) no significa que estemos en
dictadura.
–Y
si no estamos en dictadura, ¿estamos en camino hacia la dictadura?
–No
creo. Los venezolanos no lo permitirán. La gente antes de que eso pase se podrá
pronunciar en las urnas, y una oportunidad son las elecciones parlamentarias de
este año. Si la oposición logra una mayoría, tendrá un espacio político muy
amplio que puede dar con una transición. Creo que Maduro puede terminar su
periodo (en 2019) y el chavismo puede ser derrotado.
–¿Cuál
es la diferencia entre Chávez y Maduro?
–Del
cielo a la tierra. Chávez, por mucho que tuviera una visión militarista de la
política, tenía un sentido democrático en su relación con el país. Esto les
puede resultar chocante a muchos antichavistas. Pero yo siento que Chávez se
movía bien en el país que dirigía. No rehuía al debate. No se escudaba en su
poder presidencial para hacerle frente a las consecuencias de sus actos. Pero
Maduro tiene otra personalidad: tiene entrenamiento político, pero sin talante.
Ni talento. Si Chávez se sentía en la necesidad de hacer una política impopular,
la hacía. Maduro no tiene ese espíritu.
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