Gustavo Coronel
Versión en español, ligeramente revisada, de mi post de ayer, en inglés.
En carta publicada en el diario Los Ángeles Times, Gustavo Dudamel nos explica por qué no ha adoptado una posición ante la situación política, económica y social venezolana, ver: http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-dudamel-why-i-take-no-public-stand-on-politics-20150929-story.html
En carta publicada en el diario Los Ángeles Times, Gustavo Dudamel nos explica por qué no ha adoptado una posición ante la situación política, económica y social venezolana, ver: http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-dudamel-why-i-take-no-public-stand-on-politics-20150929-story.html
La
esencia de su argumento está totalmente equivocada. Gustavo Dudamel si tiene
una vigorosa posición pública sobre la situación venezolana. Ha permanecido en
silencio durante estos 16 años de oprobio. Ha callado frente a la prisión de
los inocentes, el saqueo de los bienes públicos, la alianza del régimen con los
gobiernos forajidos del planeta, las expropiaciones de empresas privadas, el
colapso de la industria petrolera, la participación de militares y civiles del
régimen en el narco tráfico, la alianza del régimen con las FARC y otras
organizaciones terroristas, el despilfarro y robo de unos dos millones de
millones de dólares de ingresos nacionales. Venezuela es hoy un petroestado
moribundo y un narcoestado en crecimiento.
El
silencio de Gustavo Dudamel representa una clara postura pública. Lo que
Dudamel llama de manera peyorativa “Teatro Político” es, realmente, el
escenario cívico en el cual todo ciudadano responsable debe participar, sobre
todo un ciudadano de su influencia. Sin embargo ha permanecido mudo ante la
desintegración física y moral de nuestro país, lo cual – en mi opinión –
equivale a estar al lado de los responsables de la tragedia.
Pero
Dudamel no solo ha permanecido en silencio sino que es visto al lado del
régimen en eventos diseñados para fomentar el culto a la personalidad del
sátrapa fallecido y en numerosas fotos, sonreído o abrazado con el difunto o su
reemplazo. No oculta su amistad personal con miembros del régimen como Elías Jaua.
Dudamel
alega no ser un político o un activista y dice “rehuso alinearme con un partido
o un punto de vista”. Esto estaría bien en Estados Unidos, donde los dos
partidos que aspiran al poder político tienen estilos diferentes pero actúan en
términos democráticos, dentro de una gobernabilidad civilizada. Pero este no es
el caso en Venezuela, donde el gobierno está en manos de una pandilla de gánsteres.
Dudamel no puede ignorar los horrores de la vida venezolana pero guarda
silencio. Debería leer lo que dijo Edmund Burke: “Todo lo que se requiere para
la victoria de la maldad es el silencio de los buenos”. Leer a Martin Luther King: “La historia dirá
como la gran tragedia de nuestro tiempo no fue la estridencia de los malos
tanto como el horrible silencio de los buenos”. Tendrá que leer a Yeats, cuando
dice en su poema “La Segunda Llegada”: “Los mejores carecen de toda convicción
mientras los peores están llenos de apasionada intensidad”.
Dudamel
dice en su carta: “Respeto a los líderes de Venezuela y las posiciones que
ostentan, aun cuando no siempre esté de acuerdo con todo lo que deciden”. Para
mí, esto es suficiente. Un hombre de conciencia, un hombre honorable, no puede
respetar estos líderes del régimen venezolano. No se trata de disentir en algunas
políticas o del estilo político. Se trata de la necesidad de confrontar el
horror ideológico, no coexistir pacíficamente con ese horror.
En
su explicación Dudamel dice que es un producto de El Sistema y menciona los
beneficios de esta importante iniciativa, lo cual debería ser objeto de un debate
abierto y claro. Pero no creo que Dudamel se pueda esconder detrás de este
programa para justificar su silencio. El
señala que este programa ha recibido el apoyo de todos los gobiernos venezolanos
desde 1975. Un nuevo gobierno también lo haría. Este programa no es hijo del
régimen. Tanto el Banco Interamericano de Desarrollo como la Corporación Andina
de Fomento le han dado centenares de millones de dólares, un dinero que ha sido
utilizado a discreción por sus directivos. Dudamel debería sospechar que El
Sistema está siendo utilizado por el régimen como propaganda para mejorar su imagen.
Y en esta tarea Dudamel y Abreu han consentido en participar.
Dudamel piensa que si habla “politizaría el programa”.
Pero es que el programa ya está politizado! Es rehén del régimen que lo utiliza para propósitos
de propaganda política. Aun aceptando que El Sistema involucre a 700.000 niños
y jóvenes venezolanos (cifra que me suena exagerada), la responsabilidad por
los 10 millones de niños venezolanos que hoy sufren la ineptitud salvaje del
régimen debería ser mayor. ¿Es que no tenemos una suprema responsabilidad hacia
la Nación?
La batalla que se da hoy es una batalla por el alma de
Venezuela, observada por Dudamel desde el tendido de sombra. En su carta
Dudamel se define como un idealista pero, en mi opinión, es eminentemente
pragmático. Ha logrado desarrollar una personalidad dual, la cual le permite
vivir en un mundo musical sofisticado y lujoso, lleno de libertad y buenos
perfumes y, al mismo tiempo, actuar junto a un régimen maloliente, primitivo,
brutal, de ideología obsoleta y totalitaria.
Yo soy un escucha de su música pero mucho más escucho las
urgentes protestas y los gritos de nuestro pueblo. La música debe ser un
instrumento de promoción de dignidad y de libertad, como lo hicieron Federico Chopin,
Pablo Casals y Mstislav Rostropovich y como lo hace nuestra Gabriela Montero. No una herramienta
del fascismo.
Dudamel, ponte de pie, el tiempo se termina.
Dudamel, ponte de pie, el tiempo se termina.
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