Américo Martín
El pueblo de veras es el que con su voto pone y quita, con su opinión exalta y hunde y con su cotidiana protesta habla y denuncia. En este momento está sólidamente unido reclamando la salida inmediata de Maduro
Se cruzan acusaciones. La MUD dice, con razón, que el gobierno está en un golpe “continuado” desde que el 6D el voto popular le otorgó una mayoría aplastante a la oposición, reflejada en la composición de la AN. Cualquiera puede seguir sin esfuerzo la ruta de esa operación, tan solo observando la toma “a la cañona” del TSJ, el despojo y usurpación de las funciones constitucionales de la AN, y los mazazos contra diputados, líderes democráticos y DDHH.
Se cruzan acusaciones. La MUD dice, con razón, que el gobierno está en un golpe “continuado” desde que el 6D el voto popular le otorgó una mayoría aplastante a la oposición, reflejada en la composición de la AN. Cualquiera puede seguir sin esfuerzo la ruta de esa operación, tan solo observando la toma “a la cañona” del TSJ, el despojo y usurpación de las funciones constitucionales de la AN, y los mazazos contra diputados, líderes democráticos y DDHH.
Después de tres décadas de agonía “bolivariana” recobraba su independencia el principal de los poderes del Estado, el que fabrica las leyes y controla los actos de toda la Administración Nacional. Que en democracia el Legislativo tenga mayoría opositora no será cómodo para los jefes con alma de mandamases, pero es de la esencia de los sistemas plural-democráticos. El problema es que en Venezuela reina un sistema autocrático que abomina del pluralismo, traba mental que lo indujo a no aceptar la nueva realidad, pese a que emanó del pueblo soberano, el pueblo de verdad, el que se toca y se oye. Esa evidencia tangible, ratificada desde entonces por todas las consultas de opinión, y palpable en la irritación colectiva contra la funesta gestión madurista, contrasta con el “pueblo” que no se cae de la boca del presidente y sus validos.
Tomemos por caso el asalto pandillero de la AN. Cien rufianes violentos arremetieron contra una institución desarmada, pacífica y hasta encorbatada. El primero que sin pizca de rubor honró a aquellos matones homologándolos “al pueblo” fue ¡cuándo no! el diputado Cabello. ¿Sería una muestra de agradecido amor hacia un presidente que les ha dado palo y quitado esperanza?
El pueblo de veras es el que con su voto pone y quita, con su opinión exalta y hunde y con su cotidiana protesta habla y denuncia. En este momento está sólidamente unido reclamando la salida inmediata de Maduro. No predica violencia, venganza ni exhibiciones sangrientas como la de Bolivia en los años 50, que colgó por el cuello al presidente derrocado, para escarmiento de los dictadores. Mención que hago al azar por tratarse de un caso hemisférico, pero realmente la violencia enfurecida contra pésimos gobernantes, adornada de linchamientos, ha sido frecuente en el mundo.
Afortunadamente el pueblo venezolano y la MUD han ratificado de mil maneras que el cambio debe ser constitucional, electoral, pacífico y democrático. Y por eso no ha instigado alzamiento de cuarteles como en los años 60 ni organizado frentes guerrilleros, pese a que la cómica paranoia gubernamental la acusaba de planificar golpes, magnicidios y zarandajas tan necias, que fue la primera en olvidarlas.
Hay lenguajes orales y gestuales, hay resbalones propios de almas confusas. Todo eso hierve cuando el gobierno admite su carencia de pueblo al batirse a muerte contra el RR, ante un mundo que se preguntará:
¿Si Maduro confía tanto en el pueblo por qué demonios no quiere contarse?
Pasémosle la respuesta al propio Maduro. De hecho la anticipó en su discurso de vuelta a la patria, cuando dejándose de pendejadas, puño en alto, no dejó espacio a quienes crean que entregaría el mando si pierde las elecciones; juega con las fechas como le da la gana. Le importa un pepino el pueblo “de Bolívar y Chávez”. ¿Entiendes, Cabello?
Hablando de Diosdado, gracioso es que se haya comparado con Rondón, uno de los grandes lanceros de Bolívar y Páez. Indecisa la batalla de Pantano de Vargas –que con la de Bogotá dio la libertad a Nueva Granada– Bolívar mascullaría:
-Esta vaina se perdió.
A su lado, Juan José Rondón le imprecó:
-¿Por qué dice usted eso, general, si todavía Rondón no ha peleado?
El Libertador lo animó:
-Salve usted la patria, coronel
Huelga decir que así lo hizo.
¿Pero cuándo ha peleado Cabello? Difícil imaginarlo en la lista de los que se rieron de la muerte junto al arrojado Rondón.
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