Organizaciones como Cáritas o la Fundación Bengoa llevan tiempo alzando su voz para informar el aumento alarmante de los índices de desnutrición infantil. Estudios como la encuesta de Codevida lo han anunciado con números que no se pueden ocultar, y a pesar de ello el régimen ha sido incapaz de reconocer que ese fantasma existe y que les roba el aliento a muchos niños, pero también a venezolanos de la tercera edad o enfermos crónicos.
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