No creo que vaya a decir nada nuevo. Pero el problema no es decir cosas nuevas, sino que las cosas que expresan la realidad sean atendidas y, mejor aún, entendidas. De eso hay bastante, no hay duda, pero hay muchos oídos que no quieren escuchar, y por eso hay que insistir y perseverar. Y claro, me refiero a los oídos de quienes deberían escuchar pero no lo hacen porque, a veces, el mensaje no les llega, o si les llega algo del mensaje, les llega sin fuerza persuasiva. Hay otros oídos que no quieren escuchar, porque no les conviene: porque se sienten amenazados en su impune depredación. Esos no tienen ni la disposición ni el interés de escuchar nada que vaya en contra de sus intereses. Esperemos que, más temprano que tarde, no puedan dejar de escuchar sus sentencias condenatorias…
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