Sebastián Bocanegra
Se alborotó el chavismo. Los alacranes, aquellos a los que se refirió el general Müller Rojas, sacaron sus aguijones. Francisco Ameliach, gobernador de Carabobo, dijo que si Nicolás Maduro perdía el referendo revocatorio su sucesor sería el capitán Diosdado Cabello. Lo dijo como si se tratara de una advertencia a los sectores democráticos. Algo así como que es mejor que se dejen de buscar el referendo porque si lo hacen lo que viene es peor.
Esa es una interpretación. Otra es que dentro del chavismo hay un sector convencido de la necesidad de salir de Maduro. Que ello es vital para preservarse como opción política. Que el referendo se puede retrasar pero no evitar. Que asumiendo las riendas el capitán Cabello es posible enderezar las cosas al punto de ser una opción en 2018.
Es también un reconocimiento de la derrota que les espera incluso si la consulta se hace el año que viene. El hecho de que el gobierno quede en manos de alguien que pueda designar Maduro no afecta la decisión de la mayoría de votar contra el chavismo.
La respuesta a Ameliach vino desde Ecuador pero no la dio Rafael Correa sino Elías Jaua quien andaba por aquellas tierras en un congreso de movimientos progresistas. Descartó el referendo en cualquier fecha y aseguró que Maduro era el dirigente con mayores opciones para ser el candidato presidencial del PSUV en 2018. Que tenía el respaldo de la dirigencia de todos los niveles.
En el portal aporrea.org aparecen artículos apoyando a unos y a otros. Repentinamente el exdiputado del PSUV por el estado Bolívar Adel El Zabayar escribió en su cuenta en la red social Twitter que la comunidad árabe venezolana no apoyaría a Tareck El Aisami “cualquiera que sea su aspiración”. ¿A qué cargo puede aspirar una persona que es gobernador? Puede ser que quiera repetir en ese cargo; también puede querer ser vicepresidente de la República ¿para convertirse en el relevo de Maduro?
El domingo el PSUV realiza un acto en Trujillo y allí participan el capitán Cabello y su escudero el también capitán y jurisconsulto Pedro Carreño quien con la sinceridad y torpeza que lo caracteriza le dice a los militantes que a él no le gustan las elecciones. Que prefiere a los dirigentes nombrados a dedo. Que hay que evitar las luchas internas. Cabello en su discurso dice las cuatro frases que tiene aprendidas y se niega a declararles a los periodistas.
Como se ve las aguas dentro del PSUV no estaban tan tranquilas como parecía. La procesión andaba por dentro. Los amapuches entre Maduro y el capitán Cabello escondían una guerra a cuchillo. El amor que se tenían no pudo con el interés. Amanecerá y veremos.
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