CNNMoney, por Patrick Gillespie / 30 sep 2016.- Luego de inundar Venezuela con miles de millones durante la última década, China ya no dará al país latinoamericano nuevos préstamos. Es un revés mayor en las relaciones entre ambas naciones, dicen expertos. También ocurre durante el peor momento para Venezuela, que está en medio de una crisis humanitaria y económica.
“China no está interesada de manera especial en prestar más dinero a Venezuela”, dice Margaret Myers, directora de Diálogo Inter-Americano, un grupo de investigación con sede en Washington que registra los préstamos entre China y América Latina.
Desde 2007, los bancos estatales chinos le han prestado a Venezuela 60.000 millones de dólares, de acuerdo con Diálogo Inter-Americano. Eso es más de lo que le ha prestado a cualquier otro país latinoamericano. China es el acreedor más importante de Venezuela.
De esa cantidad, Venezuela todavía le debe a China unos 20.000 millones de dólares, dicen expertos y no hay señal de que pueda pagar esa cantidad en medio de su crisis.
Venezuela paga la mayoría de sus préstamos a China mediante cargamentos de petróleo. El año pasado, PDVSA, la compañía petrolera estatal de Venezuela, envió 579.000 barriles de petróleo al día a China, de acuerdo con una auditoría financiera de la compañía.
Pero este año, Venezuela -que tiene las reservas petroleras más grandes del mundo- ha visto su producción petrolera caer a un mínimo no visto en 13 años. Algunos de sus proveedores de servicios, como Schlumberger, han disminuido de forma dramática sus operaciones debido a cuentas no pagadas por parte del gobierno venezolano.
El presidente socialista Nicolás Maduro ha liderado un régimen que mal administró los recursos de Venezuela y empujó su economía a una crisis, dicen expertos. A China se le ha agotado la paciencia.
“Los chinos han permitido que los venezolanos ser estúpidos”, dice Derek Scissors, docente del American Enterprise Institute (AEI), que registra las inversiones chinas alrededor del mundo. “Los chinos no quieren seguir permitiendo que los venezolanos sigan siendo estúpidos”.
El Ministerio de Exteriores de China no respondió a un pedido de comentarios. Tampoco lo hizo el Ministerio de Finanzas de Venezuela.
Al igual que el gobierno, las compañías chinas también están perdiendo interés en Venezuela. Desde el año 2010, las compañías chinas han invertido 2.500 millones al año en promedio en proyectos en Venezuela. En la primera parte de este año, solo invirtieron 300 millones, de acuerdo con AEI.
Scissors enfatiza que los datos pueden cambiar si China le da a Venezuela otro gran préstamo antes del fin del año. Sin embargo, también está de acuerdo en que China no está dispuesta a dar más dinero.
Ese sentimiento se vio el año pasado cuando China Railway Engineering detuvo la construcción de un “tren bala” en el que había estado trabajando en Venezuela. Los sitios de construcción, alguna vez considerados una señal de la floreciente relación, ahora lucen abandonados.
China ha dicho por mucho tiempo que Venezuela es uno de sus principales aliados en Venezuela, dicen expertos. A cambio de dinero y desarrollo de infraestructura, China quiere asegurar una fuente de petróleo por los próximos años.
Pero las ambiciones de China se han topado con la realidad de la crisis en Venezuela, donde se espera que la inflación se dispare a 700% y que la economía retroceda 8% este año, de acuerdo con el FMI. Su moneda se ha derrumbado en valor y muchos expertos creen que Venezuela podría caer en default pronto.
Con sus ingresos menguando, Venezuela no puede pagar por muchas de sus importaciones de comida y medicina, causando escasez masiva de esos productos. Algunos venezolanos, los que pueden, están viajando a Estados Unidos para comprar productos básicos como papel sanitario y atún.
En medio de masivas protestas que buscan la renuncia de Maduro, su gobierno ahora debe de seguir sin la ayuda de China.
“En el caso específico de Venezuela, es cierto que (los chinos) no quieren seguir actuando como el prestamista de última instancia”, dice Mauricio Roca, un economista para América Latina en Goldman Sachs. “El país ya está en una profunda crisis, pero las cosas pueden empeorar todavía más”.
Serenitie Wang contribuyó desde Beijing. Jethro Mullen contribuyó desde Hong Kong.
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