Luis Ugalde SJ
Hace dos siglos (1817) se publicó en Filadelfia el importante libro El Triunfo de la libertad sobre el despotismo, parido dos años antes por Juan Germán Roscio en su prisión española. Roscio creía que para independizarse el pueblo, antes que las armas, necesitaba de ideas de dignidad y libertad, convencido de que Dios quiere la libertad de los pueblos y no su opresión; esto frente al falso catecismo inculcado de que ir contra el rey era oponerse a Dios. En este año 2017 he aquí la desesperación, nuevas convicciones y con acciones de la gente se abrirán las puertas para rescatar la libertad y la democracia.
El año 1814 fue terrible para la naciente República venezolana: luego de la Campaña Admirable del año anterior, la declaración de la Guerra a Muerte y la triunfal proclamación del Libertador en Caracas, la Segunda República tenía general en jefe de los ejércitos, pero carecía de constitución, congreso y gobierno civil. Pensaron que la fuerza bastaba, pero la furia de la guerra de colores desatada por Boves y sus llaneros trajo las derrotas mantuanas de Bolívar, de Ribas y de otros tantos, y la pavorosa “huida a Oriente”. A mediados de año, Bolívar desde el Cuartel General de Caracas lamentaba: “Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes, han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de industria: por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o de la guerra. Parece que todos los males se han desencadenado sobre nuestros desgraciados pueblos” (carta 6-V-14). Luego, derrotado, arrinconado en Carúpano y a punto de embarcarse en huida, Bolívar siente las acusaciones de los patriotas contra él: “Yo he sido elegido por la suerte de las armas para quebrantar vuestras cadenas, como también he sido, digámoslo así el instrumento de que se ha valido la Providencia para colmar la medida de vuestras aflicciones”. Le duele que: “Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación” (Manifiesto, Carúpano 7-9-14). “Con esto sufro al contrario el profundo pesar de creerme instrumento infausto de sus espantosas miserias, pero soy inocente porque mi conciencia no ha participado nunca del error voluntario o de la malicia, aunque por otra parte haya obrado mal y sin acierto” (Ib.). Si viviera Chávez hoy, un sentimiento parecido le inundaría a la vista del inmenso desastre y miseria desatados por él, probablemente con buena intención. Pero Bolívar termina reafirmando su vocación de Libertador: “Sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver segundamente a libertaros…” (Ib).
No era fácil resurgir de las cenizas. A fines de 1814 todo parecía en contra de la destrozada y dividida causa independentista. También en Europa, pues con la derrota de Napoleón y con apoyo de las monarquías restauradoras, España enviaría sus mejores tropas (como lo hizo) para restablecer sus dominios americanos. Pero en tres años la derrota se transformó para la Independencia en caminos de victoria. Fracasado el aparente atajo de la sola fuerza, se recorrió un nuevo camino, con amplio rodeo que de romper las barreras socio-raciales tan queridas por los mantuanos, unir a los jefes de ambiciones, ganar Oriente, Guayana y Los Llanos, lograr colaboración internacional, sustituir Caracas por Angostura, elaborar una nueva constitución civil, y –tras el increíble “paso de Los Andes”– liberar a Bogotá antes que a Caracas. En este camino brilla la idea de que la república no es la fuerza, aunque esta sea imprescindible para derrotar las armas enemigas. En este nuevo camino el Libertador desde Haití invita a Roscio, Cortés de Madariaga y Castillo (recién fugados de la cárcel española de Ceuta) a sumarse en Angostura a la construcción civil de la República porque el “sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno” (carta 26-XI-1816). Roscio le respondió que antes tenía que hacer algo más importante, que era publicar en Filadelfia (1817) su singular libro con ideas de dignidad y libertad, conciencia política cristiana y soberanía popular, que deslegitiman y desnudan a los déspotas. Luego con su libro en la mano llegará a Guayana donde será escogido presidente del Congreso de Angostura, secretario de Estado y Hacienda y vicepresidente de la Gran Colombia.
El año 2017 será el año del “triunfo de la libertad sobre el despotismo” con la necesaria unidad de los líderes democráticos, multitudes ciudadanas con conciencia en acción y soldados que valoran sus trabajos y “privaciones por la libertad y la salvación de nuestros conciudadanos, que todos están errantes o gimen esclavos” (carta 27-10-14). “Acordaos –dice Bolívar a los soldados– de vuestros padres, hijos, esposas; de vuestros templos, cunas y sepulcros; de vuestros hogares, del Cielo que os vio nacer, del aire que os dio aliento; de la Patria en fin que os ha dado todo; todo yace anonadado por vuestros tiranos. Acordaos que sois venezolanos, caraqueños, republicanos y con tan sublimes títulos, ¿cómo podréis vivir sin ser libres?…” (Ib.).
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