Llega tarde, sí, pero no por voluntad propia. «Julio Cortázar.
El cronopio fugitivo» (Edhasa), la biografía con la que Miguel Dalmause adentra en
todos los rincones del escritor argentino, tendría que haber visto la luz
hace más de un año, coincidiendo con el centenario del nacimiento del autor,
pero ni su viuda, Aurora Bernárdez, ni la agente Carmen Balcells, permitieron
la reproducción de citas del autor de «Rayuela».
Un varapalo que el escritor barcelonés, responsable de jugosos libros
sobre Gil de Biedma o los hermanos Goytisolo, ha sorteadoreescribiéndola en
estilo indirecto pero sin modificar un ápice un planteamiento
que huye de lecturas edulcoradas y ausencias oficialistaspara presentar a Cortázar como un
personaje complejo, contradictorio,bien servido de demonios interiores y
«excesivamente protegido».
«Es un esclavo que no ha roto el cordón umbilical y
está bloqueado por los tabúes de la época», señalaba ayer Dalmau sobre
la compleja relación que mantuvo con su madre y con su hermana. La aparición en
su vida de Aurora Bernárdez, añade el biógrafo, no hizo más que prolongar
la «estructura matriarcal argentina», algo que se mantuvo
hasta el final de sus días, cuando el escritor seguía enviando cheques a su
hermana y su tía.
«La gente que tiene miedo elude la anécdota», asegura Dalmau, quien se ha
esforzado en «El cronopio fugitivo» en tratar de ahondar en detalles que han
pasado por alto en la obra del argentino. Así, desde ese «fantasma del
suicidio» que «recorre toda su obra» a la pulsión sexual que la
atraviesa –«es el gran innovador de la sexualidad en castellano»,
sostiene-,Dalmau elabora un retrato «valiente y bien documentado» de un
«gigante con pies de barro que supo superar muchos demonios».
También rescata del olvido figuras como Edith Aron, la
mujer que, dicen, inspiró «La Maga» de «Rayuela»; o la lituana Ugné
Karvelis,compañera de Cortázar entre 1967 y 1978 y responsable de la
divulgación de su obra en Europa;y da por buenas teorías como la sostiene que
murió de sida después de sufrir una hemorragia gástrica en Francia y recibir
cinco transfusiones de sangre contaminada.
Con todo,
Dalmau reconoce que aún quedan flecos por peinar, como«el apaño que pudiera
tener con Aurora, el grado de implicación incestuosa con la hermana». «He
procurado hablar con muy poca gente. O, mejor dicho, he hablado con muchas
personas, pero cuando aún no sabía que iba a hacer una biografía», explica
Dalmau, quien asegura llevar media vida escribiendo, aunque sea mentalmente, la
biografía de Cortázar. A su viuda, eso sí, mejor ni mentarla. «No he querido
hablar nunca con Aurora. No he tenido el menor interés. Era una encantadora de
serpientes, y como biógrafo no puedes entrar en ese círculo nunca», señala.
Vía ABC. España
Que pasa Margarita
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