ELÍAS
PINO ITURRIETA.
Mientras la mayoría de las
encuestas pronostican una victoria abrumadora de la oposición en las elecciones
parlamentarias, el gobierno se empeña en la suscripción de un compromiso que
obligue a los contendores al respeto de los resultados. Lo que salga de las
urnas el 6-D se debe considerar como santa palabra, sin vacilaciones ni
objeciones, piden desde ahora el presidente Maduro y los voceros del PSUV. Sin
embargo, y pese a que todos los vaticinios le son favorables, los destinatarios
de la solicitud se resisten a aceptar la invitación. La MUD prefiere esperar la
cuenta de los sufragios, sin arrojarse de madrugada en el regazo de la
confianza solicitada por quienes deben pensar en carrera empinada cuando ponen
las esperanzas en diciembre. Seguramente coincidirá el lector con el opinador
en la sensación de que tales conductas no reflejan sensatez, cuando se les echa
un primer vistazo.
Se necesita ser idiota para pedir
el apoyo de una paliza que ya se siente en las costillas y que parece
inevitable. Quiero que apoyen mi cantada derrota antes de que suceda, proponen
los señores del gobierno. No sean malos, no se hagan rogar, tengan por lo menos
la gentileza de vestirse de medio luto mientras organizamos el viaje que
haremos finalmente hasta el cementerio, sugieren los voceros del régimen.
Preferimos esperar, contestan los de la otra orilla, solo formaremos parte del
fúnebre cortejo cuando el CNE haga la autopsia del cadáver. Pareciera que
anhelaran la mejoría del enfermo que sale sentenciado de todos los consultorios
y de los primeros quirófanos, no creen en la defunción anunciada de un paciente
en estado terminal. ¿Se volvieron locos todos?
La oposición viene de una
experiencia de tres lustros que la obliga a la desconfianza. Aun en el caso de
que su triunfo se avizore con márgenes de diferencia que parecen insuperables a
estas alturas, es comprensible su resistencia a sacar el lápiz para avalar de
antemano la decisión del CNE. Sin soportes en el organismo electoral, curtidos
por el zarpazo de la inhabilitación de algunos de sus nominados más
prometedores, con apenas un par de ojos en el directorio frente a ocho que
simpatizan fervorosamente con la “revolución”, pendientes de cómo quedarán por
fin las circunscripciones de votantes, prefieren esperar que los pollos rompan
el cascarón sin suscribir con anterioridad su partida de nacimiento. En la
medida en que la opinión concede con mayor énfasis su favor a los candidatos de
la unidad, la memoria del pasado reciente y la obligación de imaginar la
conducta futura de quienes les ofrecen desde ahora un fraternal abrazo, hace a
los líderes de la MUD más cautelosos y concienzudos.
Los heraldos de la palma de oliva
advierten un apocalipsis si ganan los candidatos de la MUD, y adelantan que la
“revolución” cambiará su derrotero después de las elecciones si no sale con
fortuna del desfiladero. También hacen llamados a su militancia, que parecen
convocatorias bélicas. También abusan de los medios del Estado y de los
recursos del erario para apoyar sus postulaciones, sin que el CNE se despeine
ante las arbitrariedades. También prohíben la presencia de los observadores
imparciales del extranjero solicitados por la oposición para la vigilancia del
proceso. También hacen alardes militares en las fronteras, que producen alarma
en lugar de confianza, silencio en vez de deliberación cívica. Curiosa manera
de animar la alternativa de firmar un acuerdo pre electoral.
¿Estamos ante manifestaciones de
equilibrio, ante señales dignas de crédito a través de las cuales se avale una
propuesta como la que se viene comentando? Una madeja de contradicciones
ensombrece la idea de una inoportuna concertación inexplicable. Las dudas se
imponen frente a las certezas, si se mira el asunto con calma. La oscuridad
empaña los espacios del cheque solicitado sin las cantidades exactas, sin los
números precisos de un negocio esencial. Algo apesta en la intención de los que
quieren adelantar un avenimiento sin pies ni cabeza. Hay cosas que no cuadran,
asuntos traídos por los cabellos, pasos que no están ni deben estar en el
programa. La espera será cada vez más tensa, por lo tanto, y exigente de
mayores prevenciones.
Vía El
Nacional
Que pasa Margarita
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