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Jesús Antonio Petit da Costa
Compatriotas: Ha vencido el plazo que todos concedimos a El Tirano para que se sincere y le diga al país la verdad completa sobre su enfermedad. No lo ha hecho; por el contrario, al seguir ocultando el informe médico, el tema se ha convertido en una guachafita: ¿está enfermo realmente? ¿es cáncer? ¿dónde, en el colon, en el recto o en la próstata? ¿ya tiene metástasis? Ponerle fin a esta guachafita debería ser la tarea prioritaria de una oposición hasta ahora inútil.
La enfermedad de un presidente es asunto de Estado por sus consecuencias constitucionales. Tratándose de una enfermedad grave, sea crónica o aguda, debe informársele al pueblo soberano, por medio de la Asamblea Nacional, acompañando la comunicación con el informe médico que contenga el diagnóstico de la dolencia y el pronóstico de su evolución. En base a este informe médico la Asamblea Nacional podrá activar la sucesión constitucional, si lo cree procedente, sea declarando la falta temporal por incapacidad transitoria, física o mental, o poniendo en marcha el trámite ante el TSJ si la incapacidad fuese permanente. No es el presidente el que evalúa su salud física o mental. Son los médicos que lo asisten. Y no es el presidente el que decide sobre su incapacidad física o mental. Son los demás poderes públicos.
Mientras no sea enviado a la Asamblea Nacional el informe médico sobre la enfermedad grave del presidente, no consta su existencia. No existe legalmente. Y por ello no surte efectos jurídicos, lo que beneficia al presidente enfermo, quien así puede seguir ejerciendo el cargo estando incapacitado física o mentalmente. Pero, en contrapartida, por ocultar el informe médico, su declaración de que padece una enfermedad grave debe tenérsela por falsa o mentirosa, ya que no se sustenta en una prueba fehaciente. Al esconder el informe médico sobre la enfermedad está ocultando la verdad, por lo cual incurre en falta de ética o probidad. Un engaño de esta naturaleza es incompatible con la dignidad exigida para el ejercicio del cargo. ¿A qué se debería esta conducta de un presidente? Puede ser porque finja, por cálculo político, una enfermedad que no tiene, pudiendo ser otra menos grave, o porque trate de evadir las consecuencias constitucionales que acarrearía la enfermedad que dice tener, por sus efectos secundarios y por la expectativa de vida.
De este hecho, el ocultamiento del informe médico que contiene el diagnóstico de la enfermedad y el pronóstico de su evolución, se deduce en el caso concreto que El Tirano está escondiendo la verdad. Entonces miente: o porque no sufre de cáncer o porque no quiere que se sepa que su enfermedad lo incapacita, ahora mismo o a corto plazo, para ejercer el cargo. Si hubiese una oposición arrrecha acabaría con la guachafita formada en el país con el acertijo de la enfermedad presidencial, acusándolo sencillamente de mentiroso o falso, que es lo mismo, porque esconde el informe médico. La acusación obligaría a El Tirano a presentarlo avalado con la presencia de los médicos que lo atendieron. Si presenta el informe médico sabremos entonces porqué lo ha ocultado hasta ahora. Y si no lo presenta, pierde la solidaridad afectiva que busca con la manipulación política de su enfermedad.
En refuerzo de la acusación bastaría señalar la sucesión de mentiras, que la anteceden. Primero, al pueblo se le mintió diciendo que El Tirano no tenía nada. Segundo, al pueblo se le ocultó que el presidente fue operado dos veces. Tercero, al pueblo se le mintió cuando no se le dijo oportunamente el motivo y resultado de la segunda operación. Cuarto, el presidente reconoció tardíamente que la segunda operación duró seis horas, durante las cuales estuvo inconsciente por la anestesia, y después fue recluido seis días en terapia intensiva, estando por ello incapacitado para ejercer el cargo, lo que hacía procedente la declaración de falta temporal. Todo esto le fue ocultado al pueblo, lo que indica que se le mintió sin pudor. Quinto, sólo ahora, pasado un mes, el presidente dice que tal vez sea sometido a quimioterapia, lo que demuestra que ha ocultado la gravedad de su estado. Y aún así sigue ocultando el informe médico.
No podemos pasarnos todo el año en una guachafita adivinando qué tiene El Tirano, mientras el país se cae a pedazos. Este asunto hay que despacharlo ya, poniendo las cartas sobre la mesa. Es lo que haría una oposición arrecha.
Fuente: Frente Patriotico (Venezuela)
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