Monday, January 14, 2013

Ni el Cid, ni Evita

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130114/ni-el-cid-ni-evita

CAROLINA JAIMES BRANGER |  EL UNIVERSAL
lunes 14 de enero de 2013  12:00 AM
El miércoles 9 de enero presenciamos uno de los exabruptos jurídicos más exabrúpticos que jamás hayamos presenciado en Venezuela: la inefable magistrada Luisa Estella Morales Lamuño, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, para más señas y por desgracia, presidenta de la Sala Constitucional, dio a conocer la interpretación y el alcance del contenido del artículo 231 de la Constitución Nacional. "Es el presidente el que debe expresamente solicitar la falta temporal a través de un decreto", insistió con voz tan temblorosa que me hizo recordar el titubeo de cuando siendo yo adolescente inventaba historias para salir adonde no me dejaban ir.

Yo me preguntó qué pasaría si al presidente le da un ACV o algo similar que, por ejemplo, lo deje en estado vegetativo, ¿cómo va a solicitar la falta temporal si está vegetal? La verdad es que indigna que a uno lo vean tan idiota para meterle un strike de ese tamaño. Lo peor es que fue una "ponencia conjunta" lo que significa que los siete magistrados de la Sala Constitucional piensan al unísono que los venezolanos somos imbéciles.

Yo he sido una de las personas que con más insistencia ha sostenido que no cree en la enfermedad de Chávez. Que su supuesto cáncer ha sido más que oportuno, pues los tumores han aparecido en los momentos en que más los necesitaba. Pero el que Chávez no se haya presentado el 10 de enero, aunado a la decisión del TSJ, me obliga a elucubrar sobre qué sucedería en la eventualidad de que el presidente quedara en estado vegetativo. No puede avisar, pero como no avisa no hay falta temporal. En otras palabras, puede quedarse en estado vegetal durante años y sigue siendo presidente. Uh, ah.

El TSJ le dio la posibilidad a Chávez ser presidente aun cuando esté muerto. Sus aliados no van a tener que pasar por lo que pasó doña Jimena, quien, según cuenta la leyenda, montó en el caballo Babieca a su marido muerto, el Cid Campeador, para hacerles creer a sus enemigos que aún seguía vivo. Ni tener que dar las vueltas que dio el cadáver de Eva Perón. Mientras no diga él mismo que se ausenta temporalmente, seguirá mandando de cualquier manera. Vivo, muerto, vegetal o momificado. Alguien tenía que decidir sobre la falta de sucesión. Y siempre aparece una Luisa que se presta para ello.

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