En: http://www.elnuevoherald.com/2014/01/23/1662176/oppenheimer-la-legitimacion-de.html
Andrés Oppenheimer
Lo más vergonzoso de la programada visita de los presidentes
latinoamericanos a Cuba para asistir a una cumbre regional el 28 de
enero no es que viajen a un país gobernado por una de las últimas
dictaduras familiares del mundo, sino que probablemente no aprovechen la
oportunidad para visitar también la cumbre paralela que la oposición
pacífica de la isla planea celebrar al mismo tiempo.
Salvo
sorpresas de último momento, ninguno de los 32 jefes de estado y
representantes del gobierno que asistirán a la cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) a realizarse entre el 28 y
el 30 de enero en La Habana, se reunirá con líderes de la oposición o
con grupos civiles independientes durante su visita a Cuba.
Ni
siquiera el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, que quiere ser visto
como miembro de una nueva generación de líderes más modernos y menos
autoritarios, tiene planes de reunirse con ningún miembro de la
oposición pacífica cubana, a pesar de que los mandatarios cubanos se han
reunido repetidamente con la oposición mexicana cada vez que han
visitado a México.
Comparativamente, el ex presidente Vicente Fox y su secretario de
relaciones exteriores, Jorge Castañeda, se reunieron con líderes de la
oposición durante una visita a Cuba en el 2002, y la ex secretaria de
relaciones exteriores mexicana Rosario Green lo hizo con disidentes
cubanos durante una cumbre celebrada en La Habana en 1999.
En una entrevista publicada el 18 de enero en el diario español El País,
el secretario de relaciones exteriores mexicano José Antonio Meade dijo
que “queremos desarrollar con Cuba una relación muy cercana de pleno
apoyo a su estrategia de actualización económica”.
Preguntado
sobre si Peña Nieto dialogará con disidentes en Cuba, Meade dijo que el
presidente mexicano “participará en Cuba con una agenda que tiene que
ver con la cumbre de la CELAC. Él aceptó una visita oficial y en ese
marco se va a desarrollar”. Traducción: no lo hará.
El secretario
general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel
Insulza, no respondió a una llamada en donde le iba a preguntar si
pensaba reunirse con líderes opositores durante su visita a la cumbre en
Cuba.
Guillermo Fariñas, uno de los líderes de la oposición
cubana que planea asistir a la contra-cumbre de La Habana, me dijo en
una entrevista telefónica desde Cuba que la policía política ya le ha
hecho una visita a varios disidentes —incluyendo la bloguera Yoani
Sánchez— para advertirles que no celebren la cumbre paralela.
“El
régimen de todos modos va a pagar un costo político”, me dijo Fariñas.
“Si permiten la cumbre paralela, el costo político sería que los medios
internacionales escucharán otras voces que no sean las oficiales, que
les dirán lo que el gobierno oculta: que no hay democracia en Cuba. Y si
no la permiten, eso demostrará que, a pesar de los esfuerzos
mediáticos, políticos y diplomáticos que ha hecho desde el 2007 para
mostrar que supuestamente hay cambios en Cuba, lo que hay aquí es una
ola represiva”.
El hecho de que los presidentes visitantes
probablemente no se reunirán con la oposición los convierte en
“cómplices” de la dictadura, y cuanto más gestos de acercamiento hagan,
más ayudarán a la dictadura cubana a fortalecerse, señaló.
“Yo les
diría a los presidentes de América Latina que siempre recuerden que las
dictaduras son contaminantes, que no se hagan cómplices de la dictadura
de los hermanos Castro, y que se solidaricen con los gobernados y los
demócratas, para que el gobierno reciba el mensaje de que tiene que
cambiar”, concluyó.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Ya es un chiste
que los presidentes latinoamericanos hayan elegido al único gobernante
de facto de la región —el general Raúl Castro, que es un dictador
militar bajo la definición de cualquier diccionario— como presidente de
la CELAC, cuando esa organización tiene entre sus principales objetivos
“promover la democracia” en la región.
Pero asistir a una cumbre
de la CELAC en Cuba sin reunirse con ningún representante de la
oposición equivale a darle un espaldarazo propagandístico a un régimen
totalitario, y a darle la espalda a la oposición pacífica de la isla.
Muchos de nosotros, que nos opusimos a los gobiernos militares
latinoamericanos en la década de 1970, aún recordamos la manera en que
estas visitas de dignatarios extranjeros contribuyen a legitimar a las
dictaduras.
Por supuesto, algunos presidentes visitantes alegarán
que no pueden reunirse con disidentes durante una visita oficial porque
deben respetar “la autodeterminación de los pueblos”. ¡Tonterías! ¿De
qué “autodeterminación” hablan, si el pueblo cubano no ha tenido la
oportunidad de votar libremente para determinar su futuro desde hace 55
años?
Si los presidentes visitantes no se reúnen con ningún
miembro de la oposición pacífica cubana, será un día muy triste en la
historia de la democracia latinoamericana.
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