YON GOICOECHEA| EL UNIVERSAL
sábado 25 de enero de 2014 12:00 AM
El chavismo hubiese podido establecer un comunismo con mediana comodidad, si no hubiese tocado la industria petrolera. El petróleo hubiese mantenido al país, sin sacarlo de la pobreza ni desarrollarlo, pero sin grandes sobresaltos. Asimismo, el gobierno hubiese mantenido su voracidad importadora, su discurso contra todo el que produjese algo, los subsidios y su verborrea sin fin. Venezuela pudo ser el paraíso de los mediocres y trasnochados comunistas del planeta, que se hubiesen retorcido de placer al ver a la gente pobre pero conformada. El problema es que el diablo esconde la olla, pero no guarda la tapa.
Su avaricia los llevó a destruir lo que les daba el dinero. En primer lugar, politizaron Pdvsa. Luego nacionalizaron a grandes petroleras multinacionales con concesiones en el país. Crearon empresas mixtas que, a diferencia de otras similares de países libres, representaron matrimonios obligados con un gobierno ineficiente. Cambiaron bruscamente la política fiscal. Expulsaron del país a gran parte de nuestro capital social. Mantuvieron a los inversionistas nerviosos, mediante un discurso hostil. Por supuesto, dejaron de invertir en infraestructura petrolera y, por si fuera poco, dejaron de mantener las estructuras ya existentes. Al descuidar la seguridad industrial, mermaron nuestra capacidad refinadora y nos convirtieron en importadores de gasolina y otros productos que antes exportábamos. Gasolina, por cierto, que mantuvieron subsidiada a un precio ridículo, lo que incrementó el consumo interno en detrimento de las exportaciones. Todo ello se hizo mientras el gobierno regalaba nuestro petróleo a cuanto "chulo político" secundare internacionalmente sus delirios. Incluyendo algunos de Estados Unidos.
Hace poco más de un año, al llegar a mi clase de políticas energéticas en los BRICS, en Columbia University, la presentación proyectada en el pizarrón titulaba: "What not to do: The Venezuelan Case." (Lo que no se debe hacer: el caso de Venezuela). Para nuestra vergüenza, lo ocurrido en nuestro maltratado país se estudia en las grandes universidades del mundo, pero como un caso de fracaso extremo. Hugo Chávez quiso que la cara de ese fracaso fuese Rafael Ramírez. El mismo a quien Maduro ha confiado hoy el destino económico de los venezolanos.
Siempre he pensado que Ramírez está allí por lo que ha visto ¿Qué sabe de la familia Chávez y sus negocios, de las "ayudas" a criminales o de la vida personal de los alegres viajeros de los aviones de Pdvsa? ¿Qué tipo de fidelidad ha convertido a uno de los peores gerentes petroleros de la historia de la industria, en el hombre fuerte de la crítica economía venezolana? No lo sé, pero él no puede estar allí por mérito. Tampoco por política, porque no maneja grupos de choque, no es un líder de estructura, no es carismático y hasta desencaja un poco con la imagen del PSUV ¿Entonces, por qué los venezolanos estamos en sus manos? ¿Es Maduro un preso de Ramírez?
La crisis venezolana pasa por el manejo del petróleo. Nada, sino el petróleo, puede sacarnos en menos de una generación del hueco en el que nos metieron. Diversificar la economía es necesario, pero toma décadas. Hoy, la porción del PIB que representa cada actividad no petrolera por separado es poco menos que risible. Si queremos que los niños que hoy tienen 4 años no lleguen a los 20 siendo pobrísimos, hay que priorizar las reformas de nuestras políticas energéticas. Ramírez representa la continuidad de las actuales.
El "Presidente" ha logrado un pacto con la oposición, que le ha dado un poco de gobernabilidad. Sin embargo, ha retrasado todas las medidas económicas hasta extremos muy peligrosos para su gobierno y, peor, para los venezolanos. Nada de lo que anunció en su alocución de la semana pasada altera las causas fundamentales de la crisis. Salvo el relativo y engañoso cierre de Cadivi, nada de lo expuesto tendrá mayor impacto ¿Será que no se da cuenta de que la inercia lo perjudica a él? ¿No entiende o no quiere entender? ¿De quién es rehén Nicolás Maduro? Como tantas otras cosas, también es inexplicable que, en su momento de mayor estrechez, el chavismo haya puesto al frente de la economía venezolana al hazmerreír de la industria petrolera mundial.
Vamos peligrosamente mal. Dios nos agarre confesados.
Su avaricia los llevó a destruir lo que les daba el dinero. En primer lugar, politizaron Pdvsa. Luego nacionalizaron a grandes petroleras multinacionales con concesiones en el país. Crearon empresas mixtas que, a diferencia de otras similares de países libres, representaron matrimonios obligados con un gobierno ineficiente. Cambiaron bruscamente la política fiscal. Expulsaron del país a gran parte de nuestro capital social. Mantuvieron a los inversionistas nerviosos, mediante un discurso hostil. Por supuesto, dejaron de invertir en infraestructura petrolera y, por si fuera poco, dejaron de mantener las estructuras ya existentes. Al descuidar la seguridad industrial, mermaron nuestra capacidad refinadora y nos convirtieron en importadores de gasolina y otros productos que antes exportábamos. Gasolina, por cierto, que mantuvieron subsidiada a un precio ridículo, lo que incrementó el consumo interno en detrimento de las exportaciones. Todo ello se hizo mientras el gobierno regalaba nuestro petróleo a cuanto "chulo político" secundare internacionalmente sus delirios. Incluyendo algunos de Estados Unidos.
Hace poco más de un año, al llegar a mi clase de políticas energéticas en los BRICS, en Columbia University, la presentación proyectada en el pizarrón titulaba: "What not to do: The Venezuelan Case." (Lo que no se debe hacer: el caso de Venezuela). Para nuestra vergüenza, lo ocurrido en nuestro maltratado país se estudia en las grandes universidades del mundo, pero como un caso de fracaso extremo. Hugo Chávez quiso que la cara de ese fracaso fuese Rafael Ramírez. El mismo a quien Maduro ha confiado hoy el destino económico de los venezolanos.
Siempre he pensado que Ramírez está allí por lo que ha visto ¿Qué sabe de la familia Chávez y sus negocios, de las "ayudas" a criminales o de la vida personal de los alegres viajeros de los aviones de Pdvsa? ¿Qué tipo de fidelidad ha convertido a uno de los peores gerentes petroleros de la historia de la industria, en el hombre fuerte de la crítica economía venezolana? No lo sé, pero él no puede estar allí por mérito. Tampoco por política, porque no maneja grupos de choque, no es un líder de estructura, no es carismático y hasta desencaja un poco con la imagen del PSUV ¿Entonces, por qué los venezolanos estamos en sus manos? ¿Es Maduro un preso de Ramírez?
La crisis venezolana pasa por el manejo del petróleo. Nada, sino el petróleo, puede sacarnos en menos de una generación del hueco en el que nos metieron. Diversificar la economía es necesario, pero toma décadas. Hoy, la porción del PIB que representa cada actividad no petrolera por separado es poco menos que risible. Si queremos que los niños que hoy tienen 4 años no lleguen a los 20 siendo pobrísimos, hay que priorizar las reformas de nuestras políticas energéticas. Ramírez representa la continuidad de las actuales.
El "Presidente" ha logrado un pacto con la oposición, que le ha dado un poco de gobernabilidad. Sin embargo, ha retrasado todas las medidas económicas hasta extremos muy peligrosos para su gobierno y, peor, para los venezolanos. Nada de lo que anunció en su alocución de la semana pasada altera las causas fundamentales de la crisis. Salvo el relativo y engañoso cierre de Cadivi, nada de lo expuesto tendrá mayor impacto ¿Será que no se da cuenta de que la inercia lo perjudica a él? ¿No entiende o no quiere entender? ¿De quién es rehén Nicolás Maduro? Como tantas otras cosas, también es inexplicable que, en su momento de mayor estrechez, el chavismo haya puesto al frente de la economía venezolana al hazmerreír de la industria petrolera mundial.
Vamos peligrosamente mal. Dios nos agarre confesados.
No comments:
Post a Comment