MIGUEL SANMARTÍN| EL UNIVERSAL
sábado 25 de enero de 2014 12:00 AM
Bichos pa'maniqueos. Pa' impostores. Además de duchos expeliendo la peor jerga resentida, injuriosa e intimidatoria contra aquellos que no acatan sus designios autoritarios, han hecho de la falacia y del cinismo otro atributo. Su marca.
Las artimañas que no conocían o no dominaban las adquirieron y perfeccionaron en el camino. Un camino abrupto que ellos mismos plagaron de minas, tachuelas, alambre de púas y metralla. Lo han transitado en forma errática, insensata, viciada y antojadiza, lo que ha resultado contraproducente para la nación y las aspiraciones-necesidades de la gente.
Porque vienen dando más tumbos que borracho después de una rumba en "disco" de penitenciaría, aniquilan lo que gestionan, intervienen, expropian o se les opone. En este bochinche llevan 15 años. Dando bandazos. Pasitos pa'lante, pasitos pa'tras, ejercen el poder de manera omnímoda, excluyente, antojadiza e impunemente. Así también han devastado, anarquizado, depauperado y endeudado al país.
Causaron -con su proyecto castrocomunista, ineficacia y latrocinio- este monumental descalabro económico y social. Pero se hacen los "yo no fui". En nombre del Supremo y de la ética revolucionaria culpabilizan -con sorprendente eficacia- de la crisis y el deterioro a mister Disi Dente, al musiú Si Cario y a su compadre Primo Génito. También le dieron lo suyo al capitalismo, al imperio, la oposición, la oligarquía y a la corte de las iguanas, los chigüires y los tucusitos. Recientemente develaron un supuesto plan de saboteo económico, emparentado con una tal misia burbuja especulativa. Y, de refilón, le quitaron la careta a la guarimba que amenaza la estabilidad de la revolución: los videojuegos y las telenovelas.
El ardid de culpar a otros por los abusos y desatinos propios no es nuevo. Tampoco infructuoso. Vaya que funciona. ¡Pregúntenle a los cubanos! Ellos son los papaupas en el "arte-viveza" de fabular para presentarse como víctimas cuando, históricamente, han sido unos victimarios natos.
Los cubanos montaron su martirio sobre la "infamia" del bloqueo económico que les impuso Estados Unidos. Eso les ha servido para todo. Desde culparlos de sus desdichas y miserias hasta restringir las libertades, violar los derechos humanos y eternizar la cartilla de racionamiento. Aquí pretenden hacer lo mismo. Escurrir la responsabilidad que les corresponde por desbarrancar al país y achacarle el muerto al pueblo, al que acusan de la falta de dólares por "raspacupos", de la inflación por "consumistas", de la escasez por "acaparadores" y de la inseguridad por "aficionarse" a las telenovelas que exaltan e incitan a la violencia. ¡Así es el desparpajo revolucionario, camarita!
Las artimañas que no conocían o no dominaban las adquirieron y perfeccionaron en el camino. Un camino abrupto que ellos mismos plagaron de minas, tachuelas, alambre de púas y metralla. Lo han transitado en forma errática, insensata, viciada y antojadiza, lo que ha resultado contraproducente para la nación y las aspiraciones-necesidades de la gente.
Porque vienen dando más tumbos que borracho después de una rumba en "disco" de penitenciaría, aniquilan lo que gestionan, intervienen, expropian o se les opone. En este bochinche llevan 15 años. Dando bandazos. Pasitos pa'lante, pasitos pa'tras, ejercen el poder de manera omnímoda, excluyente, antojadiza e impunemente. Así también han devastado, anarquizado, depauperado y endeudado al país.
Causaron -con su proyecto castrocomunista, ineficacia y latrocinio- este monumental descalabro económico y social. Pero se hacen los "yo no fui". En nombre del Supremo y de la ética revolucionaria culpabilizan -con sorprendente eficacia- de la crisis y el deterioro a mister Disi Dente, al musiú Si Cario y a su compadre Primo Génito. También le dieron lo suyo al capitalismo, al imperio, la oposición, la oligarquía y a la corte de las iguanas, los chigüires y los tucusitos. Recientemente develaron un supuesto plan de saboteo económico, emparentado con una tal misia burbuja especulativa. Y, de refilón, le quitaron la careta a la guarimba que amenaza la estabilidad de la revolución: los videojuegos y las telenovelas.
El ardid de culpar a otros por los abusos y desatinos propios no es nuevo. Tampoco infructuoso. Vaya que funciona. ¡Pregúntenle a los cubanos! Ellos son los papaupas en el "arte-viveza" de fabular para presentarse como víctimas cuando, históricamente, han sido unos victimarios natos.
Los cubanos montaron su martirio sobre la "infamia" del bloqueo económico que les impuso Estados Unidos. Eso les ha servido para todo. Desde culparlos de sus desdichas y miserias hasta restringir las libertades, violar los derechos humanos y eternizar la cartilla de racionamiento. Aquí pretenden hacer lo mismo. Escurrir la responsabilidad que les corresponde por desbarrancar al país y achacarle el muerto al pueblo, al que acusan de la falta de dólares por "raspacupos", de la inflación por "consumistas", de la escasez por "acaparadores" y de la inseguridad por "aficionarse" a las telenovelas que exaltan e incitan a la violencia. ¡Así es el desparpajo revolucionario, camarita!
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