RUBÉN M. PERINA| EL UNIVERSAL
viernes 28 de marzo de 2014 12:00 AM
Una vez más la reunión del Consejo Permanente de la OEA, del pasado viernes 18, evidenció lo dividido que está el continente y cómo ello paraliza a la organización y la margina como instrumento interamericano para promover y defender colectivamente la democracia en sus estados miembros. Una mayoría (22) de los representantes de los 34 países votó, primero, para que la reunión sea cerrada al público y la prensa. Esa mayoría o "alianza chavista" fue liderada por Venezuela, con el apoyo de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Haití, Nicaragua, Republica Dominicana, y de los 14 mini-estados del Caribe (los lacayos del petróleo venezolano, excepto Barbados).
Luego, en privado, se le sumaron, inexplicablemente, Chile, Colombia, Paraguay y otros para eliminar de la agenda una presentación, a pedido de Panamá, de la diputada venezolana opositora, María Corina Machado, sobre la crisis democrática por la que atraviesa su país. Canadá, Estados Unidos, México, Panamá y Perú no pudieron evitar la censura o el abuso de la mayoría. Irónicamente, el voto (y el petróleo) mató la transparencia y la libertad de expresión. Esta triste realidad recuerda la frustración de los demócratas y defensores de los derechos humanos del hemisferio en la década de los 70, cuando las dictaduras militares del continente rechazaban como intervencionismo cualquier intento en la OEA de siquiera hablar sobre esos temas.
La reunión también dejó claro ganadores y perdedores:
Una resonante victoria política y diplomática le correspondió a la diputada Machado que, aunque no le permitieron exponer formalmente, pudo transmitir al mundo en rueda de prensa su angustia y preocupación por la persecución y represión política que sufren los que se oponen al gobierno y protestan en las calles por la escasez, la inseguridad, la inflación, la impunidad, la corrupción y la injerencia castrista. Y pudo exhortar públicamente a las democracias americanas a involucrarse en Venezuela para observar y frenar la alteración del orden democrático perpetuado por el régimen chavista, tal como se comprometieron en la CDIA. Les recordó que la democracia es mucho más que elecciones, que un gobierno electo debe por lo menos respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, y que la vigencia y defensa de la democracia en su totalidad es responsabilidad de todos. Por el "atrevimiento" el régimen rompió relaciones con Panamá e inició un proceso, inconstitucional, para quitarle a la diputada su inmunidad parlamentaria y someterla a juicio en cortes totalmente chavistas. Le esperan momentos difíciles a esta mujer cooo...rajuda.
Hubo varios perdedores. Prima facie pareciera que la "alianza chavista" obtuvo una victoria al no permitir una reunión abierta ni la presentación de la diputada. Pero fue una victoria pírrica, porque con ella se devaluaron principios, instituciones, valores y prácticas democráticas como la transparencia, la libertad de expresión, la tolerancia, la separación de poderes, e inclusive el diálogo -todos ellos consagrados en la OEA y en su Carta Democrática Inter-Americana (CDIA). Maduro y sus aliados llaman al diálogo pero no quieren escuchar la voz de la oposición, la otra parte del supuesto dialogo- y esto en un foro multilateral compuesto por supuestas democracias. Con ello se demostró la naturaleza anti-democrática del régimen chavista, y ni hablar de la imagen negativa que los miembros de la alianza generaron entre los demócratas del hemisferio.
Lo ocurrido levanta dudas sobre la efectividad que tendría la Unasur (cuya intervención sí acepta la alianza chavista) para contribuir al diálogo y a una solución democrática y legitima en Venezuela. Por lo visto en la OEA, ese organismo subregional llegará a Venezuela sesgado por una mayoría a favor del chavismo o dividido e incapaz de actuar a favor de la democracia venezolana, otra perdedora por ahora.
Perdedores también fueron Estados Unidos y Canadá, que quedaron excluidos de participar por la vía multilateral en una posible solución a la crisis venezolana. Extrañamente, ninguno de estos poderosos estados pudo siquiera convencer a los caribeños de votar a favor de una reunión pública, y menos todavía que se permitiera la exposición de la diputada Machado.
Finalmente, la OEA quedó otra vez muy mal parada. La división continental y la victoria pírrica y perversa de la alianza chavista en efecto la paralizó y marginó de cualquier protagonismo que podría tener para contribuir a resolver la crisis venezolana. Quedó así descartada la posibilidad de una misión diplomática de "buenos oficios" de la organización para observar el "diálogo" convocado por Maduro y facilitar su avance.
Ph.D. Profesor de Georgetown University y ex funcionario de OEA.
Luego, en privado, se le sumaron, inexplicablemente, Chile, Colombia, Paraguay y otros para eliminar de la agenda una presentación, a pedido de Panamá, de la diputada venezolana opositora, María Corina Machado, sobre la crisis democrática por la que atraviesa su país. Canadá, Estados Unidos, México, Panamá y Perú no pudieron evitar la censura o el abuso de la mayoría. Irónicamente, el voto (y el petróleo) mató la transparencia y la libertad de expresión. Esta triste realidad recuerda la frustración de los demócratas y defensores de los derechos humanos del hemisferio en la década de los 70, cuando las dictaduras militares del continente rechazaban como intervencionismo cualquier intento en la OEA de siquiera hablar sobre esos temas.
La reunión también dejó claro ganadores y perdedores:
Una resonante victoria política y diplomática le correspondió a la diputada Machado que, aunque no le permitieron exponer formalmente, pudo transmitir al mundo en rueda de prensa su angustia y preocupación por la persecución y represión política que sufren los que se oponen al gobierno y protestan en las calles por la escasez, la inseguridad, la inflación, la impunidad, la corrupción y la injerencia castrista. Y pudo exhortar públicamente a las democracias americanas a involucrarse en Venezuela para observar y frenar la alteración del orden democrático perpetuado por el régimen chavista, tal como se comprometieron en la CDIA. Les recordó que la democracia es mucho más que elecciones, que un gobierno electo debe por lo menos respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, y que la vigencia y defensa de la democracia en su totalidad es responsabilidad de todos. Por el "atrevimiento" el régimen rompió relaciones con Panamá e inició un proceso, inconstitucional, para quitarle a la diputada su inmunidad parlamentaria y someterla a juicio en cortes totalmente chavistas. Le esperan momentos difíciles a esta mujer cooo...rajuda.
Hubo varios perdedores. Prima facie pareciera que la "alianza chavista" obtuvo una victoria al no permitir una reunión abierta ni la presentación de la diputada. Pero fue una victoria pírrica, porque con ella se devaluaron principios, instituciones, valores y prácticas democráticas como la transparencia, la libertad de expresión, la tolerancia, la separación de poderes, e inclusive el diálogo -todos ellos consagrados en la OEA y en su Carta Democrática Inter-Americana (CDIA). Maduro y sus aliados llaman al diálogo pero no quieren escuchar la voz de la oposición, la otra parte del supuesto dialogo- y esto en un foro multilateral compuesto por supuestas democracias. Con ello se demostró la naturaleza anti-democrática del régimen chavista, y ni hablar de la imagen negativa que los miembros de la alianza generaron entre los demócratas del hemisferio.
Lo ocurrido levanta dudas sobre la efectividad que tendría la Unasur (cuya intervención sí acepta la alianza chavista) para contribuir al diálogo y a una solución democrática y legitima en Venezuela. Por lo visto en la OEA, ese organismo subregional llegará a Venezuela sesgado por una mayoría a favor del chavismo o dividido e incapaz de actuar a favor de la democracia venezolana, otra perdedora por ahora.
Perdedores también fueron Estados Unidos y Canadá, que quedaron excluidos de participar por la vía multilateral en una posible solución a la crisis venezolana. Extrañamente, ninguno de estos poderosos estados pudo siquiera convencer a los caribeños de votar a favor de una reunión pública, y menos todavía que se permitiera la exposición de la diputada Machado.
Finalmente, la OEA quedó otra vez muy mal parada. La división continental y la victoria pírrica y perversa de la alianza chavista en efecto la paralizó y marginó de cualquier protagonismo que podría tener para contribuir a resolver la crisis venezolana. Quedó así descartada la posibilidad de una misión diplomática de "buenos oficios" de la organización para observar el "diálogo" convocado por Maduro y facilitar su avance.
Ph.D. Profesor de Georgetown University y ex funcionario de OEA.
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