Monday, March 31, 2014

La Plaza Altamira

En: http://www.eluniversal.com/opinion/140331/la-plaza-altamira

MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 31 de marzo de 2014 12:00 AM
"La toma de Chacao" por más de mil militares y un número indeterminado de agentes del Sebin en comparsa con civiles armados por el régimen, además de ejecutar una represión turbulenta aleccionada por cubanos contra estudiantes que obstruían algunas vías, evidencia un odio visceral del gobierno hacia "determinados adversarios". No, no se trata de una guerra, palabra predilecta por el oficialismo, contra la oligarquía insidiosa sino de una inocultable venganza política. Muchacho fue electo alcalde de Chacao con el 86% de los votos. Ello constituye una enorme traba para el proyecto totalitario que anhela posesionarse de todos los centros de poder aunque con ello se viole el precepto democrático que legitima la vía del sufragio. Basta analizar la destitución y juicio sumario contra los alcaldes Scarano y Ceballos para corroborarlo.

El régimen "acomodó" dos mil hombres en Chacao ataviados con yelmos, armas de fuego largas y cortas, equipos antimotines, para "velar por el orden" en una localidad de 70.000 personas. Ello revela lo que todo el país sabe: rencor por "el otro". Despotismos desviados como éste reprimen en la misma medida que impiden atender las auténticas miserias que afligen a la mayoría. Mientras la soldadesca constreñía la libertad del pueblo de Chacao, resaltaban frente a sus ojos largas colas en los abastos del lugar para adquirir un paquete de harina. Por su parte la delincuencia hacía de las suyas.

El régimen con sus acciones represivas convirtió La Plaza Altamira en un axiomático símbolo de libertad. Las decenas de miles de personas que todos los días acuden al lugar con banderas y pancartas para expresar su convicción democrática, además de abochornar a los fusileros que observaban cómo se ejerce la civilidad, universalizaron "La Plaza Altamira" como zona de concordia. Así pues sus asiduos visitantes lograron sin guerra ni armas una extraordinaria victoria cívica. Los soldados, por cierto muy jóvenes, se replegaban estupefactos ante el fervor patriótico exhibido por los parroquianos.

¿Qué implica todo ello? Que los grupos educados en democracia no se adaptan tan fácilmente a "nuevas reglas restrictivas". El régimen por su parte, apoyándose en peculiaridades represivas nunca vividas en el país, pretende sobrepasar las discrepancias a través de la violencia o produciendo magos y curanderos bajo nuevas formas para disimular lo que no debería existir. Por ejemplo señalaba el Ministro Félix Osorio que gente se queja por las colas que hace para adquirir productos de primera necesidad y no para acudir a un cine o teatro. "Esas son las nuevas formas".

Magos como éste se multiplican en el gobierno. Diosdado creó sus nuevas formas para inhabilitar a la diputada Machado. Para él no cuenta la observancia de la ley, mucho menos de la civilidad, sino el uso de la violencia en todas sus grafías. El lema sigue siendo: ¡muera la Plaza Altamira y hurra por los fanáticos armados!

Pero "esas nuevas formas" configuran el prototipo de una sociedad que "el proceso" insiste en degradar. Veamos: "el soldado venezolano que apalea al estudiante es el mejor porque tiene iniciativa propia y una independencia innata; el niño que sobrevive vendiendo baratijas en la esquina de cualquier calle a riesgo de su vida es el prototipo de la nueva sociedad industrial". Ese es el colectivismo propuesto por el régimen.

Los oficialistas no pierden ocasión para emprender sus ataques contra cualquier otro pensamiento que procure cierto grado de bienestar general. ¡Abajo la plaza Altamira! Ciertamente no todo el que se dice defensor del sueño socialista actúa de manera hipócrita; quiere creer que sigue los dogmas que tanto enaltece aunque sea el último quijote de su fe (Giordani). El otro, el hipócrita, ensimismado en sus negocios, preferiría sin duda formar parte de la civilidad que reluce en la herida Plaza Altamira y no en la barbarie que la destruye.

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