Pastor Heydra. Sin Rodeos
El Papa Francisco en
su gira por Cuba y Estados Unidos fue preciso, directo, cáustico, sin ambages,
sin cortapisas en las conversaciones u
homilías que realizó en los diversos escenarios a los que acudió. En todos reiteró
su principio de que a las cosas hay que llamarlas por su nombre: “Al pan, pan,
y al vino, vino”, y de que es portaestandarte de un nuevo “aggiornamento” de la
Iglesia católica, mucho más profundo que el Concilio Vaticano II (1962-65 presidido por Juan XXIII y culminado por
Paulo VI), el cual tendrá su primera prueba en el “Sínodo de la Familia” que se
efectuará en Roma en octubre de 2015.
Creo que fueron tres
los teatros más relevantes: Su llegada a La Habana; sus presentaciones en el
Congreso de los EE.UU, y en la ONU, donde con un lenguaje suave, pero
contundente e incisivo, tocó temas álgidos, polémicos, pero necesarios como los
refugiados y la inmigración; la condena a las dinastías y a la pena de muerte;
a las guerras; al comercio de armas para
la muerte y al narcotráfico, con el objeto de obtener dinero; la protección a
los pobres, a los jóvenes, los ancianos
y a la naturaleza, y el cuidado que se debe tener con los fanatismos, sean
estos religiosos o de otro orden.
Al saludar a los
presentes en el Aeropuerto “José Martí”, y en particular a la Iglesia Católica
cubana que ha debido sortear múltiples dificultades en su tensa relación con el
régimen castrista, abrió los fuegos afirmando: “La
cultura del diálogo y el encuentro” debe imponerse “sobre el sistema, muerto
para siempre, de dinastía y de grupos”;
aprovechando la ocasión para enviarle unas palabras a la disidencia y al exilio
cuando dijo: “Quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas
personas que por diversos motivos no podré encontrar y a todos los cubanos
dispersos del mundo”.
Rematando
con un mensaje universal de paz cuando señaló sin equívocos: “El
mundo necesita reconciliación en esta atmosfera de III Guerra Mundial a trozos,
que estamos viviendo”
En el Congreso de los EE.UU y en
la ONU hurgó en temas relevantes. Su insistencia en resolver el problema de la
inmigración, sobre todo la latinoamericana, generó posiciones encontradas,
desde una mayoría de apoyos, como el rechazo del conservadurismo más rancio
representado en Donald Trump. Su frase de introducción al tema fue lapidaria: "Como el hijo de
un inmigrante, estoy feliz de ser un huésped de este país que fue forjado por
ese tipo de familias"., para
agregar: Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de
los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos
extranjeros"…."Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados
sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial", para rematar posteriormente cuando se
dirigió al público hispano en el Independence
Hall de Filadelfia —donde nacieron los EE UU—y les indicó: “No olviden que, al igual que
los que llegaron antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. ¡No se
avergüencen nunca de sus tradiciones!”.
Habló del enemigo exterior e
interior: “Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo
exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior.
Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de
ocupar su lugar".
Y no dejó
de ocuparse de los fanatismos: Refiriéndose
a las causas de las guerras (La guerra es
la prolongación de la política por otros medios.
Clausewitz. N de la R.), invitó a los
congresistas a «estar muy atentos a todo tipo de fundamentalismos,
sean religiosos o de otro tipo». Pero, al mismo tiempo, a evitar los
planteamientos maniqueos «y los reduccionismos simplistas que ven solamente el
bien y el mal o, si quieren, los justos y los pecadores».
En la ONU no tuvo
desperdicio con el narcotráfico y la sumisión financiera: “Quisiera hacer
mención a otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que
silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de
guerra viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico:
una guerra asumida y pobremente combatida"…."Los organismos
financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los
países y la no sumisión asfixiante de estos a sistemas crediticios que, lejos
de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor
pobreza, exclusión y dependencia".
En la Quinta Avenida
de NY lanzó una recta de humo a los políticos: "Un buen
político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el
momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por
generar procesos, más que ocupar espacios"
Francisco dejó una
excelente estela de luz y renovación Sin dudas marcó una novísima pauta de
reflexión, tolerancia y reconciliación.
Habrá que ver que
dejan sus estimulantes palabras, y a cuantas de ellas se las lleva el viento,
sobre todo en muchos de los que las escucharon con aparente atención, pero con
los oídos sordos. El amor y el interés…Suele suceder.
Pastorheydra24680@gmail.com @PastorHeydra
Que pasa Margarita
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