ALEJANDRO J. SUCRE| EL UNIVERSAL
domingo 16 de marzo de 2014 12:00 AM
Los estudiantes venezolanos tienen verdaderas razones para protestar. Si se calcula el sueldo típico de un estudiante recién graduado de la universidad al dólar paralelo, que es el único al que tienen acceso para ahorrar para la vejez, vemos que ronda alrededor de USD 100 mensuales. Un ingeniero o un economista, abogado, periodista, médico, etc. venezolano que gane USD 100 al mes, no sólo no puede ahorrar para la vejez, sino que ni siquiera puede comer en el presente. No existe ningún sueño que se pueda realizar ganando USD 100 al mes con el agravante de que ese sueldo sigue cayendo con la inflación y devaluaciones diarias. Mientras tanto, los estudiantes recién graduados en países más desarrollados devengan unos salarios 20 veces superiores al de los venezolanos. Una empleada doméstica o cualquier obrero o mano de obra no calificada en un país desarrollado genera USD 2.000 por mes, lo que equivale en Venezuela a Bs 160.000 por mes. Adicionalmente, el recién graduado en un país desarrollado cuenta con créditos para vivienda a tasas de interés de 4% fijas por 30 años, mientras que los venezolanos no. Un recién graduado en un país desarrollado puede prontamente comprarse una modesta vivienda, tener un vehículo y vivir dignamente. Si a esto le agregamos la escasez de bienes, los malos servicios públicos y la inseguridad de ser asesinado o robado en las calles con impunidad, la situación se torna invivible para los estudiantes. Este es el verdadero trasfondo de las protestas. Y el gobierno debe entenderlo así.
Lo que hace la situación más volcánica para los estudiantes es que en lugar de existir nuevas empresas, miles de empresas y fincas tradicionales han sido intervenidas por el gobierno y que éstas han reducido la producción y el empleo de calidad. También observan los estudiantes que mientras ellos se devalúan cada día, la empresas de Guayana y el resto de la administración pública se financian con dinero inorgánico del Banco Central y deuda con los chinos y rusos sin que a ningún líder gubernamental se le ocurra hablar de productividad. Todos los estudiantes saben que Venezuela mejor gerenciada podría tener mejores carreteras, aeropuertos, seguridad, hospitales, y educación pública de primer mundo. También saben los estudiantes que si el gobierno en lugar de controlar, permitiera democratizar la inversión, Venezuela podría aumentar la productividad de sus mares, de sus bellezas turísticas, su recursos agroindustriales, minerales y petroleros para aumentar los ingresos de cada venezolano. Si el gobierno usara y prestara la batea, en Venezuela hubiesen centenares de miles de nuevas empresas, contratando miles de graduados de nuestras universidades y pagándoles mayores sueldos para atraerlos en un mercado de competencia.
El modelo económico de la IV República, de pocos grupos económicos controlando instituciones del Estado para obtener privilegios sin permitir la democratización del emprendimiento a nivel social se agotó y por eso la llegada del expresidente Chávez. Sin embargo, el modelo económico de la V República que comenzó con la apertura a las grandes mayorías al crédito y a los bienes de consumo se desvió también por la improductividad de unos pocos privilegiados funcionarios públicos. Un nuevo pacto social es necesario.
Lo que hace la situación más volcánica para los estudiantes es que en lugar de existir nuevas empresas, miles de empresas y fincas tradicionales han sido intervenidas por el gobierno y que éstas han reducido la producción y el empleo de calidad. También observan los estudiantes que mientras ellos se devalúan cada día, la empresas de Guayana y el resto de la administración pública se financian con dinero inorgánico del Banco Central y deuda con los chinos y rusos sin que a ningún líder gubernamental se le ocurra hablar de productividad. Todos los estudiantes saben que Venezuela mejor gerenciada podría tener mejores carreteras, aeropuertos, seguridad, hospitales, y educación pública de primer mundo. También saben los estudiantes que si el gobierno en lugar de controlar, permitiera democratizar la inversión, Venezuela podría aumentar la productividad de sus mares, de sus bellezas turísticas, su recursos agroindustriales, minerales y petroleros para aumentar los ingresos de cada venezolano. Si el gobierno usara y prestara la batea, en Venezuela hubiesen centenares de miles de nuevas empresas, contratando miles de graduados de nuestras universidades y pagándoles mayores sueldos para atraerlos en un mercado de competencia.
El modelo económico de la IV República, de pocos grupos económicos controlando instituciones del Estado para obtener privilegios sin permitir la democratización del emprendimiento a nivel social se agotó y por eso la llegada del expresidente Chávez. Sin embargo, el modelo económico de la V República que comenzó con la apertura a las grandes mayorías al crédito y a los bienes de consumo se desvió también por la improductividad de unos pocos privilegiados funcionarios públicos. Un nuevo pacto social es necesario.
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