ELÍAS SAYEGH| EL UNIVERSAL
miércoles 26 de marzo de 2014 12:00 AM
Viendo el panorama nacional, no me cabe ninguna duda de que el Gobierno está llevando a la oposición a la violencia.
En los casi 50 días de protestas, que han tenido altibajos en su intensidad; cuando parece que todo va a regresar a la normalidad el gobierno nacional comete algún exabrupto que provoca la ira y la indignación opositora y hace que ésta se mantenga en las calles. Ejemplo de esto fue cuando militarizaron San Cristóbal, cuando empezaron a insultar y amedrentar a alcaldes de oposición, cuando metieron presos los alcaldes de San Diego y de San Cristóbal, cuando pretenden despojar de su inmunidad parlamentaria a María Corina Machado o las múltiples agresiones contra estudiantes y sobre todo contra mujeres.
Por alguna razón, el Gobierno está buscando que los grupos radicales de oposición sigan en la calle, para provocarlos, infiltrarlos y seguir produciendo muertos, heridos y destrozos. Es obvio que esa razón no puede significar nada bueno para la oposición.
Lo que está claro es que ya no se está hablando de los verdaderos problemas del país. No se habla de las casi 4 mil muertes violentas en lo que va de año, ni del aumento de 300% de los productos de la canasta básica, ni de las colas de varias horas para no conseguir productos, no se habla del defalco de 30 mil millones de dólares a la nación, no se habla del empobrecimiento sostenido de todos los venezolanos. Ahora se habla de la represión del Gobierno, de que la OEA no sirve, o de cuál es la nueva cifra de muertos en las protestas, o de cuáles vías están cerradas el día de hoy.
En los múltiples recorridos que hemos tenido en varios sectores populares caraqueños durante las últimas semanas; y en conversaciones con dirigentes del interior del país, hemos evidenciado total desinformación en esos sectores. Mientras el Gobierno tiene a la oposición protestando en sus lugares de confort, llámese Chacao, Baruta, El Hatillo, Zona Norte de Valencia, urbanizaciones en San Cristóbal, Mérida, Maracaibo, Puerto La Cruz y Barquisimeto; en los sectores populares y rurales del país solo llega la información que el Gobierno mismo suministra a través de su gigantesco aparato comunicacional. Ese inmenso entramado de medios públicos y medios privados sumisos han deformado la protesta de manera tal, que me atrevería a asegurar que la mayoría de las personas en los sectores populares y rurales del país creen que los violentos y los golpistas somos quienes manifestamos pacíficamente buscando soluciones a problemas que son de todos los venezolanos.
Las protestas pacíficas son legítimas, constitucionales y con sobradísimas razones. Sin embargo, cuando se entra en la protesta violenta, que niega derechos a otros y que pone en peligro la vida de ciudadanos, se le hace el juego a quienes han estado en el poder nutridos de la violencia durante 15 años.
Un escenario de conflicto le conviene al Gobierno, puesto que ellos controlan las instituciones, las armas y el aparato comunicacional, y por eso nos está empujando hacia allá. No se sabe si son grupos dentro del mismo gobierno que quieren crear más caos para zafarse de Maduro, lo que es cierto es que si el Gobierno logra meter a toda la oposición en el túnel de la violencia, saldrá fortalecido.
Por tal razón llegó el momento de hacer oposición desde las comunidades, de crear un gigantesco movimiento alternativo que vaya y se meta en los sectores populares, en los campos. Algunos ya lo hacemos, pero debe ser algo masivo. La acción política debe dejar de estar enfocada en los medios de comunicación, puesto que ya no hay suficientes medios independientes, por tanto hay que centrar la acción en el contacto directo con los venezolanos que siguen engañados por este comunismo petrolero del siglo XXI.
En los casi 50 días de protestas, que han tenido altibajos en su intensidad; cuando parece que todo va a regresar a la normalidad el gobierno nacional comete algún exabrupto que provoca la ira y la indignación opositora y hace que ésta se mantenga en las calles. Ejemplo de esto fue cuando militarizaron San Cristóbal, cuando empezaron a insultar y amedrentar a alcaldes de oposición, cuando metieron presos los alcaldes de San Diego y de San Cristóbal, cuando pretenden despojar de su inmunidad parlamentaria a María Corina Machado o las múltiples agresiones contra estudiantes y sobre todo contra mujeres.
Por alguna razón, el Gobierno está buscando que los grupos radicales de oposición sigan en la calle, para provocarlos, infiltrarlos y seguir produciendo muertos, heridos y destrozos. Es obvio que esa razón no puede significar nada bueno para la oposición.
Lo que está claro es que ya no se está hablando de los verdaderos problemas del país. No se habla de las casi 4 mil muertes violentas en lo que va de año, ni del aumento de 300% de los productos de la canasta básica, ni de las colas de varias horas para no conseguir productos, no se habla del defalco de 30 mil millones de dólares a la nación, no se habla del empobrecimiento sostenido de todos los venezolanos. Ahora se habla de la represión del Gobierno, de que la OEA no sirve, o de cuál es la nueva cifra de muertos en las protestas, o de cuáles vías están cerradas el día de hoy.
En los múltiples recorridos que hemos tenido en varios sectores populares caraqueños durante las últimas semanas; y en conversaciones con dirigentes del interior del país, hemos evidenciado total desinformación en esos sectores. Mientras el Gobierno tiene a la oposición protestando en sus lugares de confort, llámese Chacao, Baruta, El Hatillo, Zona Norte de Valencia, urbanizaciones en San Cristóbal, Mérida, Maracaibo, Puerto La Cruz y Barquisimeto; en los sectores populares y rurales del país solo llega la información que el Gobierno mismo suministra a través de su gigantesco aparato comunicacional. Ese inmenso entramado de medios públicos y medios privados sumisos han deformado la protesta de manera tal, que me atrevería a asegurar que la mayoría de las personas en los sectores populares y rurales del país creen que los violentos y los golpistas somos quienes manifestamos pacíficamente buscando soluciones a problemas que son de todos los venezolanos.
Las protestas pacíficas son legítimas, constitucionales y con sobradísimas razones. Sin embargo, cuando se entra en la protesta violenta, que niega derechos a otros y que pone en peligro la vida de ciudadanos, se le hace el juego a quienes han estado en el poder nutridos de la violencia durante 15 años.
Un escenario de conflicto le conviene al Gobierno, puesto que ellos controlan las instituciones, las armas y el aparato comunicacional, y por eso nos está empujando hacia allá. No se sabe si son grupos dentro del mismo gobierno que quieren crear más caos para zafarse de Maduro, lo que es cierto es que si el Gobierno logra meter a toda la oposición en el túnel de la violencia, saldrá fortalecido.
Por tal razón llegó el momento de hacer oposición desde las comunidades, de crear un gigantesco movimiento alternativo que vaya y se meta en los sectores populares, en los campos. Algunos ya lo hacemos, pero debe ser algo masivo. La acción política debe dejar de estar enfocada en los medios de comunicación, puesto que ya no hay suficientes medios independientes, por tanto hay que centrar la acción en el contacto directo con los venezolanos que siguen engañados por este comunismo petrolero del siglo XXI.
No comments:
Post a Comment