JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE| EL UNIVERSAL
miércoles 19 de marzo de 2014 12:00 AM
Los errores y metidas de pata del gobierno del señor Maduro en estas cinco semanas de protestas son notables. Entre éstos sobresale la detención de Leopoldo López, dirigente de la oposición; un hecho que no es aislado, sino por el contrario, algo usual en las tácticas de guerra sucia utilizadas en política por el chavismo, que ya llevó a la cárcel, en el pasado reciente, a otros líderes y candidatos a la presidencia, también de la oposición, como Manuel Rosales o Henrique Capriles.
Del mismo modo han cobrado relevancia internacional, los muchos excesos de violencia y abusos policiales contra jóvenes, mujeres, mayores e incluso personas con condiciones especiales, ocurridos durante las manifestaciones en las calles de Caracas, Táchira, Maracaibo, Valencia y otras ciudades del país, que han quedado registrados en cámaras y videos de diverso origen. Así mismo, fueron denunciadas y publicitadas las medidas violatorias de la libertad de expresión contra canales de TV internacionales, como TNT24 sacada del aire en el territorio venezolano por orden presidencial, o contra CNN; al igual que la violación de derechos sufrida en carne propia por periodistas y camarógrafos de Colombia, España, Chile, Argentina, entre otros países, enviados a Venezuela por distintos medios de esos países, para informar sobre la situación venezolana y que han relatado, con carácter de testigos presenciales, no solo la violación de derechos humanos contra civiles antes y después de ser detenidos, sino también la evidencia de actos de tortura contra estudiantes y jóvenes en cautiverio.
Todo esto sin contar las imágenes de las inmensas colas de gente esperando por un paquete de harina, de café o un litro de aceite, que también se han internacionalizado, dejando una percepción en la opinión pública mundial, que contrasta con la de una Venezuela petrolera próspera y abundante.
Después, tenemos las que el propio presidente Maduro comete todos los días hablando de paz y de diálogo, pero con un lenguaje procaz y altanero, que transmite más bien un mensaje de querer todo lo contrario.
El último de estos desaciertos, es quizás la postal que nos dejó el señor Maduro en días recientes, con una "foto de familia" donde aparece él en un primer plano acompañado del alto mando militar en traje verde de combate, y que ya le dio la vuelta al mundo. Apelar a las Fuerzas Armadas para acabar con las protestas populares, llámense marchas, barricadas o "guarimbas", haciendo un llamado público con el respaldo del ejército a la represión de la sociedad civil es casi una declaración de guerra. De una "guerra absurda" contra un pueblo, que está conformado no solo por los seguidores del chavismo, donde hay igualmente un gran descontento por las penurias que tiene que pasar diariamente para adquirir la dieta básica, sino también por la otra mitad de los venezolanos, una realidad que al Gobierno se le olvida.
En cualquier caso, se trata de una postal que da una imagen fascista del gobierno del señor Maduro, similar a la que hubiera dado una foto de Mussolini o de Franco junto a sus generales y demás oficiales, en los años treinta del siglo pasado.
Equivocaciones tan evidentes, tan burdas en su ejecución, que uno se pregunta sino no son a propósito o intencionales. En cualquier caso, se estará de acuerdo, en que fueron cometidas con insolencia; con esa insolencia que solo la autoridad desmedida, envanecida y llena de confianza en su propia fanfarronería puede representar.
En definitiva, una expresión criolla del fascismo, ésta de Maduro, que ya conocíamos en su anterior y más vieja versión chavista; la de las listas infames de Tascón, la del súper ministro Ramírez reconociendo que no le temblaría el pulso para volver a despedir a más gente de Pdvsa, si no se apegaban a la revolución; la del brazo en alto, golpeando con el puño la otra mano; la de la exaltación de la patria y de los símbolos y vestimenta militares como en la Italia "mussolinista" o la Alemania nazi; la creación de organizaciones de choque, paralelas al ejército oficial, con el nombre de milicias o de "colectivos", que no son más que verdaderas bandas armadas fuera de la ley, imitación de las 'escuadras de acción' de Mussolini y de las 'camisas pardas' de Hitler; así como también, de la sustitución del título de Führer, Duce o Caudillo, por el de Comandante o Gigante de la Revolución.
Pero tal vez, el peor error de todos, es el de no darse cuenta de que todo lo que están haciendo es un vivo ejemplo del más puro estilo fascista; de ese mismo fascismo del que suelen acusar a sus opositores todos los días.
Del mismo modo han cobrado relevancia internacional, los muchos excesos de violencia y abusos policiales contra jóvenes, mujeres, mayores e incluso personas con condiciones especiales, ocurridos durante las manifestaciones en las calles de Caracas, Táchira, Maracaibo, Valencia y otras ciudades del país, que han quedado registrados en cámaras y videos de diverso origen. Así mismo, fueron denunciadas y publicitadas las medidas violatorias de la libertad de expresión contra canales de TV internacionales, como TNT24 sacada del aire en el territorio venezolano por orden presidencial, o contra CNN; al igual que la violación de derechos sufrida en carne propia por periodistas y camarógrafos de Colombia, España, Chile, Argentina, entre otros países, enviados a Venezuela por distintos medios de esos países, para informar sobre la situación venezolana y que han relatado, con carácter de testigos presenciales, no solo la violación de derechos humanos contra civiles antes y después de ser detenidos, sino también la evidencia de actos de tortura contra estudiantes y jóvenes en cautiverio.
Todo esto sin contar las imágenes de las inmensas colas de gente esperando por un paquete de harina, de café o un litro de aceite, que también se han internacionalizado, dejando una percepción en la opinión pública mundial, que contrasta con la de una Venezuela petrolera próspera y abundante.
Después, tenemos las que el propio presidente Maduro comete todos los días hablando de paz y de diálogo, pero con un lenguaje procaz y altanero, que transmite más bien un mensaje de querer todo lo contrario.
El último de estos desaciertos, es quizás la postal que nos dejó el señor Maduro en días recientes, con una "foto de familia" donde aparece él en un primer plano acompañado del alto mando militar en traje verde de combate, y que ya le dio la vuelta al mundo. Apelar a las Fuerzas Armadas para acabar con las protestas populares, llámense marchas, barricadas o "guarimbas", haciendo un llamado público con el respaldo del ejército a la represión de la sociedad civil es casi una declaración de guerra. De una "guerra absurda" contra un pueblo, que está conformado no solo por los seguidores del chavismo, donde hay igualmente un gran descontento por las penurias que tiene que pasar diariamente para adquirir la dieta básica, sino también por la otra mitad de los venezolanos, una realidad que al Gobierno se le olvida.
En cualquier caso, se trata de una postal que da una imagen fascista del gobierno del señor Maduro, similar a la que hubiera dado una foto de Mussolini o de Franco junto a sus generales y demás oficiales, en los años treinta del siglo pasado.
Equivocaciones tan evidentes, tan burdas en su ejecución, que uno se pregunta sino no son a propósito o intencionales. En cualquier caso, se estará de acuerdo, en que fueron cometidas con insolencia; con esa insolencia que solo la autoridad desmedida, envanecida y llena de confianza en su propia fanfarronería puede representar.
En definitiva, una expresión criolla del fascismo, ésta de Maduro, que ya conocíamos en su anterior y más vieja versión chavista; la de las listas infames de Tascón, la del súper ministro Ramírez reconociendo que no le temblaría el pulso para volver a despedir a más gente de Pdvsa, si no se apegaban a la revolución; la del brazo en alto, golpeando con el puño la otra mano; la de la exaltación de la patria y de los símbolos y vestimenta militares como en la Italia "mussolinista" o la Alemania nazi; la creación de organizaciones de choque, paralelas al ejército oficial, con el nombre de milicias o de "colectivos", que no son más que verdaderas bandas armadas fuera de la ley, imitación de las 'escuadras de acción' de Mussolini y de las 'camisas pardas' de Hitler; así como también, de la sustitución del título de Führer, Duce o Caudillo, por el de Comandante o Gigante de la Revolución.
Pero tal vez, el peor error de todos, es el de no darse cuenta de que todo lo que están haciendo es un vivo ejemplo del más puro estilo fascista; de ese mismo fascismo del que suelen acusar a sus opositores todos los días.
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