ADOLFO R. TAYLHARDAT| EL UNIVERSAL
miércoles 23 de abril de 2014 12:00 AM
Concuerdo plenamente con lo que dice Emilio Figueredo en el editorial de la última edición de Analítica. Una Comisión de la Verdad no puede estar constituida por representantes de las partes. Para que una comisión sea de verdad debe estar integrada por un número reducido e impar de personalidades destacadas, preferiblemente extranjeras, con autoridad o reconocimiento de alcance internacional, absolutamente independientes, objetivas, imparciales, escogidas por un tercero que reúna las mismas características. Evidentemente, tanto este último como los miembros de la Comisión deben contar con la aceptación de las partes en conflicto. Las partes deben comprometerse solemnemente a aceptar los resultados del trabajo cumplido por la Comisión. La Comisión, o cualquiera de sus integrantes deben tener libre acceso a cualquier persona o grupo, entidad, organización, expediente, documento, en suma, a toda información que se considere útil para realizar eficazmente la muy delicada misión que deben cumplir. Mientras realizan su tarea, sus miembros se abstendrán hablar públicamente sobre el desarrollo de los trabajos, salvo que, por acuerdo unánime entre ellos consideren necesario u oportuno emitir información previamente concertada.
Estas son algunas de las características indispensables que debe reunir una auténtica Comisión de la Verdad. Puede parecer utópico crear un ente como el descrito pero si efectivamente existiera voluntad política para solucionar la grave situación política y económica que atraviesa el país, si realmente existiera el propósito sincero para detener la marcha hacia el despeñadero al cual están conduciendo a la sociedad venezolana, debería ser posible poner de lado los intereses mezquinos, el empeño en eternizarse en el poder y las ambiciones personales que alimentan la corrupción y debilitan la democracia.
Pero esto último es todavía más utópico. El ilegítimo y su combo nunca aceptarán nada que no puedan dominar y controlar. En la reunión del martes pasado fue rechazado un documento en el cual la MUD proponía conformar "una Comisión de la Verdad totalmente independiente para investigar los hechos ocurridos en el país en los últimos dos meses" (nótese que en la propuesta de la MUD el mandato de la Comisión estaría limitado a investigar lo sucedido desde el 12 de abril, cuando el objeto debería ser indagar en todos sus ángulos la crisis en que se encuentra sumido el país y formular recomendaciones para remediarla).
Aun así, el oficialismo rechazó el documento de la MUD argumentando que ya la Asamblea Nacional había creado una comisión integrada por diputados. El resultado fue que la MUD aceptó una comisión reencauchada. Es decir la creada por el oficialismo a la cual se le agregarán "personalidades reconocidas que se nombrarán en próximas reuniones de mutuo acuerdo". Según informó Ramón Guillermo Aveledo: "Hemos convenido una Comisión de la Verdad amplia, con personalidades de la vida nacional, reconocidas, que sean confiables para todo el mundo".
No dudo que en Venezuela hay personalidades suficientemente imparciales, dispuestas a participar en ese esfuerzo, pero se requerirá mucho valor para prestarse a un ejercicio que sólo persigue lavarle la cara al ilegítimo.
Pero con todo respeto a mi entrañable amigo Ramón Guillermo y a todos los que lo acompañaron, otra vez la oposición ha caído en una trampa. Transigió y aceptó la comisión creada por el oficialismo a la medida de su conveniencia, en la cual los parlamentarios de la oposición se habían negado a participar conscientes de que su presencia en un ente de esa naturaleza sería inoperante. Es lamentable que se haya aceptado una comisión chimba sólo para demostrar que de parte de la MUD hay buena voluntad para avanzar hacia la solución de los graves problemas que padece el país.
No pretendo ser vidente, pero una comisión como esa no llegará a nada. Basta tener en cuenta lo que dijo el descabellado presidente de la Asamblea: "Queda formada la Comisión de la Verdad, la derecha venezolana podrá en determinado momento, si así lo considera, incorporarse a esta comisión, hay cuatro puestos de ellos ahí" (el oficialismo tendría cinco puestos). "No se ponen de acuerdo y eso tiene una lectura (...) quien no quiere investigar los hechos que ocurrieron aquí del 12 de febrero en adelante, que haya una Comisión de la Verdad, pues su rabo de paja tendrá, su vinculación con los hechos violentos, su complicidad con los hechos violentos".
En el supuesto negado de que la Comisión de la Mentira convenida por la MUD y el oficialismo llegara a actuar imparcialmente, bienvenida sea. Si actúa seriamente, el rabo de paja que debe arder es el del oficialismo porque los hechos violentos ocurridos desde febrero han sido obra de las fuerzas de seguridad del Estado con el apoyo de los forajidos motorizados, armados y pagados por el gobierno, empeñado en sofocar la protesta legítima y pacífica de la juventud y de la sociedad democrática.
Estas son algunas de las características indispensables que debe reunir una auténtica Comisión de la Verdad. Puede parecer utópico crear un ente como el descrito pero si efectivamente existiera voluntad política para solucionar la grave situación política y económica que atraviesa el país, si realmente existiera el propósito sincero para detener la marcha hacia el despeñadero al cual están conduciendo a la sociedad venezolana, debería ser posible poner de lado los intereses mezquinos, el empeño en eternizarse en el poder y las ambiciones personales que alimentan la corrupción y debilitan la democracia.
Pero esto último es todavía más utópico. El ilegítimo y su combo nunca aceptarán nada que no puedan dominar y controlar. En la reunión del martes pasado fue rechazado un documento en el cual la MUD proponía conformar "una Comisión de la Verdad totalmente independiente para investigar los hechos ocurridos en el país en los últimos dos meses" (nótese que en la propuesta de la MUD el mandato de la Comisión estaría limitado a investigar lo sucedido desde el 12 de abril, cuando el objeto debería ser indagar en todos sus ángulos la crisis en que se encuentra sumido el país y formular recomendaciones para remediarla).
Aun así, el oficialismo rechazó el documento de la MUD argumentando que ya la Asamblea Nacional había creado una comisión integrada por diputados. El resultado fue que la MUD aceptó una comisión reencauchada. Es decir la creada por el oficialismo a la cual se le agregarán "personalidades reconocidas que se nombrarán en próximas reuniones de mutuo acuerdo". Según informó Ramón Guillermo Aveledo: "Hemos convenido una Comisión de la Verdad amplia, con personalidades de la vida nacional, reconocidas, que sean confiables para todo el mundo".
No dudo que en Venezuela hay personalidades suficientemente imparciales, dispuestas a participar en ese esfuerzo, pero se requerirá mucho valor para prestarse a un ejercicio que sólo persigue lavarle la cara al ilegítimo.
Pero con todo respeto a mi entrañable amigo Ramón Guillermo y a todos los que lo acompañaron, otra vez la oposición ha caído en una trampa. Transigió y aceptó la comisión creada por el oficialismo a la medida de su conveniencia, en la cual los parlamentarios de la oposición se habían negado a participar conscientes de que su presencia en un ente de esa naturaleza sería inoperante. Es lamentable que se haya aceptado una comisión chimba sólo para demostrar que de parte de la MUD hay buena voluntad para avanzar hacia la solución de los graves problemas que padece el país.
No pretendo ser vidente, pero una comisión como esa no llegará a nada. Basta tener en cuenta lo que dijo el descabellado presidente de la Asamblea: "Queda formada la Comisión de la Verdad, la derecha venezolana podrá en determinado momento, si así lo considera, incorporarse a esta comisión, hay cuatro puestos de ellos ahí" (el oficialismo tendría cinco puestos). "No se ponen de acuerdo y eso tiene una lectura (...) quien no quiere investigar los hechos que ocurrieron aquí del 12 de febrero en adelante, que haya una Comisión de la Verdad, pues su rabo de paja tendrá, su vinculación con los hechos violentos, su complicidad con los hechos violentos".
En el supuesto negado de que la Comisión de la Mentira convenida por la MUD y el oficialismo llegara a actuar imparcialmente, bienvenida sea. Si actúa seriamente, el rabo de paja que debe arder es el del oficialismo porque los hechos violentos ocurridos desde febrero han sido obra de las fuerzas de seguridad del Estado con el apoyo de los forajidos motorizados, armados y pagados por el gobierno, empeñado en sofocar la protesta legítima y pacífica de la juventud y de la sociedad democrática.
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