CIPRIANO HEREDIA S.| EL UNIVERSAL
martes 1 de abril de 2014 12:00 AM
En la entrega pasada explicábamos las razones por las cuales, desde nuestra óptica, las protestas se han mantenido durante varias semanas y por qué continuarían, poniéndole como colofón a ese análisis la posibilidad de que, dada la profundización de la crisis, la solicitud de renuncia del Presidente se convierta en una de las banderas de lucha de la población movilizada, lo cual ofrecimos desarrollar en este artículo.
Puesto en contexto el tema, es pertinente plantear un punto previo: lo que aquí explicaré es a título personal y solo compromete mi criterio. Esto porque es sabido que en el seno de la alternativa democrática hay consenso en torno a la protesta pacífica y los muchos motivos que existen para impulsarla en la Venezuela de hoy, pero no lo hay en cuanto a este punto. En su seno coexistimos desde quienes ya lo han planteado por la calle del medio invitando al Presidente a renunciar, pasando por quienes no descartan que eso pueda ocurrir pero no lo asumen como un objetivo expreso e inmediato, hasta los que piensan que el único camino viable es prepararse para las elecciones parlamentarias de 2015 y luego para las presidenciales de 2018, siendo el objetivo derrotar en ambas al Gobierno a pesar del ventajismo y las condiciones.
No me detendré aquí a hacer un juicio de valor sobre cada una de estas posturas, sino que me concentraré en explicar por qué, en mi criterio, la solicitud no solo podría ser válida, sino además pertinente y oportuna, ya que, llegado un cierto nivel de crisis, puede ser la única salida constitucional que quede ante el abismo que tenemos por delante. Esto último además potenciado por el hecho de no requiere ser respaldada por un número de firmas, ni tiene un tiempo determinado.
Dicho esto, repasemos rápidamente algunos datos tomados de tres encuestas recientes, los cuales sirven como fundamento de nuestro argumento. De los estudios de Datos, Keller y Datanálisis se desprende que la crisis económica ha adquirido una magnitud tal, que es identificada como el principal problema que enfrentan los venezolanos, a un punto tal que, en una de ellas, la escasez por si sola desplaza a la inseguridad en el primer lugar, y en otra le pisa los talones. A este trauma del desabastecimiento se le suman la inflación y el desempleo como principales causas económicas de los desvelos de los venezolanos. Otro hallazgo es que, a diferencia del pasado, ahora la mayoría de la población identifica al Gobierno como el principal responsable de estos problemas, como efectivamente lo es. Finalmente, las encuestas demuestran que la imagen y aceptación de Maduro va en caída, lo cual lo hace un presidente crecientemente débil.
Es decir, la asfixia económica y la inseguridad son motivos reales que sustentan el descontento y protesta de la gente, y ninguno de esos problemas está en vías de solución. Por el contrario, se agravan día a día dada la incapacidad del Gobierno para resolverlos, tanto por su mediocridad como por su ideología. A esto sumémosle la farsa del diálogo propuesto por el régimen, los "juicios express" a los alcaldes, la represión desmedida, el cerco mediático, etc., y tenemos como resultado un cuadro que perfectamente puede convertirse en un colapso total del país que se le escape de las manos al gobierno en muy poco tiempo.
Si eso es así, es obvio que la renuncia del Presidente puede ser una válvula de escape siendo el principal responsable de la crisis y con una popularidad en picada. Esta opción tiene además la enorme ventaja que tiene una ruta trazada con una desembocadura democrática prevista en la Constitución: se encarga el Vicepresidente y se convoca a nuevas elecciones presidenciales en plazo perentorio. A lo cual habría que añadirle que, dado que el régimen estaría en una situación de máxima debilidad, sería viable presionar para que, antes de esas elecciones se modifique el CNE y se mejoren las condiciones de participación.
Conclusión: como puede apreciarse, la solicitud de renuncia del Presidente no es un golpe de Estado como el Gobierno y otras voces han tratado de presentar. Es por el contrario una posibilidad legítima y legal.
Puesto en contexto el tema, es pertinente plantear un punto previo: lo que aquí explicaré es a título personal y solo compromete mi criterio. Esto porque es sabido que en el seno de la alternativa democrática hay consenso en torno a la protesta pacífica y los muchos motivos que existen para impulsarla en la Venezuela de hoy, pero no lo hay en cuanto a este punto. En su seno coexistimos desde quienes ya lo han planteado por la calle del medio invitando al Presidente a renunciar, pasando por quienes no descartan que eso pueda ocurrir pero no lo asumen como un objetivo expreso e inmediato, hasta los que piensan que el único camino viable es prepararse para las elecciones parlamentarias de 2015 y luego para las presidenciales de 2018, siendo el objetivo derrotar en ambas al Gobierno a pesar del ventajismo y las condiciones.
No me detendré aquí a hacer un juicio de valor sobre cada una de estas posturas, sino que me concentraré en explicar por qué, en mi criterio, la solicitud no solo podría ser válida, sino además pertinente y oportuna, ya que, llegado un cierto nivel de crisis, puede ser la única salida constitucional que quede ante el abismo que tenemos por delante. Esto último además potenciado por el hecho de no requiere ser respaldada por un número de firmas, ni tiene un tiempo determinado.
Dicho esto, repasemos rápidamente algunos datos tomados de tres encuestas recientes, los cuales sirven como fundamento de nuestro argumento. De los estudios de Datos, Keller y Datanálisis se desprende que la crisis económica ha adquirido una magnitud tal, que es identificada como el principal problema que enfrentan los venezolanos, a un punto tal que, en una de ellas, la escasez por si sola desplaza a la inseguridad en el primer lugar, y en otra le pisa los talones. A este trauma del desabastecimiento se le suman la inflación y el desempleo como principales causas económicas de los desvelos de los venezolanos. Otro hallazgo es que, a diferencia del pasado, ahora la mayoría de la población identifica al Gobierno como el principal responsable de estos problemas, como efectivamente lo es. Finalmente, las encuestas demuestran que la imagen y aceptación de Maduro va en caída, lo cual lo hace un presidente crecientemente débil.
Es decir, la asfixia económica y la inseguridad son motivos reales que sustentan el descontento y protesta de la gente, y ninguno de esos problemas está en vías de solución. Por el contrario, se agravan día a día dada la incapacidad del Gobierno para resolverlos, tanto por su mediocridad como por su ideología. A esto sumémosle la farsa del diálogo propuesto por el régimen, los "juicios express" a los alcaldes, la represión desmedida, el cerco mediático, etc., y tenemos como resultado un cuadro que perfectamente puede convertirse en un colapso total del país que se le escape de las manos al gobierno en muy poco tiempo.
Si eso es así, es obvio que la renuncia del Presidente puede ser una válvula de escape siendo el principal responsable de la crisis y con una popularidad en picada. Esta opción tiene además la enorme ventaja que tiene una ruta trazada con una desembocadura democrática prevista en la Constitución: se encarga el Vicepresidente y se convoca a nuevas elecciones presidenciales en plazo perentorio. A lo cual habría que añadirle que, dado que el régimen estaría en una situación de máxima debilidad, sería viable presionar para que, antes de esas elecciones se modifique el CNE y se mejoren las condiciones de participación.
Conclusión: como puede apreciarse, la solicitud de renuncia del Presidente no es un golpe de Estado como el Gobierno y otras voces han tratado de presentar. Es por el contrario una posibilidad legítima y legal.
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