El
proceso bolivariano inmerso en sus contradicciones y frustraciones, no termina
de entender la necesidad de un cambio profundo del modelo cubano que está
desarrollando, que ha generando la destrucción del país y, por otra parte,la
conveniencia de construir una Política Exterior de Estado que incluya, entre
otros, la relación con los Estados Unidos
La actitud antinorteamericana y
antisistema pareciera constituir un fantasma estructural en la mayoría de
países latinoamericanos, pero se agudiza en los gobiernos radicales y
autoritarios, pues constituye un comodín para buscar legitimidad entre la
ingenuidad, la manipulación y la ignorancia. El falso discurso busca
perpetuar una actitud conflictiva y excluyente, anclada en un estática visión
de la historia, que perpetua “las venas abiertas” como discurso oficial y
determinante. Tampoco es que Estados Unidos se haya ocupado muy efectivamente
para superar los mitos del pasado y, lo que es evidente, es que todos estamos
perdiendo importantes oportunidades de creatividad, crecimiento y bienestar.
En una fugaz revisión de la
historia podemos encontrar como los Estados Unidos han pasado, de importante
apoyo de los procesos independentistas frente a las viejas potencias europeas,
a un repudiado hegemon que pretendía controlar nuestros espacios, con su
“destino manifiesto” o su “Doctrina Monroe” y es esta segunda parte, agravada
con las intervenciones militares en la región,el radical apoyo a las dictaduras
militares, y el embargo a Cuba, lo que ha sido ampliamente cultivadopor las
visionescríticas, convirtiéndose en el ideario de las “venas abiertas” que,
como catecismo de la izquierda y bandera del comunismo cubano, ha contribuido a
satanizar la relaciones con el imperio.
Esta visión, que se mantiene
anclada en un pasado de fracasos, es la que predomina en los movimientos
radicales de los últimos años en el Foro Social y, luego, con diferentes
intensidades,se consolida en los gobiernos de izquierda que han asumido el
poder en la región y en la ALBA; empero, pareciera que ha sido en el proceso
bolivariano venezolano donde se registra la mayor rigidez e irracionalidad.
Frente a esta anacrónica y
paralizante visión sobre los Estados Unidos, algunos países de la región asumen
posturas pragmáticas. Los casos más significativos los encontramos en el marco
de la ALBA, donde
los gobiernos venezolano y cubano han tratado de consolidar la visión
radical, empero, Nicaragua, que firma todos los manifiestos antisistema,
mantiene su acuerdo de libre comercio con el imperio y Ecuador mantiene su
economía dolarizada.
En el caso del Mercosur el
discurso antisistema también ha tenido eco, pero en la práctica, los gobiernos
de izquierda han asumido posiciones pragmáticas, conservado, inteligentemente,
los beneficios del mercado y la inversión para la generación de crecimiento
económico y bienestar social.
Más recientemente el mayor viraje
lo está experimentando Cuba, que se encuentra en un proceso de negociaciones
con los Estados Unidos, donde ya se han logrado avances importantes en
temas como: remesas, viajes, comercio, apertura de Embajadas.Pero quedan temas
sensibles pendientes, como el levantamiento del embargo por parte de los
Estados Unidos y una mayor apertura por parte de Cuba. Hasta el
presente pareciera que el imperio ha sido más consecuente; por el contrario, la
soberbia cubana, de mantener la rigidez de la dictadura del partido, podría
mandar al traste los avances alcanzados, más aún con elecciones en
puertas en el norte.
Las realidades evidencian la
importancia de mantener una relación respetuosa y creativa con los Estados
Unidos, para fortalecer las oportunidades en muchas áreas, tales como:comercio
de bienes y servicios, inversiones, tecnologías, educación, cultura y
recreación. Es mucho lo que se podría construir de mutuos beneficios, pero las
falsas ideologías han paralizado la relación.
El proceso bolivariano inmerso en
sus contradicciones y frustraciones, no termina de entender la necesidad de un
cambio profundo del modelo cubano que está desarrollando, que ha generando la destrucción
del país y, por otra parte,la conveniencia de construir una Política Exterior
de Estado que incluya, entre otros, la relación con los Estados Unidos.
Vía
Tal Cual
Que pasa Margarita
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