EDITORIAL
EL NACIONAL
Los
puntos de vista de la oposición no son únicos, pero ahora se congregan en una
sola carta de presentación. Conviene que abunden las diferencias en una reunión
de demócratas en la cual todos tienen no solo el derecho, sino la obligación de
presentar sus puntos de vista, así fueren contrapuestos en extremo, pero más conviene
que ante los desafíos prefieran mostrarse como piezas soldadas de una sola
empresa de libertad como la que se busca a mediano plazo.
Nos
alarmamos por las diferencias que existían en torno a procurar en la MUD un
mecanismo de homogeneidad para el próximo desafío electoral, sin pensar que
estábamos ante una fase natural de reflexión, y aún de consideración de
intereses legítimos de algunas organizaciones en particular, que convenía
expresar sin disimulos, nos alarmamos porque pensábamos que no convenía mostrar
fisuras en lo que anhelábamos como el proyecto de un solo bloque compacto,
olvidando que lo normal era la presencia de una heterogeneidad que, en última
instancia, le da aliento a la lucha contra la reinante autocracia.
En
consecuencia, fue bueno que se exhibieran esas diferencias en el seno de una
agrupación formada por políticos y por toldas de diferente origen y con
versiones diversas de la sociedad y del combate de todos los días, no en balde
así se muestran como son de veras sin dar espacio a falsas ilusiones. Pero ha
sido mejor el hecho de que, después de ventilar las diferencias, se hayan
puesto de acuerdo en el punto fundamental de presentarse con una sola tarjeta
en las elecciones parlamentarias de diciembre.
El
forcejeo por la tarjeta única ha mostrado a la MUD como lo que realmente es:
una reunión de diferentes posturas políticas que debaten entre sí sin que se
caiga la casa. Pero también la muestra como lo que pretende ser: una necesidad
de consenso frente a metas superiores, un cese de las distancias y aún de las
zancadillas cuando está por delante la obligación de derrotar a un régimen
injusto y opresor. Es la lección que nos ha dejado en los recientes días, que
celebramos desde nuestro particular punto de vista.
Ahora ese
punto de vista deja de ser particular para convertirse en parte de una única
cruzada, de un solo esfuerzo destinado a ganar con amplitud las elecciones del
seis de diciembre. Cesó la hora de simpatizar con un solo partido y de levantar
la bandera de una organización frente a las otras.
Nadie
pierde su personalidad, ni las ideas que lo llevaron a formar parte de una
tolda determinada, cuando se reviste con el uniforme de la unidad. Todo lo
contrario: la lección que ha ofrecido la MUD cuando se presenta con tarjeta
única partiendo del acuerdo absoluto de todos sus integrantes, nos convoca a
todos sin excepción.
Sin claudicar en lo que cada
quien piensa sobre Venezuela, sin renunciar a los liderazgos que más nos atraen
y a los cuales seguimos apegados, ahora todos debemos acompañar el esfuerzo
unitario que nos convoca y obliga. Hay un solo adversario, y ese adversario no
se encuentra en la MUD.
Vía El
Nacional
Que pasa Margarita
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